Misa por Monseñor Echevarría en Arequipa

El último viernes 16 de diciembre en la Parroquia San Juan Bautista de Yanahuara, Arequipa se celebró una misa por el alma de Monseñor Javier Echevarría. La misa la celebró el Padre Jorge Putnam Velando.

Durante su homilía, el Padre Jorge Putnam mencionó que el Prelado del Opus Dei había fallecido el día de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, a quien “amaba tanto y le encomendaba toda su labor pastoral”.

“Monseñor Javier, el Padre como le decíamos los fieles del Opus Dei, así como los amigos y cooperadores, ya estaba listo para dar el salto –como le gustaba decir a san Josemaría- pues se fue preparando toda su vida y más en los últimos años con una lucha diaria por corresponder cada vez mejor al amor de Dios”, dijo el Padre Putnam.

“El Padre fue un hombre muy bueno, un sacerdote muy fiel, un obispo ejemplar lleno de gran celo apostólico. Desde muy joven conoció la Obra y se entregó a Dios con todas sus fuerzas. Al poco tiempo conoció a san Josemaría, y ante una invitación suya decidió ser sacerdote para servir a las almas”, agregó.

“El fundador del Opus Dei al poco tiempo lo llamó a ser uno de sus principales asistentes, un cargo de mucha confianza, que ocupó con gran responsabilidad. Pero el siempre contaba que junto a san Josemaría aprendió a ser muy obediente, sincero y diligente para poder ayudar en la labor de gobierno del Opus Dei. Aprendió a vivir una caridad grande porque debía ver detrás de los papeles de gobierno almas a las que hay que ayudar y servir”, señaló.

“Monseñor Javier Echevarría tuvo un trato muy directo con san Josemaría, al ser uno de sus custodes; es decir una persona que lo ayudaba en todo lo que necesitara de tipo material. A la muerte de san Josemaría estuvo también ayudando como custode a Don Álvaro del Portillo. Cuando el Opus Dei fue erigido en Prelatura, Don Javier fue nombrado Vicario General del Opus Dei”.

“Desde 1994, el año en que fue elegido como Prelado del Opus Dei, (luego del fallecimiento de Don Álvaro) una misión que llevó con mucha fidelidad hasta hace cuatro días que Dios lo llamó a su presencia con 84 años. (..) Como vemos toda una vida de entrega a Dios y a la misión que Dios quiso darle. Como el mismo decía: he convivido con dos grandes santos, por lo que se consideraba indigno pero a la vez sostenido por la gracia de Dios y la oración de miles de almas de todo el mundo”.