Queridísimos, ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
En este mes que, en la Obra, queremos llenar de romerías todo el mundo, me viene al corazón una honda acción de gracias, confiado en los frutos que vendrán a través de la intercesión de nuestra Madre, al abandonar tantas intenciones en sus manos.
Esos frutos, ciertamente, Dios los da cuando quiere y como quiere y, en primer lugar, nos los concede a nosotros mismos, ya que nuestra oración –aunque sea frágil– nos capacita para recibir tantos dones que el Señor nos quiere regalar: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá (Mt 7, 7). Imploremos del cielo en nuestras romerías, audazmente, muchas gracias de paz en el mundo, de conversión personal, de vocaciones. Esta actitud nos ayuda a crecer en la certeza de que necesitamos a Dios, y eso ya es un primer fruto: alimenta nuestra conciencia de que es él quien saca todo adelante. Y, para ayudarnos a sentirnos acogidos, nos ofrece un camino llano, una vía suave, la Virgen Santísima: A Jesús siempre se va y se “vuelve” por María (Camino, 495).
En esta misión en el mundo que Jesucristo ha querido compartir con nosotros – yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mt 28, 20) –, con su cercanía, nos transmite su alegría. Podemos cultivar, cada vez que vayamos a visitar con cariño a su madre Santísima, el deseo de vivir en todo momento, en cada circunstancia de nuestro día, ante dificultades y alegrías, sabiendo que no estamos solos: la Reina de los apóstoles, como estaba junto a ellos en los primeros pasos de la Iglesia (cfr. Hch 1, 12-14), no nos abandona nunca. Después de que el Maestro, mientras asciende a la diestra de Dios Padre, les ha dicho: “id y predicad a todas las gentes”, se han quedado los discípulos con paz. Pero aún tienen dudas: no saben qué hacer, y se reúnen con María, Reina de los Apóstoles, para convertirse en celosos pregoneros de la Verdad que salvará al mundo (Surco, 232).
No dejéis de uniros a mi oración por los veinticinco nuevos sacerdotes de la Prelatura que recibieron la ordenación el pasado día 20 en Roma.
Con la alegría de la Pascua y con todo cariño, os bendice
vuestro Padre
Roma, 25 de mayo de 2023