Somos una familia de cuatro integrantes, Julio, Rosa y nuestras dos hijas gemelas Ana Paula y Ana Lucía. Desde muy temprana edad demostraron gusto por el deporte practicando natación, básquetbol y hockey. A la edad de ocho años (2016) empezaron con el hockey y lo practicaban todo el año, incluso los meses de vacaciones con mayor intensidad.
El año 2018, no fue la excepción, jugaron hockey los meses de enero y febrero dos horas al día, tres veces por semana. Terminando este periodo y ya por iniciar el periodo escolar, Ana Lucía sintió dolores en la zona lumbar y lo que más nos llamó la atención, es que no podía inclinarse, habiendo sido ella una niña muy flexible. De inmediato y junto a los controles de rutina anuales, solicitamos una consulta con el traumatólogo quien, desde el primer momento, nos indicó que se trataba de un problema neurológico, derivándonos con el neurólogo pediatra de la misma clínica.
A la semana siguiente, ya estábamos asistiendo a la cita con el neurólogo Dr. Héctor García Requena, quien solicitó pruebas de creatinina y una resonancia magnética. Los trámites demoraron unos días y en el transcurso de una semana acudimos a la cita para la resonancia. Los resultados demoraron unos días más y el 8 de marzo de 2018 recogimos los resultados, los cuales indicaban como hallazgos la posibilidad de existencia del siguiente diagnóstico: ependimoma mixopapilar, schwannoma, con el diferencial de tumor maligno de la vaina del nervio periférico.
Recuerdo que, tras recoger el informe por la noche antes de pasar por nuestras hijas que estaban en la casa de una amiguita, mi esposo y yo nos tomamos de la mano y cada uno leyó el informe. Tras eso, ya en el auto, me eché a llorar por no saber lo que venía, ese momento fue muy corto, contuve el llanto pues no quería que mis niñas se preocuparan por verme con los ojos rojos, así que nos dirigimos a recoger a nuestras hijas.
vi la estampa de Don Álvaro, quien siempre al mirarlo me inspira mucha paz y serenidad, tomé la estampita, la recé y la puse en mi agenda junto al informe de la resonancia que acabábamos de recoger y desde ese día siempre los he llevado allí, juntos
Ya en casa después de cenar y antes de acostarnos nos despedimos de ellas, les recordamos rezar antes de dormirse y pasando por nuestro pequeño altar familiar, vi la estampa de don Álvaro, quien siempre al mirarlo me inspira mucha paz y serenidad, tomé la estampita, la recé y la puse en mi agenda junto al informe de la resonancia que acabábamos de recoger y desde ese día siempre los he llevado allí, juntos.
Desde ese primer momento, Ana Lucía recibió muy tranquila las noticias —siempre nos sorprende con su serenidad y madurez— y decidimos encomendarnos al beato Álvaro rezando todos los días su estampa.
Luego de ese día, el fin de semana conversamos con Ana Lucía y su hermana y les explicamos la situación y que debíamos regresar donde el médico para escuchar el tratamiento que debía seguir para curarla. Desde ese primer momento, Ana Lucía recibió muy tranquila las noticias —siempre nos sorprende con su serenidad y madurez— y decidimos encomendarnos al beato Álvaro rezando todos los días su estampa.
Las indicaciones del médico fueron muy claras y simples, nunca tuvo apuro de operar sino más bien esperar a que Ana Lucía crezca e intervenir, si tuviera algún síntoma que pudiera comprometer las funciones básicas de su organismo. Muchos cambios vinieron, Ana Lucía debería llevar controles trimestrales con resonancias y análisis para monitorear la evolución del tumor, no podría realizar actividad física y debía adquirir hábitos alimenticios saludables. Seguimos las indicaciones además de seguir rezando la estampita al beato Álvaro. Hasta finales del 2019 Ana Lucía lo pasó sin mayores complicaciones, uno o dos episodios de dolores muy fuertes los cuales se calmaban en la unidad de emergencia de la clínica, pero, en resumen, la mayor parte del tiempo iba bien, tomando medicina para el dolor en algunas temporadas.
Desde del inicio de la pandemia, empezamos a rezar el rosario junto con la estampa del beato Álvaro todos los días en familia, nos conectábamos vía videollamada con los abuelos y tíos para rezar, eso duró los dos años del tiempo de la pandemia en Perú.
El año 2020 cuando llegó la pandemia del COVID-19, Ana Lucía y su hermana tuvieron que cursar el colegio de manera virtual como todos los escolares de su edad. Eso incrementó el tiempo de pasar sentada muchas horas frente a una pantalla, por lo que a inicios del mes de agosto empezaron los fuertes dolores de manera recurrente. Desde del inicio de la pandemia, empezamos a rezar el rosario junto con la estampa del beato Álvaro todos los días en familia, nos conectábamos vía videollamada con los abuelos y tíos para rezar, eso duró los dos años del tiempo de la pandemia en Perú.
Ese año 2020, no pudimos llevar los controles con la periodicidad recomendada por la pandemia y a finales del mismo año, la clínica donde se atendía Ana Lucía se había convertido en un Centro de atención COVID y se dejó de atender las especialidades. Tuvimos que cambiar de clínica y también de médico, pues el Dr. García, sólo trabajaba en el Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins en el área de cirugía donde se atendían casos de cirugías de urgencia.
Gracias a Dios y al beato Álvaro a quien siempre le pedíamos su intercesión, la empresa donde trabajó mi esposo, conociendo el estado de salud de nuestra hija, nos propuso seguir corriendo con los gastos de seguro médico.
En este periodo, también sucedió que mi esposo se quedó sin trabajo. No nos derrumbamos, pero si nos preocupaba el poder enfrentar los gastos médicos de nuestra hija. Gracias a Dios y al beato Álvaro a quien siempre le pedíamos su intercesión, la empresa donde trabajó mi esposo, conociendo el estado de salud de nuestra hija, nos propuso seguir corriendo con los gastos de seguro médico, era el plan médico más completo que habíamos tenido. Esto nos permitió poder elegir la clínica que quisiéramos para seguir con el tratamiento médico de Ana Lucía.
Indagamos con amigos sobre neurólogos y clínicas y decidimos acudir a la Clínica Delgado, allí nos plantearon la necesidad de intervenir quirúrgicamente realizando previamente una biopsia pues tenían dudas sobre el tipo de tumor. La biopsia se realizó en abril del 2021, y el resultado fue que los hallazgos inmunohistoquímicos eran compatibles con Ependimoma NOS grado 1 (WHO), que es un tipo de cáncer. Luego los médicos en junta médica emitieron un informe donde nos decían que no podían operar, pues no tenían la experiencia necesaria y que en el país tampoco la había, por lo que ellos recomendaban que Ana Lucía sea intervenida en el extranjero, recomendaban el hospital Johns Hopkins de Estados Unidos, por ser el más reconocido en este tipo de cirugías. También mencionaron que se necesitarían tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
En ese periodo, después de esa recomendación, decidimos hacer extensiva la cadena de oración que pedimos a las familias de nuestra aula, a todo el colegio y por nuestra parte, hicimos lo mismo con nuestra comunidad parroquial, familia y amigos. Distribuimos la estampa del beato Álvaro en muchos grupos de WhatsApp y pedíamos rezar por la curación de nuestra hija.
Esta etapa fue muy difícil debido a los gastos que se requerirían hacer en el extranjero. Hicimos la consulta en Johns Hopkins y los costos eran exorbitantes. Enviamos la historia clínica a la Clínica de la Universidad de Navarra (España) y también aplicamos al Hospital St. Jude (EE. UU) donde nos comentaron que aceptaban casos complejos y no cobraban nada, pues la finalidad del hospital es tomar el caso, como caso de estudio. Para poder acceder a esta información e iniciar los trámites, recibimos la ayuda de muchos amigos y conocidos, quienes con su disposición fue posible iniciar los trámites en esos lugares.
Todo se daba tan rápido, nos llegaban noticias buenas tan seguido, que nunca dudamos de la intercesión y ayuda del beato Álvaro
Todo se daba tan rápido, nos llegaban noticias buenas tan seguido, que nunca dudamos de la intercesión y ayuda del beato Álvaro, cuando lo comentábamos con amigos cercanos al Opus Dei nos decían: ¡Oh! que buena noticia y nos comentaban la coincidencia muchas veces, con fechas o acontecimientos importantes en la vida del beato Álvaro y de esa manera es que puedo recordar este detalle, pues nosotros no éramos conscientes de esto.
De esta manera, fuimos admitidos en St. Jude, hospital que nos solicitó los bloques de muestra de la biopsia. Después de un exhaustivo estudio, un 28 de junio de 2021, recibimos el informe de St. Jude, donde nos reportaba que, para ellos, no se trataba de un ependimoma sino de un tumor de baja malignidad, el cual podía ser retirado total o parcialmente quirúrgicamente.
Con este informe y teniendo en cuenta lo recomendado por el Dr. García Requena, es que decidimos que la cirugía fuera en el Perú. En ese momento, no sabíamos exactamente a dónde acudir, ni qué seguro médico utilizar, hasta que un día, donde se celebraba el día del pollo a la brasa, un plato típico en el Perú, un 17 de Julio de 2021, mi esposo se encuentra con una amiga, quien nos había orientado con los trámites de St. Jude y le contó lo que ella había vivido con su hija diagnosticada con cáncer al cerebro y que aquí en Perú, había sido operada con éxito por el Dr. García Requena. Fue entonces que, sin perder tiempo, iniciamos el trámite que sabíamos iba a ser muy difícil poder ingresar el caso al hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins, por ser uno de los hospitales más requeridos y por el trámite burocrático que se requería para lograr ser admitido.
Aún así seguimos recibiendo ayuda de personas que ni imaginábamos podrían hacerlo. Es el caso de un mentorado de mi esposo, que tenía a cargo en su voluntariado de Gestión de Proyectos, esta persona nos ayudó a poder ingresar al sistema del hospital. Luego de eso vinieron trámites, consultas y tuvimos muchas fechas tentativas para la cirugía, creo que fueron al menos cuatro, hasta que un 10 de diciembre de 2021, fecha del cumpleaños de mi esposo, Ana Lucía ingresó y fue hospitalizada para ser intervenida el día 13 de diciembre de 2021.
El día de la cirugía nos pasamos la mayor parte del día en el oratorio del hospital. Por la noche, luego de más de nueve horas de cirugía, salieron los médicos muy sorprendidos por la facilidad que habían tenido para retirar casi el 95% del tumor, pues ellos esperaban dificultades debido a la zona de ubicación del tumor. Todos estuvimos muy contentos con la noticia y nos quedamos allí a esperar la evolución médica de nuestra hija.
Desde ese día todo pasó muy rápido, visitas al hospital sin ver a nuestra hija, consolación vía telefónica a Ana Lucía que no podía vernos pues por los cuidados frente al COVID-19 nadie podía ingresar a la zona de post cirugía, posibilidad de una nueva cirugía porque la herida drenaba líquido (se sospechaba de una fístula), se acercaba la fecha de la Navidad y no sabíamos si íbamos a poder estar con ella.
Finalmente, llegó la fecha del alta, 24 de diciembre del 2021 al mediodía. Fue un día muy feliz para nuestra familia y desde entonces, Ana Lucía se ha venido recuperando bien, sin ninguna de las complicaciones, que nos comentaron podrían suceder, no ha tenido molestias y tampoco cambios en el estado del residual del tumor.
Dios ha sido bueno con nuestra familia, escuchó las oraciones de todos, familia, amigos y también de muchos que no conocemos pero que se les pidió encomendaran por nosotros a través del beato Álvaro.
Dios ha sido bueno con nuestra familia, escuchó las oraciones de todos, familia, amigos y también de muchos que no conocemos pero que se les pidió encomendaran por nosotros a través del beato Álvaro. También tuvimos apoyo de sacerdotes de la obra, especialmente del Padre Alberto Clavell, quienes encomendaban diariamente a nuestra hija.
Ana Lucía ha tenido posteriores controles médicos, de los que ha salido bien con el favor de Dios y la intercesión de Don Álvaro, a quien le seguimos rezando y agradeciendo por todos los favores concedidos a nuestra familia.