​PAFE 2020: el año que nos enseñó a no rendirnos

Desde hace más de una década, en la ciudad del Cusco, el centro Cultural Pukara, con el centro cultural Sama (Lima) y el PAD-Escuela de Dirección de la Universidad de Piura, organizan conjuntamente una actividad para jóvenes universitarios a quienes capacita en la adquisición de competencias directivas y humanas, que les permitan ejercer un mejor desempeño en su vida profesional.

Clausura del Premio Kuyay 2018

A este programa originalmente se le llamó PFE (Programa de Futuros Empresarios), luego se convirtió en el Premio “Kuyay” (palabra en quechua que significa amar apasionadamente) y ahora es el PAFE (Programa Anual de futuros empresarios). A lo largo de este tiempo, más de un centenar de jóvenes del Sur peruano han seguido este curso.

La pandemia obligó a “reinventar” el PAFE adaptándolo a un formato virtual, manteniendo su esencia de dar una formación integral en humanidades y empresa. Uno ingresa al PAFE luego de un proceso de selección, tras el cual se convierte en “nominado” y a lo largo del curso tiene la posibilidad de contar con un asesor quien lo aconseja mediante sesiones de mentoría o coaching.

Leo Cornejo Vara es un joven tacneño, quien en las siguientes líneas relata sus experiencias en el programa del 2020 donde la virtualidad consiguió que se unieran los nominados de Apurímac, Arequipa, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna en un solo PAFE anual. Aquí su testimonio.

Jornada del Premio KUYAY, discutiendo bajo el método del caso, un tanto apretados, pero disfrutando al máximo.

Empezaba el 2020, un año que muchas personas esperaban con ansias e ilusión, un año para poder desarrollar distintos proyectos y objetivos planteados, un año que traía consigo mucha esperanza y ganas de seguir creciendo, seguir estudiando, seguir trabajando, todos con los mejores ánimos, desde jóvenes a adultos, en especial esos jóvenes, quienes están llenos de energía por demostrar al mundo de qué están hechos, esas ganas que se siente de seguir creciendo y comerse el mundo. Pasaron los primeros meses, todos con sus planes puestos en marcha, fue allí, exactamente allí, cuando el mundo decidió dar un giro inesperado, estábamos frente a un problema global, algo que ni los mejores expertos podrían haber previsto. Estábamos frente a una pandemia, un problema sanitario que conllevó al confinamiento y por consecuencia, a verse en la necesidad de cambiar radicalmente los planes de toda persona.

Pasaron los meses, el cuidado de la salud y de nuestros familiares era lo primordial para ese entonces, los planes podrían esperar. Llegó aproximadamente medio año, setiembre para ser más exactos, cuando un grupo de jóvenes, la mayoría aún universitarios cursando un año con clases a distancia, recibieron una noticia inesperada. Tal como todos los años, el PAD de la Universidad de Piura, el Centro Cultural Andahua de Arequipa, y el Centro Cultural Pukara de Cusco unieron esfuerzos para llevar a cabo lo que sería el PAFE, un programa que se llevaba a cabo todos los años, con fines de capacitar a jóvenes de distintas regiones en temas empresariales y de humanidades. Ese era un año distinto, si, más no fue motivo suficiente para posponer estos planes.

La noticia recibida por esos jóvenes, con la nominación a ser participantes de dicho programa, generó un poco de incertidumbre y curiosidad, pero eso sí, con mucha expectativa. Los mentores ya estaban listos, personas reconocidas profesionalmente y con mucha experiencia, esa experiencia que siempre es muy enriquecedora para los jóvenes. Ese año tendría que llevarse a cabo a distancia usando la tecnología, pero se llevaría a cabo, a fin de cuentas.

La cita ya estaba pactada, cada sábado por la tarde era una tarde distinta, ropa formal, todos elegantes, lapicero y libreta en mano para tomar apuntes de todo aquello que se desarrolle en clase, cátedra más que clase, con toda la transferencia de experiencia no sólo en temas empresariales, sino también en desarrollo de nuestras habilidades blandas, mejorar nuestra calidad de personas, resolución de problemas y toma de decisiones. El tiempo pasó bastante rápido en ese entonces, empezábamos la semana con la intriga de saber con qué nos encontraríamos el siguiente sábado. Llegó diciembre, y con ello el final de las sesiones, se aprendió mucho, se discutió mucho, distintos puntos de vista y opiniones en debate en cada clase, mucho aprendizaje. Es poco lo que se puede escribir aquí para describir aquella experiencia, pues no hay nada como vivirla por tu propia cuenta.

El 2020 fue un año distinto, un año que muchos recordarán como el año de la pandemia, el año de los planes y sueños frustrados, cosas negativas que nunca suman a nuestra vida. Fue un año muy distinto, si, ¿Cómo lo recordaremos nosotros?, lo recordaremos como el año de seguir aprendiendo, el año que nos enseñó a no rendirnos, que a pesar de lo distinta y difícil que se pueda poner la situación, nunca debemos dejar de crecer, lo recordaremos como el año que aprendimos a ser más empáticos, a mejorar como personas, el año que nos enseñó a que cada cosa que hagamos, debe estar también enfocada en servir a los demás. Nos llevamos muchos recuerdos gratos de esta experiencia, muchas enseñanzas que estoy seguro pondremos en práctica en nuestra vida profesional y personal, nos llevamos consigo el haber conocido muchas personas increíbles, con valores e ideales a imitar, personas que seguramente nos volveremos a cruzar en algún momento más adelante en nuestras vidas.

Nominados del Premio Kuyay 2019 en viaje de campamento de trabajo a comunidad matsiguenda de Shimaa, en Echarate, Cusco.

La ceremonia de clausura del PAFE fue atípica también, estoy seguro que fue la primera vez de muchos en asistir a una ceremonia llevada a cabo a distancia aún por temas mencionados al inicio, sin embargo, eso no quitó lo especial que ésta fue. Ceremonia en la que algunos tuvieron la dicha de ser clasificados a un programa presencial, que reuniría a los mejores de todo el Perú, el Programa de Iniciación a la Vida Empresarial (PIVE). Era momento de despedirnos y decirnos hasta luego, todos con una sonrisa agradecidos por todo lo aprendido en aquellas clases de sábado. Pero, ¿Qué es el PIVE? Esa ya es otra historia aparte…que da para otro artículo.