Curada de hemorragia cerebral y EPOC por la intercesión del doctor Cofiño

Un 5 de junio nació el venerable Ernesto Cofiño, médico y siervo de Dios cuya vida estuvo marcada por el servicio a los más necesitados. En este aniversario, compartimos el testimonio de Patty, una madre de familia que experimentó dos curaciones extraordinarias atribuidas a la intercesión del doctor Cofiño.

Patty es madre de familia, tiene 57 años y tres hijos. Durante 30 años trabajó en Junkabal, un centro de formación y desarrollo de jóvenes y mujeres en Guatemala que fue impulsado por el doctor Ernesto Cofiño y su amigo Samuel Camhi, quien donó el terreno donde se construyó. En este vídeo nos cuenta cómo nació y creció su devoción al venerable Ernesto Cofiño.

En Junkabal, Patty había escuchado hablar del doctor Cofiño, especialmente sobre su proceso de beatificación, pero la verdad no le ponía mucha atención… hasta que la vida la llevó a experimentar su cercanía de una forma muy personal.

Por cierto, Junkabal es una palabra cakchikel, acomodada a la escritura y lengua española quiere decir «Calor de Hogar».

El primer favor durante la Navidad

En el año 2007, mi hija tenía 15 años cuando comenzó a sufrir unos dolores de cabeza muy fuertes. Luego vinieron las convulsiones. La llevamos de emergencia al hospital y el diagnóstico fue devastador: tenía una hemorragia cerebral causada por un hemangioma cavernoso en el parietal derecho. La cirugía era urgente y muy delicada, explicaron los médicos. En un hospital privado era demasiado costoso y solo un hospital público tenía la capacidad para realizarla.

En busca de una segunda opinión, le hicimos otra resonancia y la llevamos a otro médico. Cuando vio las imágenes, nos dijo algo que nos dejó sin palabras: 

—Ella ya está operada.

—Y preguntó sorprendido: «¿Cuándo fue esto?».

Le contamos que todo ocurrió el 24 de diciembre. El médico insistía en que, según la resonancia, ya había pasado por una cirugía, pero eso nunca ocurrió.

Desde diciembre hasta febrero, Patty y su familia hicieron muchas novenas al doctor Cofiño pidiendo que todo saliera bien. Y no solo salió bien, sino que la operación ya no fue necesaria. Él se adelantó, dice Patty.

Cinco años después, en 2022, el neurocirujano pidió una resonancia de seguimiento. El técnico que la atendió, al ver las imágenes, le preguntó: 

—¿A usted por qué le están haciendo una resonancia? Aquí no hay señales de que le haya pasado nada.

Fue como si nada hubiera sucedido.


Rece la oración para pedir por la intercesión del venerable Ernesto Cofiño


Una batalla personal

En 2017, Patty empezó a sufrir crisis de asma cada vez más frecuentes. Consultó a un colega médico, y él, al ver su estado, le dijo:

—Esto no es solo asma. Algo anda mal.

Me mandó a hacer una radiografía, y el resultado era sobrecogedor: había perdido un pulmón entero. El diagnóstico fue EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), una afección considerada irreversible. Los médicos le dijeron que, con cuidados estrictos, tal vez viviría entre cinco y diez años.

«Me puse en manos de Dios», relata Patty. Una amiga suya se negó a aceptar ese destino y comenzó a rezarle al doctor Cofiño y animó a mucha gente a hacer lo mismo. Mientras tanto, la salud de Patty se deterioraba: dejó de caminar y la gente le decía que su piel se volvía azulado por la falta de oxígeno.

Pero algo cambió. Poco a poco empecé a sentirme mejor. Me animé a ir con un neumólogo para que me ayudara a iniciar el tratamiento. Llevé la radiografía y, cuando el médico la vio, me dijo: 

—¿Por qué me trae una radiografía de unos pulmones sanos?

— «Yo pensé que era un error de la máquina», explica Patty.

Volví donde mi colega con la radiografía, la revisó y me preguntó si me había hecho otra. Le dije que no, que era la misma. Me miró y dijo: 

— «¿Y cómo es que tus pulmones están bien?» Y aunque él no es creyente, me dijo: «Esto es un milagro».

Un propósito más grande

Ya pasaron esos cinco años en los que, según los pronósticos, patty no estaría contando esta historia. Y justo cuando se cumplía ese tiempo, su mamá sufrió un derrame cerebral. 

«Si yo no hubiera estado viva y bien, no la habría podido cuidar. Ahora entiendo que todo tenía un propósito. Estoy profundamente agradecida al doctor Cofiño. Para mí, es mi médico de cabecera. Cada vez que me duele algo, no dudo en hablarle con confianza, porque sé que intercede por nosotros.

Este es mi testimonio, y lo comparto con el corazón lleno de gratitud».


Conoce más de la vida de Ernesto Cofiño en este vídeo