Como en otros lugares, el domingo 13 de noviembre tuvo lugar una misa de clausura del Año santo de la misericordia en la iglesia prelaticia. Ofrecemos algunos extractos de la homilía pronunciada por Mons. Javier Echevarría.
El Prelado ha profundizado en la parábola del hijo pródigo “que san Josemaría comentó muchas veces, porque expresa perfectamente la misericordia del Padre. Fijémonos en ese padre que sale cada día de su casa, sin abandonar el propio hogar para comprobar si su hijo regresaba. Apenas lo ve venir, corre a cubrirlo de besos”.
A lo largo de este año, ha continuado el Prelado, “el Señor nos ha hecho comprender en qué debemos mejorar. Hemos entendido que la misericordia no es sólo compasión, sino amor, amor que se hace servicio”.
“¿Qué he hecho en este año de la misericordia? –ha invitado a preguntarse–. ¿He servido en la familia? ¿He ayudado a mis compañeros en el trabajo? ¿He disculpado a mis amigos? Imaginad la mirada del padre cuando divisa al hijo pródigo. Con esa mirada –llena de alegría, de comprensión, de afecto– debemos mirar a los demás”.
“Llenemos las calles del amor de Dios”, ha concluido. “Cuando salgáis por la ciudad, rezad por las personas, también por quienes no conocéis. Esta actitud nos dispondrá, en cualquier circunstancia, a ser más serviciales. Y la Virgen, que miró a su Hijo en la cruz, nos enseñará a ser misericordiosos con los demás".