Esclavos de la dictadura de la delgadez

En el marco de la ceremonia de Apertura oficial del Año Académico 2010 de la Universidad de Piura, la Mgtr. María Elena Larraín, Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes (Chile), pronunció la Lección Magistral “Adolescencia: Identidad, Moda y Narcisismo”.

Mgtr. María Elena Larraín

La Mgtr. María Elena Larraín es una persona con amplia experiencia docente y de investigación. Es psicóloga por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Acreditada como Especialista y Supervisora en Psicología Clínica por la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, Magíster en Fundamentación Filosófica por la Universidad de los Andes. Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes. 

¿Cuál es la relación entre adolescencia e identidad? ¿Cómo se asocia la moda a estos dos conceptos y al de Narcisismo? La Dra. Larraín abordó estas preguntas al iniciar su presentación. 

Muy pendientes de sí mismos

Larraín aseguró  que las personas, especialmente los jóvenes, están muy pendientes de sí mismos, que sus éxitos y placeres parecen egocéntricos, que a todos les interesa destacarse visiblemente, ser reconocidos y admirados. Asimismo, que se ha convertido en objetivos vitales para muchos, el valor desmesurado al amor del cuerpo bello, las desenfrenadas actividades por evitar el envejecimiento y el anhelo de eterna juventud.

Según la psicóloga, las acciones en las que se involucran las personas para conseguir estas metas son llamativas: pasar horas en los gimnasios, dedicar tiempo y grandes cantidades de dinero a producir cierta imagen, tantas veces más parecida a una máscara que a una genuina identidad. Estos, continuó, son algunos de los fenómenos de la actualidad vinculados a los rasgos narcisistas de nuestra cultura. 

El fenómeno de la moda se ha ampliado

"Somos testigos de algunos esclavos de la dictadura de la delgadez y de la tiranía de la línea recta".

Por eso es que la moda pasa a ser digno tema de estudio, no exclusivo de las pasarelas, diseñadores, modelos y estética. Vestirse y aparecer de un determinado modo y estilo es algo más que un problema de gusto personal. La imagen y la apariencia personal dicen mucho de la persona, pero ¿qué tipo de comunicación se realiza a través de la moda? En palabras de la especialista, el ser humano expresa su intimidad y se manifiesta realmente quién es a través de su lenguaje corporal.

El afán por la moda, desde muy temprano en la historia, ha sido permanente e inmutable, a pesar de que la moda en sí misma es efímera y siempre cambiante. Las diversas épocas históricas han dado ideales de belleza corporal muy diferentes. Antes, eran cuerpos redondeados y curvilíneos; actualmente, “somos testigos de algunos esclavos de la dictadura de la delgadez y de la tiranía de la línea recta”.

La tendencia contemporánea avanza hacia una modificación extrema del cuerpo a favor del vestido con la asociación de ideas como felicidad, éxito, eterna juventud y aceptación social. “Hasta hace poco, la moda era un papel casi exclusivo de las mujeres adultas, hoy el mercado ha descubierto las ganancias potenciales de capturar a los adolescentes y también de los hombres”.

Su efecto en los adolescentes

Apertura del Año Académico udep 2010

¿Los adolescentes son igualmente afectados por las tendencias de la moda al igual que los adultos? Para Larraín la respuesta inicial es negativa. Los adolescentes, según dice, están más afectados por las tendencias de la moda: se visten cada vez menos y se exhiben más. Agrega que, durante el periodo de desarrollo de los jóvenes, que están en proceso de definir su identidad, existe el riesgo de no lograr cumplir exitosamente esta tarea central del desarrollo normal.

La psicóloga dijo que el narcisismo, es decir el quedarse atrapado en el amor de sí mismo, es uno de los riesgos de la etapa del desarrollo de identidad de los jóvenes. “La fragilidad de los adolescentes puede transformarlos consecuentemente en sujetos pasivos ante los influjos de las tendencias en boga. Pueden ser presa fácil para la adquisición de una identidad ambigua y superflua”.

Formación de la identidad

"Sólo puede tener exterioridad, en sentido propio, el que tiene interioridad, un espíritu".

“La formación de la identidad es una tarea continua a lo largo de la vida”. En el logro de la identidad, cada individuo debe integrar los conocimientos que tiene de sí mismo y del mundo, sus experiencias presentes y anhelos futuros que conseguirán un sentido cohesionado de sí mismo. Para Larraín, ésta es la tarea fundamental de la adolescencia, cuya falla puede conllevar a un sentimiento caótico de sí mismo.

“La identidad se forma y desarrolla desde afuera hacia dentro”. Para el adolescente es central la percepción de ser aceptado y amado. Los  cimientos de la relación de amor, sin condiciones, dentro de la familia y con los padres, son los que forman otras relaciones como amigos íntimos, profesores, con la sociedad. Estas diversas figuras de amor, según Larraín, sirven de materia prima porque construyen su identidad personal.

Pertenencia al grupo

La identidad de los adolescentes también se ve influenciada por los grupos a los que pertenecen. “Lo que el grupo establece como la moda y lo adecuado, es lo valorado. Se desarrolla un sentido de pertenencia que implica seguridad y se apoya mutuamente. Por eso, los adolescentes están en un continuo proceso de compararse así mismos con los otros del grupo”.

Para que se logre una identidad madura, en palabras de la especialista, es cuestión de compromisos fuertes, elegidos libre y personalmente de manera consciente, en materias como sexualidad, vocación, religión e ideología política. Cuando la identidad no es madura, el adolescente es proclive a una crisis de identidad, muchos están expuestos a quedarse atrapados en el amor a sí mismos y no logran consolidar su identidad. 

Dependencia social

El acto académico se desarrolló en el jardín central del campus

Por otro lado, las mujeres jóvenes reaccionan de forma diferente a las adultas, las imágenes idealizadas les producen una insatisfacción con su cuerpo, y se sienten presionadas a adherirse a normas de la apariencia, determinadas principalmente por los medios. Durante la adolescencia es fuerte el sentimiento de querer sentirse parte de un grupo, lo que los autores han denominado “Dependencia Social”. 

¿Cómo se compatibiliza el afán de ser único y diferente, con la urgencia y la fuerza por pertenecer a un grupo? La experta aseguró que los adolescentes tienen ambos deseos, pero que están muy vulnerables por querer pertenecer a un grupo determinado, que pueda influir fuertemente sobre ellos y no ayudarlos a definirse así mismos. Y en este aspecto hay que tener cuidado. La vulnerabilidad narcisista es una característica central tanto en la adolescencia normal, como de la patológica.

Distanciamiento de los padres

Los adolescentes normales adquieren un distanciamiento parcial de sus padres, sin por ello sentirse incapaces de mantener buenas relaciones con sus pares. Estos adolescentes pueden construir un ideal que los lleva hasta la adultez. En lo que respecta al narcisismo patológico, los jóvenes cristalizan su confianza en un sentido omnipotente, se niegan a reconocer sus limitaciones y vulnerabilidades, se caracterizan por la grandiosidad, la exagerada necesidad de admiración, la búsqueda de gloria, o por el contrario, excesiva o falsa humildad, una actitud de reserva social, un pretendido desinterés por el estatus, el dinero y los bienes materiales.

En síntesis, los adolescentes que están definiendo su identidad y los adultos inmaduros con problemas narcisistas, están constantemente preocupados en su apariencia. “El narcisismo va tras la intimidad psicológica y la autenticidad, busca rehabilitar un exhibicionismo lúdico. Con la moda, las personas podemos sentirnos y vernos más jóvenes, diferentes, es cuestión de jugar con la imagen que creamos de nosotros mismos y de renovarla  a voluntad”. 

Los adolescentes pueden llegar a establecer los modos únicos y originales acordes a su identidad lograda, este es el objetivo armónico y sano. Sin embargo, pueden caer en juego en el exhibicionismo, en el que se ve al cuerpo como un simple objeto que exhibe la moda. Mostrar todo, tal como decirlo todo, con la excusa de ser auténtico y espontáneo denota una falta de identidad madura. “Solo puede tener exterioridad, en sentido propio, el que tiene interioridad, un espíritu. Así, el vestido nos sirve para que cada uno exteriorice del modo que le parezca pertinente lo que es por dentro, sin olvidar que esta exteriorización va referida necesariamente a los otros”.