Te sentirás plenamente responsable cuando comprendas que, cara a Dios, sólo tienes deberes. ¡Ya se encarga Él de concederte derechos! (Surco, 946)
Un pensamiento que te ayudará, en los momentos difíciles: cuanto más aumente mi fidelidad, mejor contribuiré a que otros crezcan en esta virtud. –¡Y resulta tan atrayente sentirnos sostenidos unos por otros! (Surco, 948)
Corres el gran peligro de conformarte con vivir –o de pensar en que debes vivir– como un "niño bueno", que se aloja en una casa ordenada, sin problemas, y que no conoce más que la felicidad.
Eso es una caricatura del hogar de Nazaret: Cristo, porque traía la felicidad y el orden, salió a propagar esos tesoros entre los hombres y mujeres de todos los tiempos. (Surco, 952)