Tras los pasos de Jesús: Convivencia en Saxum

Del 6 al 16 de febrero de 2022 se desarrolló la primera convivencia internacional de supernumerarias para Latinoamérica tras la pandemia, en Saxum (Jerusalén), con la participación de 40 fieles del Opus Dei de 12 países: México, República Dominicana, Chile, Colombia, Paraguay, Honduras, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Argentina, Venezuela y Perú. Paz Gutiérrez de México y Sara Vásquez de Perú, cuentan su experiencia.

Fue en octubre de 2021, y en algunos casos muy a finales de año, cuando recibimos una invitación inesperada para participar de una Convivencia en Saxum, en Jerusalén. El solo pensarlo nos llenó de ilusión, por lo que la respuesta inmediata fue “sí”, Faltaban unos meses para la convivencia programada a principios de febrero de este año.

Todas pensábamos que, para ese entonces, el COVID-19 y sus variantes estarían controlados, los países que mantenían cerradas sus fronteras, -Israel entre ellos- las habrían abierto, y las líneas aéreas que habían cancelado vuelos e impuesto todo tipo de restricciones, habrían normalizado sus servicios.

Pese a las dificultades, nos esforzamos para tener listo lo que se requería para emprender el viaje que Ana -una de las responsables de organizar el viaje- con toda paciencia, trataba de agilizar: además de la carta invitación de Saxum, reservaciones de avión y pagos correspondientes, había que tener seguro médico, certificados en código QR de las 3 vacunas COVID y prueba negativa previa a abordar el avión.

Habiendo superado todo eso, al llegar a Tel Aviv, había que pasar por la prueba PCR y permanecer en un hotel hasta recibir el resultado negativo, con la advertencia de que, en caso de resultar positivo, las autoridades israelíes se encargarían de aislar al paciente durante la cuarentena.

Tantos requisitos aumentaban las tensiones mientras pedíamos, con mucha fe, seguras que si Dios quería llevarnos a Saxum, se encargaría de allanarnos el camino. ¡Cómo rezamos por Beverly, de Venezuela, quien apenas unos días antes de su fecha de salida, recibió la visa que necesitaba para viajar; y por Adriana, de México, a quien justo antes de subir al avión, le avisaron que su esposo se había puesto enfermo y tuvo que regresar para atenderlo!

En el mar de Galilea

Fuimos verdaderamente afortunadas de participar en la primera Convivencia de supernumerarias para Latinoamérica luego de la pandemia, pues apenas se estaban reactivando todas las actividades en Tierra Santa y pudimos recorrer cada uno de los lugares santos prácticamente solas, ¡los teníamos a nuestra total disposición!, sin la presión del tiempo ni la de grupos de peregrinos que nos exigieran pasar por cada lugar de manera rápida.

NOS EMOCIONABA PENSAR, AL EMPEZAR NUESTRO DÍA, QUE RECORRERÍAMOS LOS LUGARES POR DONDE PASÓ JESÚS, CON LA POSIBILIDAD DE DETENERNOS A REZAR EN CADA SITIO Y, QUE ADEMÁS, PODRÍAMOS PARTICIPAR DE LA SANTA MISA EN UN LUGAR SANTO DIFERENTE CADA DÍA.

Fue verdaderamente un regalo de Dios poder vivir esta experiencia inolvidable, pues cada día era una emoción y una vivencia diferente, cada una más enriquecedora que la otra. Nos emocionaba pensar, al empezar nuestro día, que recorreríamos los lugares por donde pasó Jesús, con la posibilidad de detenernos a rezar en cada sitio y, que además, podríamos participar de la Santa Misa en un lugar santo diferente cada día.

Estrella que indica el lugar donde nacio el Niño Jesús

Fue maravilloso recorrer Belén, el lugar donde nació Jesús o caminar por las callecitas empinadas de Nazareth, recorriendo cada espacio e imaginando que por allí pasó su infancia el niño Jesús.

Caminar por Cafarnaúm, ciudad donde Jesucristo realizó muchos de sus milagros; rezar un Padrenuestro en el mismo lugar donde los apóstoles le pidieron al Señor que les enseñe a hacer oración; detenernos a rezar, en la basílica de Getsemaní, hincadas ante la roca en la que Jesús rezó a su Padre Dios en el huerto de los Olivos; contemplar la maravilla del paisaje acompañada de un momento de oración atravesando las aguas del mar de Galilea; subir al monte de las tentaciones donde Jesús ayunó 40 días y 40 noches; observar desde lo alto el mismo panorama que vio Jesús; visitar Ain Karim, ciudad donde la Virgen fue presurosa a visitar a su prima santa Isabel al enterarse que estaba embarazada; conmovernos en la Santa Misa celebrada en el Cenáculo, lugar en que se instauró la Eucaristía y el Sacerdocio; bajar a la gruta donde el Verbo de Dios se hizo carne; ¡qué lugar tan sobrecogedor!.

Después de la misa a orillas del mar de Galilea

Todas sabemos que jamás podremos volver a rezar el Vía Crucis de la misma manera, sin remontarnos a aquél que rezamos en esta peregrinación por las callecitas de Jerusalén, siguiendo la ruta por donde pasó Jesús, en medio de un mercado y del bullicio de la calle. La experiencia en el muro de las lamentaciones y la visita al Templo de Jerusalén, quedarán marcadas también en nuestros corazones, pues nos llevaron a rezar mucho por los judíos que siguen esperando la llegada del mesías. Qué impresionante también estar en el río Jordán, donde Jesús fue bautizado por Juan.

Tantos lugares visitados, los mismos que infinidad de veces imaginamos mentalmente al leer los pasajes del Evangelio y que ahora, los podíamos recorrer, como un personaje más.

Vía Crucis por las calles de Jerusalén

Un momento que se quedará eternamente en nuestra memoria y en nuestros corazones fue la noche que pudimos pasar en el Santo Sepulcro, rezando y recorriendo cada lugar de esta imponente basílica, que representa tanto para los católicos, pues fue allí donde tuvo lugar el más grande acto de amor de Dios por los hombres, al entregar Jesús su vida y donde se realizó la Redención. Solo entrar en ese lugar santo ya es especial y una experiencia inexplicable. Es impactante y sobrecogedor el estar allí, por eso la Santa Misa a la que asistimos en esa madrugada es uno de los recuerdos más entrañables que podemos tener de este viaje.

Al llegar a Saxum, cada una tenía sus pendientes y preocupaciones puestos en manos de Dios; cada una tenía una anécdota más divertida que la anterior, con tantas historias a cuestas que compartimos durante las tertulias que, en medio de un ambiente de apertura y confianza, nos hicieron pasar los mejores momentos, despertando mayor cariño y admiración por cada una de nosotras. ¡Qué ejemplo el de Yeya!, quien a sus 84 años viajó sola desde Argentina superando mil obstáculos, desde llegar sin equipaje al hospedaje inicial, hasta quedarse incomunicada porque su celular se había desconfigurado y no había forma de hacerlo funcionar; inconvenientes que se solucionaron gracias a la intercesión de Don Álvaro y que no le hicieron perder la paz ni la alegría durante la convivencia. Su presencia elegante y discreta, su ánimo alegre, su paso diligente -apoyada en su bastón-, y en especial, el fervor con el que visitó, sin perderse una sola de las visitas a los santos lugares, nos tenía edificadas, animándonos a seguir su ejemplo. Nunca imaginamos que, a su regreso de Tierra Santa, como le sucedió a Don Álvaro, tendría lugar su encuentro definitivo con Dios: un cáncer fulminante se la llevó a las pocas semanas.

En el cenáculo

Nos conmovió también el testimonio de Madel, proveniente de México; su esposo que había fallecido hacía pocos meses a causa de la pandemia, le había regalado un viaje a Tierra Santa, viaje que planeaban hacer juntos. En Saxum vivió su convivencia con la alegría de quien acepta la voluntad de Dios sabiendo que le acompañaba desde el cielo. Una historia parecida, fue la de Susy, también de México, quién faltando poco menos de un mes para la partida, perdió a su esposo y aún con ese dolor tan vivo, muy abandonada y sostenida por las oraciones de todas, siguió adelante con los planes de la Convivencia en Saxum, que la ayudó a sobrellevar ese momento tan difícil.

La experiencia de Rosa María, de Honduras, nos animó a acudir con fe a la intercesión de nuestro Padre. Su suegra le había regalado Es Cristo que pasa; y ella, sin conocer al autor lo leía de vez en cuando y anotaba sus consejos. En una ocasión, estando en el supermercado, una señora le dio la estampa amarilla de san Josemaría, animándole a rezar la novena cuando le comentó que no podía tener hijos. Entonces reconoció que san Josemaría era el sacerdote autor del libro que tanto le gustaba; rezó con devoción la novena y, al terminarla, quedó esperando su primer hijo; y más adelante, llegaron otros tres.

No menos emotiva y edificante fue la vivencia de Marisol, de El Salvador, ante el reencuentro que tuvo con miembros de su familia de origen palestino, pertenecientes a la pequeña comunidad de católicos que viven en Belén. Lo mismo ocurrió con Patty, chilena de nacimiento que procedía de República Dominicana donde ahora vive, quien también pudo reunirse con sus familiares de origen palestino, establecidos en Belén, a los que no conocía y con quienes logró contactar previamente para concretar el ansiado encuentro.

No menos entrañable fue el testimonio de Paty y de Alicia, su mamá, a quienes, al conocer la Obra en Colombia, les cambió su vida para mejor.

Cuántos ejemplos recibimos unas de otras, cuántos detalles de cariño nos demostraron, como los dulces típicos que Paty y Karla nos mandaron preparar en forma de “saxurritos” (que son los burritos de Saxum) y la cantidad de recuerdos que cada una llevó de su país.

Un regalo especial fue que esta convivencia logró que nos reuniéramos después de dieciséis años, ocho hermanas que somos de México: siete supernumerarias, que vivimos en diferentes ciudades del país y Gina, nuestra hermana numeraria que vive desde hace poco en Saxum.

Todo el grupo con la ciudad de Jerusalén de fondo.

Otra experiencia muy enriquecedora fue el tour por el "Visitor Center" de Saxum, museo interactivo ubicado en Saxum, en el que se ha puesto especial empeño y que permite conocer la cronología de la historia de la salvación. Gracias a ese trabajo, de gran utilidad e interés, se puede vislumbrar el panorama que abarca el territorio de Tierra Santa, y ubicar la historia del Pueblo de Israel en una línea de tiempo.

Andando tras las huellas por donde Jesús caminó, le descubrimos especialmente a través de cada una de las personas que participaron de esta Convivencia; cada una nos dejó una impronta imborrable.

Volvimos a nuestros países con el corazón henchido, decididas a contagiar en nuestras regiones el espíritu de la Obra, traducido en amor de Dios y cariño por todos, ese espíritu que el beato Álvaro nos dejó plasmado en la tierra de Jesús.

NO FUE CASUALIDAD QUE DIOS HAYA PERMITIDO QUE LLEGÁRAMOS TODAS LAS QUE HABÍAMOS SIDO CONVOCADAS, PARA SEGUIRLE MÁS DE CERCA, CAMINANDO SOBRE LAS HUELLAS DE SUS PISADAS EN TIERRA SANTA

No fue casualidad que Dios haya permitido que llegáramos todas las que habíamos sido convocadas, para seguirle más de cerca, caminando sobre las huellas de sus pisadas en Tierra Santa, para descubrir, con nuevas luces, rasgos de su Humanidad Santísima en el lugar donde nació, AHÍ donde todo comenzó,como insistía, una y otra vez, el sacerdote que atendió la Convivencia.

Paz Gutiérrez y Sara Vásquez Perú