​Una llamada a la acción y a la misericordia

Trabajo en un hospital de pacientes con cáncer. Hago trabajo remoto desde que el gobierno peruano decretó la cuarentena, a mediados de marzo. Sin embargo, vi con claridad que Dios me pedía más trabajo solidario, ayudando a los pacientes con COVID-19 en Lima y sus alrededores. Así comenzó esta historia.

A raíz de la pandemia de coronavirus, me he enrolado como médico voluntario del Ministerio de Salud peruano, el cual cuenta con una plataforma virtual que permite tratar directamente a pacientes con COVID-19 y a otros que sufren de otras enfermedades. Somos una alternativa a los teléfonos de emergencia, que se han visto desbordados por el elevado número de casos.

La necesidad de ser escuchados

Los pacientes están muy solos, necesitan que se les escuche. En estos meses, he podido oír las preocupaciones de muchos y hablarles de Dios. Fue el caso de una periodista, que por su trabajo se había acercado mucho a los enfermos y temía haberse contagiado. Conversamos por chat dos veces, me comentó que la oración a Dios y a la Virgen la habían tranquilizado. Le sugerí que siguiéramos en contacto.

A pesar del corto tiempo que podemos dedicar a cada paciente, intento dejarles un mensaje de confianza en Dios y les pido que tengan serenidad. He tenido cerca de diez pacientes graves, que he derivado rápidamente a un hospital, rezando para que puedan recibirlos porque no hay camas disponibles. A veces, ingresa al chat la esposa u otro familiar. El apoyo entre todos es lo que más les ayuda a sobrellevar el dolor y sufrimiento.

Gratitud a pesar de la enfermedad

Valoran la unión familiar, en estos tiempos de aislamiento.

Casi todos los pacientes terminan la consulta escribiendo: “Que Dios la bendiga”. Las primeras palabras del chat son a veces muy temerosas, pero con un poco de paciencia, se llega al corazón y se sienten tranquilos, aun cuando les estoy diciendo que su diagnóstico más probable es enfermedad respiratoria por COVID-19. En varias oportunidades, he realizado consultas multifamiliares. Ha sido muy útil retomar prácticas que no tenía desde que era interna de Medicina, hace más de treinta años. Cierta vez, conocí a una abuelita que se había contagiado de coronavirus, junto con su hija y nietos. Felizmente, sus casos eran leves. Aceptaron con alegría que les dijese que podían rezar juntos, poniéndose mascarillas y comiendo sano. Han empezado a rezar el Rosario en familia, como nos ha pedido el papa Francisco en su carta con ocasión del mes de mayo dedicado a la Virgen. Valoran la unión familiar, en estos tiempos de aislamiento.

Con médicos voluntarios jóvenes

Cynthia cuenta con el apoyo de Olga, también endocrinóloga, y de la mamá de Olga, que vive en Iquitos, donde los casos de coronavirus no cesan y hay varios médicos fallecidos. La mamá de Olga ha creado un grupo en Facebook que le ha permitido recolectar dinero para proveer de elementos de protección personal a los médicos y otros profesionales de la salud, de esa ciudad.A mí me ayuda en mi vida personal y en el apostolado esta experiencia con el dolor, que es una llamada a la acción y a la misericordia. Conversé sobre ese tema con Cynthia, endocrinóloga, que es médico joven con inquietudes espirituales. Ella lidera un grupo de WhatsApp que se llama pa’ servirte, el cual reúne a médicos voluntarios jóvenes que se han puesto a disposición de los pacientes para escucharlos y darles remedio a sus molestias o derivarlos a los establecimientos de salud.

Incondicionales para ofrecer ayuda

A Cynthia y Olga las conocí cuando eran médicos residentes, fueron a hacer una rotación por mi hospital, nos hicimos amigas, pudieron conocer algo sobre la Obra; nos mantenemos en contacto frecuente. Cynthia ha venido al centro antes de la pandemia, para conversar.

Un tema importante es conocer a alguien en las provincias de donde se conectan los pacientes. Rosana, una colega que trabaja en Chiclayo y va por el centro de la Obra en esa ciudad, es incondicional para ofrecer ayuda. Hace poco nos dio datos de empresas que podían suministrar oxígeno a domicilio a los pacientes graves con COVID-19, pues en los hospitales ya no había.

"SE COMPRUEBA CÓMO EL ESPÍRITU DE SERVICIO ES EL ALMA DE LA SOCIEDAD"

Rezo para que pronto Rita, que es de la Obra, pueda volver a Chiclayo y Rosana, amiga de ella, siga asistiendo con continuidad a los medios de formación en el centro cultural Alcorce de esa ciudad. Si Dios quiere, podría recibir la vocación a la Obra.

Como nos recuerda el Prelado del Opus Dei, en esta situación de la pandemia, se comprueba cómo el espíritu de servicio es el alma de la sociedad.