​José Luis Chinguel: “Cada persona tiene su propio itinerario hacia Dios”

José Luis Chinguel es uno de los 29 fieles del Opus Dei de 14 países que el día sábado 9 de noviembre recibió la ordenación diaconal de manos de Mons. Philippe Jourdan, administrador apostólico de Estonia en la basílica romana de san Eugenio, en Roma.

La ordenación sacerdotal será el próximo 23 de mayo. Economista de profesión, antes de partir a realizar sus estudios eclesiásticos José Luis fue profesor en las Universidades Nacional de Piura y Universidad de Piura (UDEP), en la carrera de Economía. José Luis accedió a la siguiente entrevista antes de su ordenación.

Desde tus estudios de economía a la teología; y, desde la teología a recibir el sacramento del orden, ¿Qué significa para ti este cambio en tu vida?

Vine en 2015 a Pamplona, a realizar estudios en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Esto tras haber hecho en Piura la carrera de Economía, haber pasado unos meses en el Banco Central de Reserva e impartido clases durante trece años en la universidad y dedicado, junto con otros colegas, a la investigación y la consultoría.

Me propuse profundizar, a tiempo completo, en la ciencia teológica e investigar en el campo de la Doctrina Social de la Iglesia. Y es que, casi sin darme cuenta, desde mis años en la universidad, fui adentrándome en los aspectos humanísticos del desarrollo económico así como en las consideraciones éticas de actuar del hombre.

Antes de venir a España supe de la posibilidad de que, con la realización de los estudios eclesiásticos, complementados con una debida formación espiritual, me ponía en condiciones para recibir de parte del Prelado del Opus Dei la invitación a las órdenes sagradas, a la cual respondí que sí. Al final se ve que eso es lo que le da sentido a tantos años de preparación con vistas a la atención de las almas que esperan del sacerdote recta doctrina y sincero interés.

Así, pues, puede decirse que he pasado de la “economía del desarrollo” a otra “economía” que consiste en poner los medios para alcanzar el fin de la salvación de las almas. No obstante, el tema de mi tesis doctoral, que se enmarca en el Magisterio Social de Benedicto XVI y de Francisco―; es un estudio de la posibilidad de ejercitar la lógica del don y dela gratuidad en el campo de la economía.

He de anotar también que en lo de ordenarme sacerdote de Jesucristo mucho debo a mis padres y hermanos, así como a mis profesores y amigos que me han ayudado en mi formación personal.

Es común apreciar en el hombre y la mujer del siglo XXI muchos casos como el de san Agustín, quien antes de su conversión tenía una sed de Dios, por un amor verdadero y auténtico. Como futuro sacerdote, ¿Cómo llegar a estos nuevos agustines del mundo actual con esperanza y amor?

Cada persona tiene su propio itinerario hacia Dios, y también sus tiempos. Si bien la conversión es un paso importante, no se queda allí. El mismo san Agustín exhortaba a no detenerse en el progreso de la vida interior. La condición nuestra es la de caminantes hacia la Casa del Padre.

Recuerdo que mi padre por muchos años ha peregrinado a un santuario dedicado a Cristo Nazareno, pero que es más conocido como el Señor Cautivo de Ayabaca, en la serranía de Piura. No sólo le movía el haber hecho una promesa a Dios en favor de la familia, sino también la fe junto con la ayuda de los demás peregrinos. Así pues, para llegar a un destino se precisa de un camino y de la decisión de tomarlo, pero también hacen falta las fuerzas necesarias para continuar. Esas fuerzas nos vienen de parte de Dios en los Sacramentos, en especial en el de la Reconciliación y en la Eucaristía, y también por la comunión de los santos.

Lo de la sed de Dios en hombres y mujeres, me hace recordar el pasaje de la Samaritana que pide a Jesús beber del “agua viva” para no tener nunca más sed. Y obró el milagro de su conversión, en un momento en el que Jesús estaba cansado del camino porque venía de evangelizar en otra ciudad; no obstante su cansancio, convirtió el alma de esa mujer. Esta es una muestra de que las personas vendrán y si encuentran cansado al sacerdote, esto no debe ser impedimento para que se les atienda. En definitiva se trata de que el sacerdote esté disponible, aunque se vea limitado.

San Josemaría enseñó a amar al mundo apasionadamente, ¿Cómo ayudar a los demás a enamorarse de Jesucristo como el fundador del Opus Dei nos pedía desde su nuevo estado sacerdotal?

He tenido la suerte de estar en la Universidad de Navarra cuando se cumplió el 50 aniversario de la Homilía que lleva por título Amar el mundo apasionadamente. En ella, el Fundador de Opus Dei enseñaba, entre muchas otras cosas, a amar este mundo que es bueno por haber salido de las manos de Dios. Pero nos advertía de los peligros de la vida moderna como el de tener una doble vida; peligro que se ataja con una formación y una ayuda espiritual que consolide la unidad de vida de los cristianos. Para hacer efectiva esa ayuda, los sacerdotes juegan un papel imprescindible e insustituible, por llevar su ministerio en nombre de Cristo y hacer de su estado sacerdotal una permanente disponibilidad. También es un reto para el sacerdote el ser un instrumento de unidad no de división ni de disputas. Él está para servir a todo aquel que lo necesite y esté a su alcance ayudarle.

En el Pabellón del Polideportivo de la Universidad de Navarra, cada domingo por la tarde, practicaba, junto con otros estudiantes y profesionales, el fútbol sala; nuestro conocido “fulbito” en Perú. He de decir que varios de los que allí nos reuníamos para el deporte también en ese mismo lugar, previo acondicionamiento y decoración, coincidíamos en la Misa con motivo de la fiesta del Fundador de la Universidad, o en las Misas de la Novena a la Inmaculada.