El prelado del Opus Dei ha podido saludar a los fieles del Opus Dei que viven en Roma. La reunión se celebró en el ELIS, un centro de formación situado en el barrio Tiburtino. Entre otras cosas, Mons. Fernando Ocáriz invitó a los presentes a aprovechar este tiempo litúrgico: “Toda vuestra jornada debe ser de alguna manera como el tiempo de Adviento, un tiempo de espera, un tiempo para cultivar el deseo de encontrar a Cristo”. El tiempo de Adviento, señaló, es particularmente apto para preocuparse más de los demás y menos de uno mismo.
Este servicio a los demás se lleva a cabo, principalmente, en el trabajo: “Podemos convertir el trabajo en apostolado, ayudando a los demás. A veces nos falta el tiempo, pero siempre surge la oportunidad de intercambiar una sonrisa o dedicar unas palabras a un amigo o a una amiga. Quien trabaja bien se preocupa por los demás”.
“Hace falta vivir renovando el amor cada día, amando a los demás con sus límites y defectos”
Franco, padre de familia, leyó una poesía escrita por su abuela en la que se habla de los momentos fáciles y difíciles que componen la vida familiar, especialmente entre marido y mujer. “Para ser fieles –respondió el prelado cuando Franco le pidió un consejo– hay que comprender bien lo que es el amor. La fidelidad es perseverancia en el amor, que tiene dos aspectos fundamentales: desear la unión con el otro y, sobre todo, desear el bien del otro. Mucha gente piensa que amar sea sólo la primera parte; en cambio, hace falta vivir renovando el amor cada día, amando a los demás con sus límites y defectos”.
“La Obra es una realidad viva, como decía san Josemaría, y por lo tanto no es posible permanecer pasivos esperando que alguno os diga qué hacer”
Francesca, una estudiante de 21 años, le preguntó cómo vivir bien el presente poniendo en manos de Dios el futuro. El prelado desarrolló la idea de que “es en el presente donde Dios nos espera”.
Uno de los asistentes le preguntó sobre el papel que desempeñan los supernumerarios en el Opus Dei. “Tenéis que sentir el Opus Dei como propio –dijo el prelado dirigiéndose a los fieles supernumerarios–. Cada uno de vosotros es tan Opus Dei como lo es el prelado. La Obra es una realidad viva, como decía san Josemaría, y por lo tanto no es posible permanecer pasivos esperando que alguno os diga qué hacer. Los supernumerarios no sois simplemente personas que ‘colaboran intensamente’ con el Opus Dei. Cada uno de vosotros, allí donde estéis, tenéis toda la Obra en vuestras manos. Por eso, tendréis que ser propositivos y sugerir siempre modos nuevos de llevar a Jesús a todos los que os rodean”.