Sastre peruano que cosió sotana al Beato Josemaría asistirá a su canonización

LimaVíctor Franco Delgado, sastre peruano de 90 años, jamás imaginó que vestiría a un santo, ni mucho menos que sería testigo de su canonización. “Es una bendición de Dios estar presente en San Pedro el seis de octubre, cuando Josemaría Escrivá de Balaguer, al que conocí personalmente en 1974, sea elevado a los altares”, expresó emocionado.

Franco, conocido experto en confecciones para el clero limeño, fue artífice de la sotana “peruana”, que usó el Fundador del Opus Dei en su estancia en el Perú (1974) y utilizó también en su catequesis en otros países.

Por su taller han pasado nuncios, cardenales, sacerdotes y los religiosos recoletos de Lima, pero como él mismo señaló, su cliente más connotado fue el Beato Josemaría Escrivá. “Desde que lo vi, observé en su rostro algo muy especial. Me di cuenta que estaba ante un santo. Es una sensación que uno no puede explicar, pero que se siente. Todo en él me impresionó tremendamente”, expuso.

Franco recuerda, que en esa oportunidad, mientras le tomaba las medidas, le explicó que el sacerdote debe siempre identificarse con su vestimenta sacerdotal, porque así, al salir a la calle, la gente que lo necesita puede acercarse a él con confianza.

“El Beato Josemaría tenía un trato sencillo y amable. Me preguntó dónde había aprendido mi profesión y se interesó mucho por mi familia. En la prueba le llamó la atención el “nivelador”, un aparato usado para marcar con talco la altura de la basta y, también, mi estilo de tomar las medidas”, manifiesta.

“Me admiró su generosidad pues me pagó una suma mayor al precio fijado. Estoy muy feliz, porque ahora puedo decir que he vestido a un santo. Para mí es una gracia de Dios este oficio con el que he podido servir a cientos de sacerdotes durante toda mi vida,” expresa visiblemente emocionado.

El sastre recuerda que “en la sotana, confeccionada con tela nacional, usé tres metros y medio. Le bajé medio centímetro al cuello para que el alzacuellos blanco se viera mejor. Sé que le gustó mucho la confección y cuando iba a otros lugares decía con orgullo: “esta sotana me la ha hecho un sastre peruano”.

Rememorando otros recuerdos de esos momentos, expuso que de los instrumentos utilizados sólo le quedan sus tijeras francesas que por haber tocado la tela de un santo, le han traído siempre clientes.” Las tarjetas con las medidas del Padre y el centímetro, los regalé a la Obra”, agrega.

Franco es un gran devoto de Josemaría “porque gracias a él, salió con vida de una operación de cálculo renal, que por tener una afección al corazón, era de alto riesgo. También el cáncer que padece se ha detenido y el médico está asombrado”, relata su hija María Rosa, su aprovechada discípula que le ayuda a coser y diseñar las sotanas.

“Todos los días le pido salud para mi familia. Juntos le rezamos la oración de la estampa y él intercede ayudándonos en nuestras necesidades. El seis de octubre le pediré la curación de mi hijo que tiene una lesión delicada”, agrega

Víctor Franco entendió muy bien el mensaje del Fundador del Opus Dei sobre la santificación del trabajo ordinario. En voz baja, temblorosa por la edad, nos confía: “ el secreto para confeccionar una buena sotana es poner amor de Dios en cada puntada, cortar con esmero y tener un buen gusto. Uno mismo debe ser juez de su trabajo y procurar que la próxima confección, sea mucho mejor. Estando alegres y cumpliendo con empeño la propia tarea, se puede llegar al cielo.”

Una máquina de coser a pedales, gruesas tijeras, alfileres, centímetros, una mesa sencilla y fotografías de monseñores con algunas de sus confecciones, adornan las cuatro paredes de su pequeño taller, donde día a día, el sastre sabe encontrar a Dios entre costuras y telas.