Un mensaje actual

El último sábado 6 de julio en el diario “El Tiempo” de Piura se publicó un artículo de la doctora Luz Pacheco, docente de la Facultad de derecho de la Universidad de Piura sobre el mensaje de san Josemaría.

Vivimos años en los que da la impresión, que la mentira, la venganza y la codicia fueran los principales ingredientes de la vida social y política en nuestro país y en muchos otros, que sufren las consecuencias de la corrupción y de la violencia verbal y física.

Ante ello, podemos caer en el desinterés de trabajar por una sociedad solidaria, con menos pobreza y más cultura. Por eso, recordemos el mensaje del fundador de la Universidad de Piura, san Josemaría Escrivá, que es un poderoso revulsivo para despertar las conciencias aletargadas de quienes buscan su felicidad personal al margen del resto de la sociedad.

En su libro Surco san Josemaría nos recuerda que “si encontramos personas que piensan distinto hemos de aprender “a disentir —cuando sea preciso— de los demás, con caridad, sin hacerte antipático”. Nos alienta a huir de “los sectarismos, que se oponen a una colaboración leal”, lo cual exige tener “hambre de formarse para no correr el riesgo de difundir o defender, por ignorancia, criterios y posturas que están muy lejos de concordar con la verdad”.

Advierte que “los hombres mediocres, mediocres en cabeza y en espíritu cristiano, cuando se alzan en autoridad, se rodean de necios: su vanidad les persuade, falsamente, de que así nunca perderán el dominio.Los discretos, en cambio, se rodean de doctos —que añadan al saber la limpieza de vida—, y los transforman en hombres de gobierno. Y que, al ejercer “un puesto de responsabilidad, al ejercer tu tarea, recuerda: lo que es personal, perece con la persona que se hizo imprescindible”.

“Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos…”

Animó a los directivos a “rechazar la ambición de honores; contempla, en cambio, los instrumentos, los deberes y la eficacia”. También alentaba a guardar silencio, si no se podía alabar a alguien. En definitiva, afirmaba: “Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos…” Estamos a tiempo: el Perú lo necesita.