Andrés y Priscila: cuando la vida da un vuelco

Priscila Ormeño y Andrés Poblete viven en La Pintana (Chile). Su fe, su entrega a Dios y sus ganas de educar hijos cristianos, son los pilares que los unen. A pesar de las dificultades, que no son pocas, saben que saldrán adelante si se apoyan en el bastón de la oración.

Una foto de la familia Poblete Ormeño.

Se conocieron de 14 y 17 años respectivamente, llevan 25 años juntos y tienen 5 hijos. Así empieza la historia que une a los Poblete Ormeño, quienes se casaron por la Iglesia Católica hace 13 años. “Nuestra vida dio un vuelco, porque cuando uno empieza a conocer a Dios quiere que siempre habite en uno”. Priscila recibió la primera Comunión que tanto anhelaba y Andrés realizó arreglos en la Parroquia Jesús del Buen Pastor, de La Pintana (Chile) y en el hogar de niños discapacitados que atiende esta. "Poco a poco fuimos ordenando nuestra vida cara a Dios, comenta Andrés, quien recibió el Bautismo días antes de casarse".

Cuando nos casamos, comprendimos que la fe era la columna vertebral que nos uniría. Queremos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, aunque a veces haya que remar contra corriente. pero sabemos que no estamos solos

Sus hijos asisten a los colegios Almendral y Nocedal, de la Fundación Nocedal, donde reciben formación espiritual del Opus Dei y Benjamín, su hijo mayor, participa en el club juvenil Quizapu. "Intentamos educar a nuestros hijos con el ejemplo, así tratamos de inculcarles la fe, asistiendo con ellos a misa, fomentando las virtudes; si uno quiere sacar a los hijos adelante, se puede, pero siempre de la mano de Dios".

Recuerdos del primer día de clases en el Colegio Almendral y del Bautizo de la menor de los Ormeño Poblete.
"Que vuestros hijos vean que procuráis vivir de acuerdo con vuestra fe. que Dios no está solo en vuestros labios. que está en vuestras obras: que os esforzáis por ser sinceros y leales. que os queréis y que los queréis de veras". San Josemaría, Es Cristo que pasa, 28.

En febrero del 2021, Andrés tuvo un grave accidente en el mar y estuvo al borde de la muerte. Muchas personas rezaron por él y continúan muy preocupadas por su salud, ya que está en rehabilitación. “Al momento del accidente supe que Dios era misericordioso y que me iba a escuchar”, explica Priscila.

Debido al accidente, Andrés no ha podido volver a trabajar, pero han salido adelante gracias a una sola razón: la oración. "Hemos confiado toda nuestra historia familiar en Dios, y sabemos que el que nos va a llevar a todos a puerto es Él”.