El Papa recibió esta mañana en el Aula Pablo VI a los participantes en el congreso universitario internacional UNIV, venidos de 30 países, y que este año tiene como tema "Construir la paz en el siglo XXI".
Juan Pablo II afirmó que el tema del congreso "es más actual que nunca en estos meses en los que estamos preocupados además de por la situación en Irak, por tantos focos de violencia y de guerra, que se han encendido también en otros continentes. Todo esto hace más urgente una verdadera educación a la paz".
"Para los creyentes -continuó- la primera y fundamental acción en favor de la paz es la oración, porque la paz es un don del amor de Dios. (...) Para ser constructores de paz sobre todo es necesario vivir en la verdad. ¡Jóvenes -exclamó- tened el coraje de plantearos preguntas sinceras sobre el sentido de la vida!; formaos para ser rectos y claros en el pensamiento, la acción, el respeto y el diálogo con los demás. Mantened en primer lugar una relación verdadera con Dios, que requiere una conversión personal y una apertura a su misterio".
El Santo Padre subrayó que "a la verdad se une la justicia, junto al respeto de la dignidad de cada persona. Sin embargo, sabemos que sin amor sincero y desinteresado, la justicia por sí sola no podría asegurar la paz al mundo. La verdadera paz florece cuando en el corazón se vence el odio, el rencor y la envidia; cuando se dice no al egoísmo y a todo lo que lleva al ser humano a replegarse sobre sí mismo y a la defensa del propio interés".
Si el amor, añadió, "se traduce en gestos de servicio gratuito y desinteresado, en palabras de comprensión y de perdón, la ola pacificadora del amor se alarga y se extiende a toda la comunidad humana. De este modo es más fácil comprender el cuarto pilar de la paz, la libertad, el reconocimiento de los derechos de las personas y de los pueblos y el libre don de sí en el responsable cumplimiento de los deberes que competen a cada uno en su propio estado de vida".
"Si tratáis de seguir este camino -terminó Juan Pablo II-, podréis ofrecer una contribución eficaz a la construcción de un mundo 'pacificado' y 'pacificador'. Como escribe vuestro santo fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer: 'Tarea del cristiano: ahogar el mal en abundancia de bien. No se trata de campañas negativas, ni de ser antinada. Al contrario: vivir de afirmación, llenos de optimismo, con juventud, alegría y paz, ver con comprensión a todos'".