“Hacerse kazaja”

Claudia Valbuena jamás soñó que viviría en un lugar tan lejos de su Chile natal. Hace más de diez años llegó a Kazajistán para empezar la labor del Opus Dei. “Hacerse al lugar” ha sido un proceso largo, pero ya se siente mitad kazaja. Actualmente vive y trabaja en Almaty.

'Poco a poco las personas van entendiendo que pueden dar un sentido trascendente a lo que hacen'.

“Hay personas que tienen espíritu aventurero. Yo no. Estaba muy contenta viviendo una temporada en Italia cuando me propusieron irme a Kazajistán. Lo vi viable y dije perfecto, adelante”, confiesa Claudia.

Convertirse en kazaja “es un proceso real de cambio cultural, físico y psicológico que demanda apertura y flexibilidad. Kazajistán es un país con raíces nómadas donde conviven más de 130 etnias, con una cultura que es a la vez oriental y soviética (estuvieron sujetos a los zares y luego al dominio comunista). Para nosotros todo resulta diferente: las comidas, el clima, el modo de comunicarse de la gente, muy celosa de su intimidad y a la vez abierta y hospitalaria".

La mayoría de la población es de religión musulmana, aunque también hay ortodoxos, herencia de la dominación rusa. Los católicos son una minoría y el proceso de evangelización comienza, como es lógico, por la conversión. “La gente tiene poca cultura religiosa, hay temor a hablar de estos temas, aunque ven la necesidad de Dios en sus vidas” explica Claudia. “Poco a poco, la espiritualidad de San Josemaría se va haciendo camino. La clave es que la gente se sienta muy libre y que se acerquen a la Fe porque quieren.”

A PETICIÓN DE JUAN PABLO II

“La llegada de la Obra al país fue un deseo explícito del Papa Juan Pablo II, quien también viajó a Astaná, la actual capital del país, en 2001”, destaca Claudia.

Un paseo en la nieve con universitarias

En efecto, por consejo del Papa Juan Pablo II, un Obispo de Kazajistán fue a hablar con el Prelado del Opus Dei en 1994 porque necesitaba alguna institución que pudiera dedicarse a la educación y al trabajo con la juventud en su país. La petición se materializó en 1997 cuando llegaron los primeros miembros del Opus Dei.

Buscar donde vivir y trabajar fue lo primero que hicieron Claudia y sus compañeras al llegar a Kazajistán en 1998. Una vez que consiguió trabajo como profesora de inglés, Claudia comenzó a estudiar los dos idiomas oficiales del país, el ruso y el kazajo, de origen turco.

“Empecé dando clases de inglés en Kimep, una escuela de negocios de Almaty que fue una de las primeras en preparar profesionales jóvenes para desempeñarse en una naciente economía de mercado. Hoy todas tenemos distintos trabajos y tres de las más jóvenes empezarán aquí su carrera universitaria”, cuenta Claudia.

PROYECTOS PARA SOÑAR

El principal proyecto apostólico en camino para este año es un Centro de Formación y Trabajo Hotelero. “Queremos ayudar a que se entienda el servicio y el trabajo del hogar como algo importante para la sociedad pues durante los años de comunismo no se les daba ningún valor, excepto para las grandes ocasiones en las que siempre se esmeran mucho”, explica. Ahora está consiguiendo los fondos de inversión y los permisos de construcción para el edificio.

Durante estos diez años, estas fieles de la Prelatura se han preocupado de la formación de la mujer, desde un punto de vista humano y social, abiertas a todos los sectores de la sociedad, buscando dar buenas ideas respecto a los valores en la familia e iniciativas ciudadanas.

La Obra llegó a Kazajstán por petición explícita del Papa Juan Pablo II.

En cuanto al apostolado, explica que “es de amistad, pues viendo tu vida se interesan por Dios y por el trabajo que hacemos. No se impone a Dios, sino que mis amigas por su cuenta van entendiendo que les falta algo en sus vidas y que pueden darle un sentido trascendente a todo lo que hacen”.