Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
El próximo 26 de junio concluirá el Año de la Familia convocado por el Papa Francisco, que ha invitado a reflexionar sobre la importancia de la institución familiar en la Iglesia y en toda la sociedad.
La familia es el primer ambiente donde uno es consciente de ser amado por lo que es y aprende a amar en relación con los demás. Todas las familias tienen sus fortalezas y sus debilidades, sus momentos buenos y sus dificultades. Pero siempre el Señor nos llama a mirar a cada uno con agradecimiento y con amor. Querer a los demás tal como son –con sus virtudes y defectos– nos llevará a tener un corazón en sintonía con el de Jesús. Como explica san Josemaría: «El corazón humano tiene un coeficiente de dilatación enorme. Cuando ama, se ensancha en un crescendo de cariño que supera todas las barreras. Si amas al Señor, no habrá criatura que no encuentre sitio en tu corazón» (Via Crucis, VIII estación, n.5).
Son muchos los desafíos que se presentan ante quienes comienzan a desarrollar un proyecto familiar con sentido cristiano. Entre estos, se encuentra la conciliación de los deberes familiares con el trabajo, las relaciones sociales, el descanso… Por eso, es muy bueno que sean acompañados desde el inicio del camino matrimonial. Os animo a potenciar las actividades e iniciativas en esta línea, sabiendo que tienen un efecto multiplicador. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!» (Francisco, Videomensaje, 9-VI-2021).
Encomendamos a Jesús, María y José los frutos de este Año de la Familia que ahora termina; a ellos les pedimos que todos los hogares cristianos sean reflejo de la casa de Nazaret.
Con todo cariño os bendice
vuestro Padre
Roma, 14 de junio de 2022