Ayudando a mujeres embarazadas: financiación y un local donde trabajar

Nos quedamos sin fondos para seguir con los proyectos de ayuda que teníamos previstos.

Photo: Andrew Itaga (CC)

Con mi esposo, trabajamos en una institución que acoge y orienta a madres embarazadas que quieren abortar. Es una institución que brinda servicios gratuitos e inició la labor con dos proyectos financiados.

En el año 2010, ambos proyectos ya se terminaron y la oficina no contaba con fondos. Fuimos pidiendo ayuda local y, con el apoyo de casi cien personas que donaban mensualmente, se lograban cubrir costos mínimos, ya que las donaciones eran pequeñas.

Debíamos trasladarnos porque la casa donde nos permitieron trabajar por un año, sin pagar alquiler, ya la necesitaban, por lo que no teníamos dónde ir. Íbamos aplazando la fecha porque no aparecía ni el lugar ni el dinero para alquilar algo. Empezamos a pedir a don Álvaro, día tras día.

Un día, pasados ya casi tres meses de aplazada la fecha de salida de la casa donde estábamos, el dueño del local se encontró con mi esposo y le dijo: “Se van este sábado”. Para esto habíamos buscado ayuda y visto más de treinta lugares, los cuales no solo eran caros sino inapropiados.

Increíblemente, el miércoles anterior al sábado en el que estaba fijado el traslado, nos avisaron de que una institución pagaría el alquiler. Pero no teníamos aún a dónde ir.

nos trasladamos al lugar más adecuado de todos los que habíamos visto

El viernes, luego de adorar al Santísimo en grupo, seguimos pidiendo a don Álvaro, con la ilusión que “algo” pasaría. Volvimos a llamar a algunos locales que no lograron contestar en su momento. Contacté con una inmobiliaria que me mostró un piso completo, adecuado y muy bien ubicado. El precio era elevado, pero le ofrecí lo que había. Ella me dijo que consultaría. Le comenté la labor que hacíamos. Por la tarde llamaron, hicieron algunas preguntas y me indicaron que aceptaban la oferta.

Efectivamente, ese sábado nos trasladamos al lugar más adecuado de todos los que habíamos visto. La casa era de una congregación religiosa que antes usaba ese piso para albergar mujeres embarazadas. Incluso tenían un oratorio con el Santísimo Sacramento en el piso de arriba.

Gracias a don Álvaro, pudimos conseguir lo imposible. El lunes siguiente ya estábamos trabajando en la nueva dirección.

M.C.


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