En la localidad aragonesa de Villanueva de Gállego (Zaragoza) se dieron encuentro un buen grupo de paisanos del célebre catedrático de Ciencias Naturales del Instituto Nacional Ramiro de Maeztu de Madrid, Tomás Alvira, con muchas personas, familiares y amigos provenientes de la vecina ciudad de Zaragoza y otros lugares para asistir a la presentación de la biografía documentada.
Previo a la celebración del acto los vecinos de la localidad y los foráneos visitaron una exposición fotográfica de la ciudad de Villlanueva de Gállego que reúne imágenes de la familia y contemporáneos de Tomás Alvira y su mujer, Francisca Domínguez Susín, y de sus ocho hijos en la localidad y en otros lugares, combinadas con otras fotografías más actuales con las que se puede apreciar el gran desarrollo experimentado por Villanueva desde el nacimiento de Tomás hasta la actualidad.
Fue muy aplaudida, por su carácter emotivo y personal, la intervención de la doctora en filosofía María Isabel Alvira, hija del homenajeado, que estudió la carrera y realizó el doctorado en la Sorbona y que vive en París desde entonces. Con la frase: “Mi padre fue mi mejor educador”, resumió la dedicación de Tomás a cada uno de sus hijos y, paralelamente, a los alumnos y padres de familia que trató a lo largo de su extensa carrera docente.
Alfredo Méndiz, autor de “Tomás Alvira, Vida de un educador (1906-1992)”, que trabaja en Roma desde hace muchos años, delineó extensamente las características de la extraordinaria personalidad de Tomás Alvira, sin dejar de aludir a un tema tan actual como la conciliación entre trabajo y familia y la capacidad de conexión con personas y familias de toda clase y condición.
Finalmente, José Carlos Martín de la Hoz, sacerdote, teólogo e historiador, como postulador diocesano de la Causas de Canonización de Tomás Alvira y de su esposa, Francisca Domínguez Susín, glosó brevemente la seriedad y rigor jurídico con la que se ha llevado a cabo esta Causa de beatificación y canonización y el estado actual de la Causa, ya situada en su fase romana. Culminó su breve intervención pidiendo a los creyentes presentes en el acto que solicitaran de Dios, a través de la intercesión de Tomás y Paquita, todas sus necesidades espirituales y materiales.
Tanto el acto como la exposición fotográfica han estado organizadas y presididas por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de la localidad, quien aprovechó la ocasión para dar la bienvenida a las personas llegadas al pueblo para la ocasión y se congratuló del prestigio profesional y categoría personal de Tomás como hijo de Villanueva y modelo para las nuevas generaciones.
Unos días antes la Universidad Villanueva y Fomento de Centros de Enseñanza acogieron la presentación de la biografía de quien fue clave en la historia de ambas instituciones.
El acto fue organizado por la Universidad Villanueva y Fomento de Centros de Enseñanza, ya que el libro es la biografía de quien fue protagonista en los inicios de ambas instituciones: formó parte de Fomento de Centros de Enseñanza desde 1965 hasta 1976, año en el que fundó la Escuela de Profesorado de Fomento de Centros de Enseñanza, de la que fue director hasta 1986, y que ha tenido su continuidad en la Universidad Villanueva.
El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en su intervención afirmó: “La vida de don Tomás es una vida corriente: un profesor de enseñanza media, marido, padre, católico… pero su modo de vivir y de estar en la vida no fue corriente, porque lo cristiano no era un adjetivo: era lo sustantivo, y configuró su vida y su existencia”, dijo.
Por su parte, Alfredo Méndiz destacó de Tomás Alvira dos actitudes necesarias y complementarias en la educación: por un lado, guiar y orientar al alumno; y por otro, comprenderlo psicológicamente: “En esta segunda dirección es en la que se lleva a cabo la “orfebrería” educativa, que busca ayudar a cada persona a crecer (en voluntad, en carácter, en ciencia, etc.) de acuerdo con sus propias cualidades y predisposiciones naturales y no según un modelo de desarrollo estándar, igual para todos”.
Por su parte, María Isabel Alvira, octava de los nueve hijos de Tomás Alvira, habló sobre lo que denominó “pedagogía del cariño”: “él pensaba que en definitiva ahí estaba la clave de todo: en amar y enseñar a amar”, y acercó a los asistentes a la figura de su padre a través de anécdotas y vivencias.