San Josemaría Escrivá: La compasión y la misericordia

Estas líneas nacen del llamado del Papa Francisco por el Año de la Misericordia y a la vez como un acto de amor agradecido hacia la persona de San Josemaría Escrivá de Balaguer y la obra que Dios quiso que fundara: el Opus Dei, institución de la Iglesia Católica cuya espiritualidad germina en la convicción de que todos somos hijos de Dios siendo nuestro trabajo el medio de nuestra santificación.

En efecto, ofreciéndole a Dios todas nuestras actividades cotidianas levantamos nuestras manos en oración junto a carismáticos y cristianos evangélicos, ayudamos al prójimo con nuestro esfuerzo como lo hacen tantos religiosos con los más pobres, y colaboramos para que esta sociedad sea más justa como lo hacen ateos y agnósticos de buena voluntad. Así, Dios se hace presente por nuestro amor a los demás en actos concretos, tal como lo enseñaron San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, San Ignacio de Loyola, San Juan Bosco y tantos otros santos que abrieron caminos de encuentro con el Señor para toda la humanidad.

Actualmente cualquier persona puede acceder desde el Internet a los escritos y material audiovisual de San Josemaría, en donde, con un lenguaje sencillo, nos enseña cómo entablar y acrecentar esta relación personal con Dios. Justamente aquí radica la esencia de este artículo ya que todo aquel que piensa y siente que este camino es el suyo, debe tener claro -en un primer momento-, que Dios no nos ama “a pesar de nuestros errores” sino precisamente “por ellos”. Que Dios ama con locura no lo que queremos “llegar a ser” sino lo que realmente somos. Que debe dejarse amar por Dios cuando creamos humanamente que no hay nada en nosotros que “merezca” ser amado.

Como segundo momento, que como movimiento en tiempo presente pasaría a ser el primero y así sucesivamente, este Amor nos debe empujar a entregarlo a los demás, sobre todo a aquellos que más lo necesitan de modo sensible y concreto tal como nosotros lo hemos necesitado de Dios en nuestros peores momentos.

De forma nítida, la mirada de San Josemaría se dirigía a todo aquel que ha cometido errores, errores que duelen recordar, que constriñen la existencia, ¿acaso él podía olvidarlos?, y es que una cosa es compadecerse del justo que sufre, inocente víctima de las circunstancias; y otra, compadecerse y tener misericordia del infame victimario que necesita saberse amado para poder arrepentirse, pedir perdón y perdonarse.

Entonces tiene sentido recordar este 26 de junio -fecha de su fiesta en la Iglesia-, el legado de compasión y misericordia plasmado en sus escritos, porque desde estos, San Josemaría nos invita a todas las personas, creyentes y no creyentes, a compadecernos de los sufrimientos y miserias ajenas desde nuestras vidas ¿De qué otro modo podríamos ayudar a sanar las heridas de la gente de nuestro mundo?

Aldo Llanos Marín

Publicado en Diario EXPRESO el sábado 18 de junio de 2016