En el año de la familia: alegrías, desafíos y esperanzas de los Mercado Soto

El Prelado del Opus Dei en una carta nos anima a ser conscientes de la misión evangelizadora de la familia cristiana, con ocasión del inicio del año de la familia. Presentamos el testimonio de José Roberto “Pepe” y Mirtha, esposos desde hace 38 años, padres de cinco hijas y abuelos, en junio próximo, de diez nietos. El artículo cuenta como la vida matrimonial es una aventura que se encamina siempre de la mano de Dios.

Lo más importante e invalorable en nuestras vidas, se debe al Opus Dei. A través de la Obra nos encontrarnos con Dios y nos sabemos sus hijos. Nuestra vida de familia comienza el 28 de enero de 1983, día de nuestra boda. El 10 de noviembre nacía nuestra primera hija Ana María, actualmente casada con cinco hijos; en el mes de junio nacerá su sexto hijo.

Ana María y su familia

A ella le sigue Marijose, la segunda, que está de novia con Javier y esperan casarse en julio de este año si Dios quiere. Desde hace un año es supernumeraria del Opus Dei, su novio también lo es. Por esas cosas de la vida, celebrará el matrimonio religioso, el padre Joaquín Diez, a quien queremos mucho toda la familia, pues nos casó a Pepe y a mí. También celebró nuestras bodas de plata aquí en Perú. Ahora reside en España.

Marijose y Javier

La tercera, Maricarmen, luego del vuelco que dio su vida y su conversión, gracias a la intercesión del beato Álvaro del Portillo, a Dios y su Santísima Madre, regresó a casa, y pudo confesarse después de casi once años. A pesar de su alejamiento de la fe, que sucedió a partir del inicio de sus estudios como Profesora de Educación Inicial y luego su trabajo profesional -diez años en total-, nunca rompimos los lazos de cercanía y afecto con nuestra hija. Actualmente asiste al Camino Neocatecumenal, donde recibe dirección espiritual y está feliz de vivir su fe.

Pepe y Mirtha con Marijose y Maricarmen

Estábamos a la espera de nuestra cuarta hija, en época de pleno terrorismo de Sendero Luminoso, y estaba a punto de dar a luz. La franquicia que debíamos pagar en la clínica, en la que teníamos seguro médico, se convirtió en lo que era todo el sueldo de Pepe. Gracias a Dios, la Asistenta Social de su oficina, nos ayudó con el trámite y pude dar a luz, a los pocos días, en otro hospital. El Papa Juan Pablo II decretó ese año -1987-, año Mariano. La llamamos Mariana. Ahora vive en Suiza y acaba de nacer su cuarto bebé, Pablito. Esta vez no hemos podido acompañarla, como anteriormente, por la pandemia.

Mariana y su familia

Nuestra quinta hija, María Lourdes, luego de titularse de Abogado con nota sobresaliente, en la Universidad de Piura, acompañó a sus hermanas a visitar a Mariana en Suiza, y pasó también unos días en España. En Madrid, la que fuera su tutora en el colegio Lomas de Santa María de Chaclacayo, donde estudiaron cuatro de nuestras hijas, le sugirió hacer un curso de retiro. Allí vio con más claridad: que Dios la llamaba a ser religiosa en la congregación “Hijas de Santa María del Corazón de Jesús”.Cuando nos lo contó, en verdad fue una sorpresa increíble, pues, en su colegio alguna vez se había negado a considerarlo. Está en el noviciado de Chaclacayo, Lima-Perú, y hoy es la hermana Lourdes de María.

La pequeña y la mayor de nuestras hijas: hermana Lourdes de María y Ana María

Nuestras hijas encaminadas, y nosotros “al fin solos” aparentemente, porque el lazo de amor que nos une a ellas es indestructible, es entonces cuando llega el momento de la jubilación de Pepe. Lo más lindo de esta nueva etapa, fue nuestra peregrinación a Tierra Santa, en el 2019, con el Padre Alberto Clavell, de la parroquia san Josemaría de Lima. Un regalo más del cielo.

Tras la jubilación, evaluamos y el nuevo reto que veíamos por delante, era comprar una casita para el resto de nuestros días. Decidimos retirar todo el fondo de jubilación pues la pensión normal, pagando arrendamiento y demás, no nos alcanzaría. Vimos la oportunidad de invertir en un terreno, al sur de Lima. Pepe siguió un diplomado para ser Agente inmobiliario con la ilusión de dedicarse a ese rubro como actividad laboral y económica.

Mirtha y Pepe en Tierra Santa

Llega la pandemia, tiempos difíciles, muy difíciles.Nos ha afectado tremendamente, pues no hemos podido lograr nuestros objetivos de vida. La inversión que hicimos, está estática; necesitamos venderla para recuperar siquiera algo de su valor. El dinero que teníamos en el banco, ya se acabó. Hemos tenido que dejar el departamento que rentábamos. Hemos vendido todas nuestras cosas para tener efectivo y sobrevivir. Pero como siempre, Dios acude en nuestra ayuda: nuestros consuegros nos han cedido su casita de Chaclacayo, en El Cuadro, que estaba cerrada por la pandemia: viviremos allí el tiempo que sea necesario. Actualmente, ellos están en Lima porque Chaclacayo les resultaba muy lejos para sus controles médicos, en medio de esta pandemia. Esto, mientras se soluciona una Sucesión Intestada que nos corresponde y cuyo pago ya ordenó el juez, pero por la pandemia sigue pendiente.

Gracias a la Obra, que como una madre está siempre alimentándonos de Dios, cuidándonos en todo momento, ayudándonos a descubrir su Providencia y su cercanía, podemos ser felices en medio de las variadas circunstancias propias de nuestro caminar en este mundo, con paz y alegría que es lo más importante.

Como habrán podido apreciar, estamos en las manos de Dios. Nunca pasó por nuestra mente que la casa en Chaclacayo, sería una opción para tener un techo mientras se resuelven los asuntos económicos. Es el mejor lugar. Tiene el atractivo del campo, un clima un poquito más seco que Lima; su silencio es encantador. Fue en Chaclacayo donde empezamos nuestra vida de casados. Vivimos 25 años. Luego nos mudamos a Lima para apoyar más de cerca a nuestra hija María Lourdes que había ingresado en la Universidad. Vivíamos en Monterrico, hasta hace algunos meses, a menos de una cuadra de nuestra hija Ana María.

Ahora nos acaba de llegar otro reto que nos ilusiona enormemente. Nos llamaron para participar en un Programa de Voluntariado de La Voz Amiga, para escuchar a todo aquel que lo necesite. Antes nos vamos a capacitar. Ya hemos superado algunas entrevistas. El Voluntariado prefiere que sigamos adelante hasta cuando Dios quiera, aquí o en otro lugar. Nuevamente Dios nos dulcifica esta etapa de espera e inestabilidad, con esta nueva ilusión.Como decía don Álvaro del Portillo, a quien le hemos pedido tantos favores a lo largo de nuestra vida, ¡Gracias, perdón, ayúdanos más!