Guillermo Cáceres: un ingeniero al servicio de los demás

Arequipa, Piura, Cañete, Lima, Pamplona y Madrid son algunas ciudades donde Guillermo Cáceres Muñoz, numerario del Opus Dei fallecido el último 4 de marzo, ha dejado una huella de fortaleza, servicio y de entrega a Dios en muchas almas

Guillermo se caracterizó por poner sus talentos al servicio de los demás.

Guillermo ejerció una labor de consejería, amistad y atención de la juventud en varios centros culturales por donde pasó, en un arco de vida de 54 años (1968-2022), desempeñando diferentes cargos de responsabilidad durante cerca de treinta y ocho años que fue fiel del Opus Dei.

Una fecunda labor con la juventud

No fueron pocos los centros de la Obra donde ejerció una labor apostólica con alegría y espíritu de servicio a los demás: Andahua en Arequipa, Club Azor en Cañete, Centro Cultural Tradiciones, Club Saeta y Centro Cultural Los Andes, en Lima; Centro Cultural Tallanes, en Piura, por citar algunos.

Los últimos años de su vida, residió en España, procurando una cura para afrontar una dolorosa enfermedad. Vivió primero en el Colegio Mayor Belagua (Pamplona) y luego el Centro Universitario Castilla (Madrid), donde fue un gran apoyo en la labor hasta septiembre del 2021, en que regresó a Lima residiendo en el Centro Cultural Costa.

Con un grupo de amigos en una excursión a la cascada del Purgatorio, en la sierra de Madrid.
A lo largo de su vida, Guillermo se dio a conocer ejerciendo no solo su trabajo profesional, sino también  -en la labor apostólica- abriendo horizontes a los demás

A lo largo de su vida, Guillermo se dio a conocer ejerciendo no solo su trabajo profesional en diferentes áreas como el sector educativo, agroexportador o como consultor de empresas, sino también -en la labor apostólica- abriendo horizontes a los demás, mediante diferentes iniciativas culturales, espirituales, sociales y de amistad personal.

Un espíritu juvenil y aventurero

En Piura, junto con otros fieles de la Obra promovió iniciativas para escolares y universitarios: animándolos a estudiar en serio, participando en la organización de campamentos de labor social en Cajamarca (Catache, Chancay Baños, Chota, Santa Cruz, entre otras localidades); cursos de retiro en “Las Norias” u organizando tertulias con profesionales de prestigio.

Guillermo también estuvo involucrado en la organización de numerosas actividades de verano, –a lo largo de tres décadas– como el PIVU (Programa de Introducción a la Vida Universitaria), PIVA (Programa de Introducción a la Vida Agraria), el PIVE (Programa de Introducción a la Vida Empresarial) o el campamento “Algarrobos”, en Chiclayo, donde despertaba deseos de mejora personal e ilusión profesional en centenares de jóvenes que pasaron por estos programas.

En paralelo, en sus años universitarios en Piura, empieza su interés por participar en la gestión de entidades educativas, como el Centro Preuniversitario de la Universidad de Piura (CEPU) y el colegio Turicará, donde colabora en la formación de estudiantes de secundaria.

Ermita dedicada a la Virgen hecha en gratitud a Guillermo Cáceres (Agrícola Viñasol, Cañete).

Concluida su etapa universitaria en Piura, se traslada a San Vicente de Cañete, donde colabora en iniciativas de formación humana y cristiana promovidas por el Opus Dei en esa ciudad como el Club Azor y en el Instituto Valle Grande.

Trabajar con seriedad e ilusión profesional

Guillermo desarrolla su ámbito profesional en el Instituto Valle Grande, de Cañete, institución pionera en la educación de Alternancia en el Perú, de la cual llega a ser director ejecutivo.

El ingeniero Joel Anaya, actual director de Valle Grande quien lo conoce a inicios de la década del 2000 dice sobre él: Un rasgo característico de Guillermo que me marcó mucho fue su respeto por la libertad personal, nunca a mí ni otros que trabajaban en Valle Grande les impuso nada por la fuerza. Él siempre con mucho cariño nos daba su punto de vista sobre aspectos de mejora que veía en la conducta de sus compañeros de trabajo, finalmente la decisión de mejorar nos la dejaba a cada uno.

Guillermo también se involucra en Cañete en la agroexportación y en la capacitación de agricultores, con la ilusión de que muchas familias de ese valle tuvieran trabajo, dice el Ingeniero Óscar Albán, quien también recuerda con gratitud su capacidad profesional y la forma de llegar a la gente del campo que demostraba una gran humildad y generosidad.

“Un consultor excepcional, un gran mentor y muy buen amigo”

Durante ese periodo, ingresa también como socio en una consultora, en donde trabaja en procesos a más de cien empresas de diversos sectores productivos del país, la cual tras su fallecimiento ha publicado en sus redes sociales el siguiente mensaje: “Fue socio de la empresa durante los últimos 7 años, tiempo el que atendió cientos de estudios y dejó una gran huella en los clientes y nuestro equipo de trabajo. Un consultor excepcional, un gran mentor y un muy buen amigo. Sin duda su paso por la institución nos ha permitido crecer como personas y profesionales”.

En la capital peruana, Guillermo colabora como secretario de la Junta del Centro de Orientación Familiar COFAM, asociación que promueve los colegios Alpamayo, Salcantay y Preschool, obras corporativas del Opus Dei a las que presta una valiosa contribución y su rica experiencia profesional.

Siempre tuvo inquietudes por aportar al desarrollo de la sociedad. Se animó a escribir una columna de opinión en el diario de negocios, “Gestión”, en la revista “Mercados & Regiones” y en su blog personal: https://hazempresa.net/ donde abordaba temas vinculados a la agroexportación y otros ámbitos empresariales con un sentido ético y profesional.

Un gran anfitrión en su natal Arequipa

La última década de su vida, transcurrió en su tierra, Arequipa, —a la que amaba profundamente— donde compagina su labor profesional como consultor empresarial y maestro, junto con responsabilidades en el Centro Cultural Andahua, hasta que su salud se lo permitió.

Era un gran anfitrión. Abría la casa de su familia en Corire, en la campiña de Majes, donde sus padres daban una magnífica acogida y uno se sentía agradecido por la hospitalidad de sus padres y hermanos.

Un espíritu alegre y deportivo ante el dolor

Los últimos ocho años de su vida, Guillermo los pasó entre quirófanos, clínicas, intensas jornadas de rehabilitación, entre las ciudades de Arequipa, Lima, Pamplona y Madrid afrontando un cáncer prolongado junto con otras molestias, sobrellevándolas con espíritu deportivo y sobrenatural, lo cual edificaba mucho a quienes tenía a su alrededor.

Seguía trabajando en la medida de sus posibilidades. Y también utilizaba los medios tecnológicos para dar formación cristiana desde España a un grupo de jóvenes del Centro Cultural Andahua

A pesar de su salud frágil, aprovechaba el tiempo al máximo. Seguía trabajando en la medida de sus posibilidades. Y también utilizaba los medios tecnológicos para dar formación cristiana desde España a un grupo de jóvenes del Centro Cultural Andahua, en Arequipa. No descuidaba su formación profesional y seguía pendiente de algunas iniciativas empresariales de las que formaba parte en Perú y en el exterior.

Una vida de fortaleza, servicio y entrega

La vida de una persona que sabe darse a los demás con alegría y buen humor, como Guillermo tiene una insospechada e inspiradora repercusión a lo largo del tiempo en cientos de almas, que hoy ya expresan su gratitud y agradecimiento públicamente en redes sociales, a un hombre que supo convertir en endecasílabos la prosa diaria de cada día, cómo nos enseña el fundador del Opus Dei.

Carlos Alfonso Enríquez Beck