La Torre de la amistad

Juan Pablo Sánchez es un supernumerario peruano quien realiza estudios de postgrado en la Universidad de Navarra. En el siguiente artículo cuenta lo que viene significando para su vida, esta experiencia humana, profesional y de amistad en España.

Con mis compañeros del Máster en Derechos Humanos, durante una estancia de estudios en Madrid.

Partí rumbo a Pamplona (España) el 30 de agosto del año pasado, fiesta de Santa Rosa de Lima, patrona del Perú, las Américas y las Filipinas. Siendo hijo único, no me fue difícil despedirme de mi familia; a fin de cuentas, me repetía constantemente aquel fragmento de las preces que rezamos los fieles del Opus Dei cada día: Dóminus illuminatio mea et salus mea: quem timebo? Me hacía mucha ilusión empezar cuanto antes mis estudios de Master en Derechos Humanos en la Universidad de Navarra y estaba seguro de que, aunque hubiera cualquier tipo de dificultades, me iría muy bien.

Era la hora de distraerme con el paisaje nocturno y contemplar cómo amanecía en el horizonte, mientras por primera vez cruzaba “el charco” es decir, el Océano Atlántico y la verdad es, que estaba tan animado, que no tuve sueño en las doce horas de viaje desde Lima hasta Madrid.

Luego de la escala en Madrid, llegué a Pamplona la noche del 31 de agosto. En el aeropuerto me esperaban Jaime y Agustín, quienes me ayudaron con las maletas y me llevaron en auto hasta la Torre 1 del Colegio Mayor Belagua, lugar que se ha convertido en mi casa y mi familia, durante estos meses de estancia en Pamplona.

La torre más alta

Torre 1 posee una ubicación estratégica dentro del campus Pamplona de la Universidad de Navarra, pues está en el centro de todo y me permite llegar andando a mis clases del máster en la Facultad de Derecho, en menos de cinco minutos. Además, está rodeado de un bosque de pinos y otros árboles, lo que vuelve el aire respirable.

Desde los primeros días, he podido comprobar que en Torre 1 se vive aquello que san Josemaría, fundador de la Universidad de Navarra, señala en el punto 460 de Camino: Frater qui adjuvatur a frate quasi civitas firma (el hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada).

Torre 1 del Colegio Mayor Belagua
Es una construcción maciza, pero el verdadero cimiento de la Torre 1, es la fraternidad formada por los estrechos lazos que se forjan entre los torreros mediante el estudio, la perseverancia en las virtudes y la vida de piedad.

La Torre 1 tiene ocho pisos y alberga a casi cien alumnos varones de la Universidad de Navarra. Es una construcción maciza, pero el verdadero cimiento de la Torre 1, es la fraternidad formada por los estrechos lazos que se forjan entre los torreros mediante el estudio, la perseverancia en las virtudes y la vida de piedad.

Efectivamente, la vida en Torre 1 ha potenciado mi vida espiritual, académica y profesional. Vivir diariamente las normas del plan de vida, especialmente la misa, junto con los compañeros de grado y algunos otros mayores, me ha vuelto más delicado en mi trato con Dios y con las personas.

La experiencia de vivir en un Colegio Mayor, me ha permitido aprender más a compatibilizar el tiempo para Dios con el tiempo dedicado a los estudios, trabajo y amistades.

Así también, la experiencia de vivir en un Colegio Mayor, me ha permitido aprender más, como supernumerario del Opus Dei, a compatibilizar el tiempo para Dios con el tiempo dedicado a los estudios, trabajo y amistades.

La familia de Torre 1 reunida en pleno.

Por otro lado, en Torre 1 se respira un clima de permanente estudio. Da mucho gusto ver a los muchachos que aprovechan los distintos programas de estudios (CARE) y voluntariados (CUSTODES) que se ponen a tu disposición para ayudarte a mejorar tus competencias académicas y humanas.

Vida de familia

Otro de los elementos fundamentales que caracteriza a Torre 1, es la genuina vida de familia. Los torreros, siempre con la elegancia que los caracteriza, andan pendientes de sus hermanos, sus inquietudes, alegrías, y preocupaciones; y ponen mucha atención en los pequeños detalles, para sazonar con alegría la lucha diaria de ser mejor persona y profesional. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que la palabra clave que define la vida torrera es “compartir”. Compartimos el espacio y el tiempo.

La familia torrera, después de una tertulia.

Y es que diariamente compartimos desde un lapicero (para el amigo despistado que lo dejó olvidado en algún lugar) o un ibuprofeno (sobre todo, para los que hacen deporte), hasta los muchísimos momentos buenos y los pocos no tan buenos que pudieran darse. Ut omnes unum sint

Por ejemplo, entre los mejores momentos que ahora vienen a mi mente están las comidas, las sobremesas, las tertulias luego de las cenas, las meriendas, los partidos de fútbol, las excursiones, los patxaran literarios, las conversaciones en la escalera hacia la medianoche, entre otros más.

Hispanidad con espíritu católico

La Universidad de Navarra alberga a gente proveniente de toda España, pero también de Iberoamérica, África, Asia; es decir, de varios continentes por lo que, puede afirmarse que es un símbolo de la hispanidad entendida como el crisol cultural que une a los países iberoamericanos con la Península. Por su parte, en Torre 1 se respira el mismo aire de diversidad en la unión, en la que el factor determinante es la importancia de la práctica de las virtudes cristianas.

Todo el ambiente universitario invita al estudio, al conocimiento y a la búsqueda permanente de la verdad

Por otro lado, si algo define a la universidad es su vocación constante de ser un espacio de encuentro entre fe y razón. Todo el ambiente universitario invita al estudio, al conocimiento y a la búsqueda permanente de la verdad. En efecto, los distintos espacios están dedicados para el conocimiento y para diversos tipos de conocimiento: los oratorios, para profundizar en el conocimiento y trato con Dios; las bibliotecas, para el conocimiento científico por uno mismo; las aulas, para el conocimiento de la verdad con los profesores; y los cafés, para conocer a los compañeros.

Fiestas navideñas

El año académico llegó a su fin el 22 de diciembre y las fiestas navideñas estaban a la vuelta de la esquina. Torre 1 cerraría durante las fiestas hasta el 6 de enero. Sin embargo, había hablado con el padre José Alarcón, gran amigo y padrino de confirmación, quien me invitó a pasar las fiestas de Navidad y de Reyes con su familia en La Ñora, un pueblo ubicado en Murcia, comunidad autónoma del sur de España.

Con el P. José Alarcón.

El viaje me tomaría ocho horas por carretera desde Pamplona. Felizmente, Toni se ofreció a llevarme en auto hasta Madrid, a donde tenía que ir por una reunión de trabajo. Partimos a las seis de la mañana y llegamos a Madrid cerca de las once. Tuve que hacer tiempo hasta las diecisiete, hora en que debía tomar el tren con destino a Alicante, en donde haría conexión hasta Murcia.

Después de un largo viaje cargado de anécdotas – por poco pierdo el tren dos veces – llegué a La Ñora, Murcia, en donde pasé una de las navidades más felices y alegres de mi vida, rodeado del cariño, hogar y muy buena comida.

Por las mañanas, ayudaba al Padre Alarcón en la misa que celebraba en la ermita del pueblo; desayunábamos y nos íbamos a concretar los planes del día. Así conocí la EFA El Campico, en Jacarilla (Alicante), el centro histórico de Murcia, con su hermosa Catedral barroca y el Real Casino, el museo de Salzillo, las Claras, Cartagena, el Mar Mediterráneo. Por otro lado, pude degustar de los cordiales[1] y un par de copas de asiático[2]. ¡La pasé increíble!

Con los doctorandos, luego de jugar un partido de fútbol.

Finalmente, puedo afirmar que, durante estos seis meses, he tenido la oportunidad de conocer nuevas amistades que se reparten en distintos grupos, además de los torreros: mis compañeros del máster, los doctorandos del piso 4 de la Biblioteca Central con los que juego fútbol algunos fines de semana, los peruanos que estamos cursando el postgrado, etc. La convivencia con ellos, permitió mi adaptación inmediata a Pamplona y que percibiera su cálida acogida desde el inicio. Aún me queda camino por recorrer, pero siempre con mucho ánimo y con las ganas de hacer de Torre 1, la torre más alta. Como dicen aquí: una vez torrero, se es torrero hasta la muerte.

[1] Dulces navideños hechos de almendras con capa de mazapán y rellenos de cabello de ángel.

[2] Bebida alcohólica con base de café, de consumo muy difundido en Murcia.

Juan Pablo Sánchez