Amor conyugal
El matrimonio está hecho para que los que lo contraen se santifiquen en él, y santifiquen a través de él: para eso los cónyuges tienen una gracia especial, que confiere el sacramento instituido por Jesucristo.
Trabajo del hogar
¡Es una cosa de primera importancia el trabajo en el hogar! Por lo demás, todos los trabajos pueden tener la misma calidad sobrenatural: no hay tareas grandes o pequeñas; todas son grandes, si se hacen por amor.
Comprometidos con Dios, con la verdad y la justicia
"¡Comprometido! ¡Cómo me gusta esta palabra! —Los hijos de Dios nos obligamos —libremente— a vivir dedicados al Señor, con el empeño de que Él domine, de modo soberano y completo, en nuestras vidas".
Corpus Christi
Es la profundidad del amor del Señor, lo que le ha llevado a quedarse oculto bajo las especies sacramentales.
Humanizar el trabajo
La mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad.
La Ascensión del Señor
La fiesta de la Ascensión del Señor nos sugiere también otra realidad; el Cristo que nos anima a esta tarea en el mundo, nos espera en el Cielo. En otras palabras: la vida en la tierra, que amamos, no es lo definitivo.
En la fiesta de Pentecostés
Los discípulos, que ya eran testigos de la gloria del Resucitado, experimentaron en sí la fuerza del Espíritu Santo: sus inteligencias y sus corazones se abrieron a una luz nueva.
¡Madre! —Llámala fuerte, fuerte
Las jaculatorias son oraciones breves y afectuosas que se dirigen –se lanzan- a Dios, a Jesucristo, a su Madre, madre de Dios y madre nuestra. San Josemaría las tomaba de la Sagrada Escritura o del tesoro de la tradición cristiana; otras veces surgían espontáneas: siempre estrechamente relacionadas con su vida y con las necesidades del mundo entero. Las decía con todo el corazón y toda la intensidad de que era capaz. Recogemos algunas de ellas.
Para saborear el amor de Dios
Como le gustaba considerar a san Josemaría, todas las maravillas del mundo no son nada comparadas con Dios: "¿No seremos nosotros capaces de removernos ante ese inmenso amor de Dios tan mal correspondido por la humanidad?"