«Me llamo Sirje, soy médico anestesista. Fui bautizada en la iglesia evangélica luterana y recibí incluso la confirmación, pero no puedo decir que fuera una buena cristiana.
No sabía nada acerca del Opus Dei ni de su fundador. La primera vez que oí hablar de él fue en un medio de comunicación bastante crítico. No me convenció y, curiosa como soy, comencé a investigar por mi cuenta, hasta que di con san Josemaría y su libro Camino.
Fue un amor a primera vista. Pensé que era justo lo que necesitaba: sabiduría, espíritu directo y concreto
Fue amor a primera vista. Pensé que era justo lo que necesitaba: sabiduría, claridad, espíritu directo y concreto. Era exactamente lo que había echado en falta toda mi vida. Aunque siempre se me haya considerado una mujer fuerte, también yo necesitaba protección y buen consejo.
En mi vida ha habido momentos en los que he deseado llorar y san Josemaría dice en Camino (n. 216) que llorar puede ser muy bueno:
“¿Lloras? –No te dé vergüenza. Llora: que sí, que los hombres también lloran, como tú, en la soledad y ante Dios. –Por la noche, dice el Rey David, regaré con mis lágrimas mi lecho.
Con esas lágrimas, ardientes y viriles, puedes purificar tu pasado y sobrenaturalizar tu vida actual”.
Busqué y encontré el centro del Opus Dei en Estonia, y me hice cooperadora. Así, poco a poco, fui llegando a Dios. Comencé a asistir a cursos de catequesis para conocer mejor la fe católica. Aprendí a rezar como enseña san Josemaría. Muy pronto comprendí que en la vida espiritual no se puede avanzar sin la guía de un maestro, y he recibido mucha ayuda a través de la dirección espiritual.
Como médico debo solucionar con frecuencia situaciones críticas y realizar rápidamente intervenciones complejas, que pueden llegar a ocasionar complicaciones. Pero ahora tengo un ayudante a mi lado
Como médico debo afrontar con frecuencia situaciones críticas y tomar decisiones rápidas durante intervenciones complejas, que a veces pueden ocasionar complicaciones. Pero ahora tengo un ayudante a mi lado. Me dirijo a san Josemaría, rezo un avemaría y le digo una sencilla palabra en español: “¡Vamos!”. Funciona de maravilla. Me siento así mucho más segura y, sobre todo, más tranquila.
He tenido la alegría de visitar la Clínica de la Universidad de Navarra. La medicina en Estonia tiene un buen nivel técnico y sanitario, pero sufre carencias en el aspecto ético, especialmente en lo que concierne a los últimos días de la vida del paciente. Estoy muy agradecida a los médicos de la Clínica: con su ayuda he aprendido a entender de otra manera el valor de la vida humana, desde su concepción hasta el momento de su muerte.
Sentí claramente que “formaba parte” del Opus Dei. Experimenté la sensación de haber llegado a casa
En mayo de 2013 fui a Roma en una peregrinación de católicos de Estonia. El domingo, festividad de Pentecostés, se celebró la santa Misa en la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, donde reposan los restos mortales de san Josemaría. Sentí claramente que formaba parte del Opus Dei. Experimenté la sensación de haber llegado a casa. Al terminar la Misa me acerqué a mi confesor y le hablé de mi decisión de unir mi vida al Opus Dei. Ya lo había considerado antes en Estonia, pero me alegró poder confirmarlo ante los restos del fundador.
Al día siguiente, 20 de mayo, se celebró la Misa en la basílica de San Pedro. Muchos estonios, yo entre ellos, recibimos el sacramento de la Confirmación. Y después, asistí a un encuentro con el Prelado del Opus Dei».
El relato de Sirje forma parte del libro electrónico «Compañeros de Camino», que puedes descargar gratuitamente en varios formatos. También puedes leer otras Historias de Camino.
