Nelly de Ferreyros: “Una mujer enamorada de Dios”

El último tres de marzo partió a la casa del Padre, Nelly Verme de Ferreyros, una de las primeras supernumerarias del Opus Dei en el Perú. María Rosa Tapia, quien formó parte de su círculo de amigas, traza una semblanza de su vida, resumida en la invitación del Papa Francisco a vivir la “santidad de la normalidad”.

Si algo caracterizó la vida de Nelly es que era una mujer “enamorada de Dios”; se palpaba en su pasión por acercar las almas a una vida de gracia y procurar la santificación del mundo a través de las relaciones de amistad, de las tareas del hogar y en el ámbito profesional de la moda y decoración. Su vida fue de una entrega incondicional a los planes de Dios… Nelly era cien por ciento Opus Dei.

Conoció el Opus Dei hace más de cincuenta años a través de su madre y hermana. Su intensa y profunda vida de piedad, y su gran delicadeza por tratar la humanidad Santísima de Jesucristo; la llevaron a ser una excepcional esposa, madre y abuela, y a encontrar en la amistad una ocasión para ayudar a los demás a acercarse al Señor.

Formó con su esposo Jorge un hogar cristiano conformado por cinco hijos: Viviana, Jorge, César, Carla y Giannina; y, con el paso del tiempo, tuvieron doce nietos.

Amaba entrañablemente a la Iglesia, al Opus Dei, a san Josemaría y muy especialmente al beato Álvaro, de quién decía, que nunca le fallaba…. En una oportunidad acompañó a una de sus hijas a la consulta médica por su embarazo, en la que el doctor al ir observando la ecografía del bebé, manifestó que tenía una malformación genética.

Nelly también lo vio, sin embargo, inmediatamente se abandonó en las manos del Señor y a la intercesión de don Álvaro y aconsejó a su hija que también lo hiciera y toda la familia empezó a rezar su estampa. En el posterior chequeo, el médico al observar la ecografía, no salía de su asombro y pedía disculpas porque el bebé estaba saludable. Cuando el bebé nació, el doctor no dejaba de contemplarlo, pues le costaba convencerse que había nacido totalmente sano.

Su fidelidad a Dios era excepcional, era muy exigente consigo misma, propia de una personalidad recia. Aunque debía caminar a contrapelo por ciertos problemas de salud desde un accidente que sufrió en Arequipa en 1983, a pesar de las incomodidades y dolores que padeció sin quejarse, siempre estuvo atenta a su esposo, sus hijos y seres queridos; trabajó sin disminuir el ritmo y nunca rechazó las fuertes pruebas que vivió. Todo era ofrecimiento y reparación: por el Papa, la Iglesia, el Opus Dei y la salvación de las almas… a veces, la descubríamos frotándose alguna rodilla por cierto dolor, sin embargo, ella inmediatamente se reincorporaba y nos decía que no tenía importancia.

Nelly supo ser esa gran amiga cariñosa y generosa, siempre dispuesta y atenta a escuchar, aconsejar, comprender y animar; siempre sacaba tiempo para darse a los demás con espíritu de servicio. Cuando alguna persona le pedía algún consejo si no podía hablar en ese momento, se las agenciaba para contactarla cuanto pudiera, ¡nunca fallaba! Hubo ocasiones, en que ella misma llevaba, -con mucha delicadeza-, alimentos de su propia casa a amigas que pasaban por dificultades económicas.

Desplegaba con muchísimo cariño, su ecuanimidad y firmeza de carácter cuando se trataba de corregir o dar una sugerencia; sabía desdramatizar las cosas y reírse de los problemas; tenía muy buen humor, y siempre procuraba estar contenta.

Como buena hija de san Josemaría, amaba al mundo apasionadamente.

Como buena hija de san Josemaría, amaba al mundo apasionadamente. Se preocupaba por su arreglo personal: su vestido siempre muy sobrio y a la moda. Siempre guapa, tenía muy claro que debía cuidar su aspecto externo; y, decía que, por caridad con las demás personas, una debía esforzarse siempre en cuidar esos detalles que hacen la vida agradable a los demás.

Su amor a Dios la llevaba a tener una continua inquietud por todas las almas.

Su amor a Dios la llevaba a tener una continua inquietud por todas las almas. Abarcaba a todas las personas con quienes coincidía, hacía apostolado con mucha naturalidad hasta en la peluquería, sin ningún problema. Incluso el día que le tomaron la prueba para saber si tenía o no COVID-19, la enfermera le comentó a una de sus hijas: “muy linda su mami, tiene buena actitud hacia la vida…muy buen referente”; y sólo habían coincidido veinte minutos. Cualquier lugar era propicio para animar a las almas a acercarse a Dios.

Se ocupó de que su esposo Jorge recibiera el sacramento de la unción de Enfermos en varias oportunidades. La última vez que pudo recibirlo coincidía con una indulgencia plenaria que el Papa Benedicto XVI había otorgado en el año 2009.

Nelly consiguió que un sacerdote del Opus Dei visite en el hospital a su esposo. En cuanto el sacerdote entró, Nelly advirtió a su esposo, que recordara al recibir el sacramento, desear el perdón total de sus pecados y con eso se le abrirían las puertas del Cielo. Su esposo sonrió. Al salir el sacerdote, Nelly regresó y le preguntó si había cumplido con todos los pasos para ganar la indulgencia plenaria, su esposo le dijo que sí lo había hecho, ella se puso feliz y él le dijo: “Yo también estoy contento, ahora mi amigo Óscar estará en el Cielo”, lo que significaba que su esposo había ganado la indulgencia para su amigo, pues una indulgencia se puede aplicar a uno mismo o a una persona fallecida. En este caso, Jorge la aplicó por su amigo Óscar. Nelly terminó diciéndole “nadie sabe para quién trabaja”, ya que su esposo había aprendido bien la lección.

Presidió el Instituto Interamericano de la Mujer del 2010 al 2016, una iniciativa dirigida a promover el rol de la mujer en el mundo de la cultura y de la moda, ámbitos donde san Josemaría animaba mucho a llevar el mensaje del Evangelio.

Su elegancia y simpatía innatas, sin sombra de suficiencia ni de arrogancia, inspiraban mucha confianza a las personas que la conocían. Ayudó en múltiples iniciativas apostólicas en Piura, Arequipa, Lima (en la zona periférica de Manchay), junto con su gran entusiasmo y empeño por trabajar a favor de familias vulnerables.

Siempre estaba abierta a formarse y a aprender algo nuevo. Con el fin de realizar con mayor profesionalismo su interés por ayudar en el mundo de la moda, viajó a Bogotá a los 76 años para certificarse como Consultora de Moda Internacional en el año 2017.

En el 2019, agradecidísima por su vocación, festejó el aniversario cincuenta (de su vocación) como supernumeraria en Saxum, en Tierra Santa. Saxum es una casa de retiros con la cual soñó san Josemaría y un instrumento al servicio de muchas personas que van en peregrinación a Jerusalén a conocer los lugares santos por donde caminó nuestro Señor.

Durante los últimos meses de vida a más de uno de sus hijos y nietos en sus conversaciones acerca de confiar en Dios, les decía: “yo no tengo miedo a la muerte, para mí el Cielo es plenitud, el día que Dios decida llevarnos, ése, será el mejor”

Se cumplió en ella, como decía san Josemaría… que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo. El último tres de marzo Nelly partió a la casa del Padre. Días antes de morir, tuvo la gran alegría de ver cómo sus oraciones no habían sido en vano: sus familiares se acercaban más a Dios y eso la llevó a decir “¿Qué más puedo pedir? ¡Tengo el Cielo en vida!” y así los guardó en su corazón; a pesar de los sufrimientos que podía suponer la enfermedad que padecía.

Ahora Nelly será feliz para siempre, para siempre, para siempre… como decía san Josemaría. Estamos seguros que desde ya nos encomienda siendo una gran intercesora para nosotros. ¡Gracias por tu ejemplo, por tu coherencia, por tu fidelidad, por tu amor… gracias Nelly, por tanto!