Misa de San Josemaría en la Catedral de Lima

Más de tres mil personas asistieron a la Misa de San Josemaría, que se celebró en la Catedral de Lima y que fue presidida por el Cardenal de Lima, S.E.R. Mons. Juan Luis Cipriani.

Concelebraron con el Cardenal de Lima, Mons. Carlos García y Mons. Adriano Tomasi, obispos auxiliares de Lima; Mons. Luis Sánchez-Moreno, arzobispo emérito de Arequipa y Mons. José Luis López-Jurado, vicario regional del Opus Dei en el Perú, entre otros.

Durante la homilía, el Cardenal Cipriani señaló que la santidad se debe proponer de nuevo a todos con convicción, mostrando con nuestro ejemplo el alto grado que tiene la vida cristiana ordinaria, como San Josemaría decía: encontrar ese algo divino que encierran los momentos más corrientes de la vida.

“Volvamos a meditar y a proponer esta convicción de alto grado de la vida cristiana ordinaria. Claro, si yo me tomo en serio un Padre Nuestro, un Jesús te amo, un perdóname, con convicción y profundidad, le doy a lo pequeño un alto grado”, dijo.

Explicó que esa grandeza de lo corriente es un punto central de la espiritualidad del Opus Dei, que ha servido y servirá para iluminar y promover una gran renovación interior que siga desencadenando una fuerza apostólica de bien en todo el mundo.

“Abrir los caminos divinos de la tierra es una centralidad del mensaje del Opus Dei. Es el buscar, entregar esa maravilla de Dios en lo de cada día, pero todos los días con la ayuda del Señor, por amor a Dios”, expresó.

El Poder del Opus Dei: la oración

En su reflexión, el Primado de la Iglesia en el Perú se refirió a la pregunta que muchas personas se plantean sobre qué es el poder del Opus Dei. “También se la preguntaban a nuestro fundador, y él contestaba con una sonrisa y con una convicción de la vida que había vivido: el secreto y el poder del Opus Dei es la oración”.

“Ése es el secreto, ése es el poder. Ahí está el por qué Dios ha querido premiar con abundantes frutos el trabajo de San Josemaría. Su generosidad en la oración, ha hecho que 80 países, de distinta raza y situación en la vida, levanten su corazón a Dios, alrededor de esta espiritualidad: la oración”.

Hizo referencia también al Año de la Eucaristía: "Cómo no recordar que San Josemaría desde muy joven pasó muchas horas, noches enteras junto al Sagrario. Qué amor. Él veía a Cristo en la hostia santa. Era un don de Dios muy grande. Pongamos entonces nosotros, propósitos personales: confesión, eucaristía.

En ese grito del silencio, de su meditación personal San Josemaría decía: ‘Sé alma de Eucaristía. Si el centro de tus pensamientos y esperanzas está en el Sagrario, hijo qué abundantes los frutos de fe y de apostolado."