Mi nombre es José Miguel. En el año 2019 empecé a estudiar Teología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma). Es la primera vez que vivo de manera estable en otro país y que estudio una carrera eclesiástica, puesto que hasta ahora me había dedicado a la ingeniería y a la educación.
Es una aventura muy interesante y enriquecedora vivir en un país con otras costumbres y otra lengua, y lo es aún más si tus compañeros vienen de los cinco continentes. En muchos casos, sus lenguas no son de origen latino, se visten de modos distintos; e, incluso tienen formas diversas de saludarte o de tratar contigo.
La pandemia hizo que cambiara nuestra forma de estudiar. En general, lo hemos pasado estudiando por nuestra cuenta, con la asesoría a distancia de los profesores. Uno de los cursos que llevé en primer año es Teología Fundamental. Dentro de él, se aborda de manera extensa el estudio de los motivos y signos de credibilidad de la revelación cristiana.
Cuando me encontraba sumergido en el manual de esta asignatura, navegando con la imaginación e intentando descifrar el mensaje profundo del autor –escrito en buen italiano– tenía siempre metida la idea: ¿Cómo no saben esto mis amigos y familiares y las personas que conozco?, ¿Cómo no se animan a leer este libro? o ¿Cómo no participan de estas clases? Cuando conoces algo bueno tienes siempre la inquietud de que lo conozcan otros también y, si es muy bueno, esa inquietud se convierte en algo urgente.
Encontrando a Jesús en el Evangelio
Luego de una teleconferencia con un grupo de jóvenes que están acabando el Colegio Alpamayo y participan de las actividades del club Saeta, en Lima (Perú), se me ocurrió que podríamos reunirnos con cierta frecuencia para leer el Evangelio y hacer algunos comentarios.
Creo que este es uno de los tantos efectos positivos de la pandemia, puesto que no me hubiese animado a organizar esta actividad si no fuese por esta situación que ha traspasado fronteras y que ha despertado oportunidades insospechadas de transmitir el Evangelio.
La idea fundamental de esas reuniones online, es conocer la vida del Señor, y que adquieran el deseo y el hábito de leer y meditar la Sagrada Escritura cada día. Creo que este es uno de los tantos efectos positivos de la pandemia, puesto que no me hubiese animado a organizar esta actividad si no fuese por esta situación que ha traspasado fronteras y que ha despertado oportunidades insospechadas de transmitir el Evangelio.
Los amigos no suelen faltar a esta cita, a pesar de la falta de tiempo que todos tenemos. Lo único complicado ha sido compatibilizar nuestros horarios ya que, entre Lima y Roma, hay una diferencia de seis horas.
Siempre son enriquecedoras las conversaciones que surgen a partir del Evangelio.
Sin duda, estos chicos tienen muchas inquietudes intelectuales y son buenos estudiantes. Comparten lo que ya conocen sobre la vida de Jesús y también hacen comentarios sobre lo que dicen sus amigos, lo que han escuchado en alguna clase o medio de comunicación. Siempre son enriquecedoras las conversaciones que surgen a partir del Evangelio. También he podido comprobar que hay temas que debo estudiar y profundizar, además de mejorar los modos de transmitir las ideas que faciliten la comprensión de las enseñanzas de Jesucristo.
Una experiencia inesperada e inolvidable
“A este tipo de actividades no te aburres de asistir, pues no son solo una charla teológica sino también una tertulia con amigos donde se comparte lo que tenemos en común en nuestras vidas. Considero que la efectividad de la idea de ‘Jota’ se debe a la confianza que le tenemos, espero que podamos seguir con la iniciativa e incluso expandir el apostolado a otros amigos", cuenta Emilio, uno de los participantes.
Emilio es exalumno del colegio Alpamayo y estudia cinematografía en una Universidad de Estados Unidos. Tenía en la cabeza hacer una película y la pandemia modificó sus planes de grabación y de producción. Sin embargo, a pesar de esas adversidades, con la ayuda de sus amigos en el club Saeta la opera prima de sus películas salió a la luz. La película se llama “Airamesoj” (que significa, Josemaría al revés) Se puede apreciar en la sección videos de la website del club Saeta.
Para Pablo, otro de los asistentes, comentar el Evangelio le ayuda a fortalecer su fe. “Por un lado, los comentarios junto con ‘el gran Jota’ me sirven para aclarar mis dudas. Asimismo, entiendo de una manera profunda e íntima lo que Jesús quiere de mí”, agrega.
Julio, por su parte, comenta: “Las palabras para describir todo lo que he aprendido en estas semanas quedan cortas. A través de estas charlas he podido aprender más sobre el Evangelio y sacar conclusiones. Nunca pensé que esto me haría tanto bien. A veces, solo leerlo unos treinta minutos te puede ayudar a sentir paz interior y a buscar mejorar como persona, imitando al Señor.
Vamos por más
Lo mejor de toda esta experiencia es que queda mucho por aprender y no tenemos ninguna prisa. Como se ha señalado, las sesiones también nos sirven para mantenernos al tanto de la vida los unos de los otros.
Hace poco, pasó el tiempo de mis exámenes de fin de semestre y he tenido que exigirme un poco más para poder mantener nuestras reuniones. Ellos pronto empezarán sus evaluaciones y tendremos que ser más flexibles con nuestro plan y el horario que tenemos. Creo que vale la pena el esfuerzo por seguir conociendo mejor al Señor y mantener estas conversaciones entre amigos. Lo interesante es que otros en mi casa se han animado a seguir mis pasos y están haciendo lo mismo con sus amigos.