Maraca: virtudes en 500 metros

"Cada persona debía convertirse en un factor de cambio". Con este objetivo Valeria, una joven médico venezolana con otras colegas y amigas emprendió un proyecto en la Isla Maraca para mejorar las condiciones de higiene de sus habitantes.

Mi primera experiencia de trabajo como médico fue en una pequeña isla, llamada Maraca. Era fácil darse cuenta de las muchas necesidades que tenían estas personas. Ancianos, adultos y niños acudían a la consulta por distintas enfermedades.

"Comenzamos a ir una vez al mes, unas 20 personas para enseñar a los más de 200 niños alguna virtud a través de dinámicas, juegos y charlas.

Me llamó la atención que la gran mayoría de estas enfermedades eran consecuencia de las malas condiciones de higiene en que vivía la población, era evidente como la cantidad de basura acumulada en sitios comunes, las aguas contaminadas por desechos humanos, y el poco cuidado de los recursos naturales favorecía el florecimiento de distintas patologías virales y bacterianas que enfermaban a los “maraqueños”.

Me llamó la atención que la gran mayoría de estas enfermedades eran consecuencia de las malas condiciones de higiene en que vivía la población

Hablando de esta situación con algunas colegas y amigas de diferentes carreras universitarias, lo primero que concluimos fue que para mejorar la isla, había que mejorar a las personas. No era suficiente soluciones que vinieran desde afuera, sino que cada persona debía convertirse en un factor de cambio. Por eso, empezamos por inculcar virtudes entre los niños, que son mayoría en esta pequeña isla. Así comenzamos a ir una vez al mes, unas 20 personas para enseñar a los más de 200 niños alguna virtud a través de dinámicas, juegos y charlas. Al tiempo trabajamos con las maestras y los adultos para reforzar nuestra labor.

Este proyecto nos ayudo a reflexionar acerca de la importancia de custodiar la creación, para custodiar al hombre. Pero quizás el gran descubrimiento, fue darnos cuenta de que el cuidado del ambiente y del hombre pasa necesariamente por la formación de hombres virtuosos capaces de vivir en armonía con los demás y con la naturaleza.

El gran descubrimiento fue darnos cuenta de que el cuidado del ambiente y del hombre pasa necesariamente por la formación de hombres virtuosos capaces de vivir en armonía

En este sentido las enseñanzas del Papa Francisco además de ser inspiradoras se convirtieron en un verdadero impulso para intentar pasar de la teoría a la práctica. Los niños experimentaron la alegría de vivir las virtudes y se dieron cuenta de que esta era la manera cuidar el ambiente perseverantemente y sacarle el mejor provecho.

Además, las enseñanzas de san Josemaría nos impulsaron en nuestro trabajo diario. El consideraba que las virtudes se ordenan al bien de los demás. En Amigos de Dios, aconsejaba: "Acudamos a María, Madre nuestra, la criatura más excelente que ha salido de las manos de Dios. Pidámosle que nos haga hombres de bien y que esas virtudes humanas, engarzadas en la vida de la gracia, se conviertan en la mejor ayuda para los que, con nosotros, trabajan en el mundo por la paz y la felicidad de todos".