Don Javier Echevarría: 25 años de su visita al Perú

Fue un viaje apostólico, con el objetivo de acercar a Dios a aquellos peruanos que tuvo a su lado en esos días. Permaneció entre nosotros del 8 al 17 de agosto de 1996 y en este mes se cumplen veinticinco años de su visita.

Monseñor Javier Echevarría vivió al lado de san Josemaría Escrivá y fue su segundo sucesor al frente del Opus Dei, por ello supuso un privilegio grande para muchas personas -del Opus Dei o no- asistir a alguna de las reuniones que tuvo en el Perú y que fueron auténticos encuentros familiares.

Fueron días de gran intensidad para él y para quienes lo tuvieron cerca. El Padre, como se llama cariñosamente al Prelado de la Obra, no dejaba de recordar la estadía de san Josemaría y del beato Álvaro del Portillo en tierras peruanas en 1974. En aquella oportunidad, él también estuvo al lado de ambos. Al ser uno de los custodes, vivió en Roma junto a ellos y los tres tenían una gran cercanía.

Puede decirse por ello, que monseñor Javier Echevarría tuvo dos maestros en santidad con quienes convivió por más de cuarenta años, y siguiendo el ejemplo de ambos, durante sus estadías en tierras peruanas, nos motivó a ser generosos en nuestra vida cristiana. Son muchos los instantes que podemos recordar: en sus gestos y palabras se veía a una persona llena de amor de Dios.

Mons. Javier Echevarría camino al edificio ochenta de la Universidad de Piura

Tuvo detalles de cariño y estima con tantos a quienes no conocía y -en su mayoría- veía por primera vez: la bendición al bebé de una profesora de la Universidad de Piura embarazada; el abrazo a los policías que lo custodiaban durante los diferentes recorridos; sus encuentros con algunos enfermos; o el abrazo al popular “Perico”, trabajador del PAD, por citar solo algunos ejemplos de tantos que se pueden mencionar y que no cabrían en estas líneas.

En este viaje, el Padre tuvo reuniones con mucha gente -llamadas tertulias, por su ambiente familiar- en san Vicente de Cañete, Lima, Chiclayo y Piura, dejando una siembra apostólica muy grande.

No tenía previsto viajar a Arequipa. Sin embargo, en una tertulia el día 14 en Piura, mostró su preocupación y oración por un accidente con cables eléctricos y fuegos artificiales en “La Ciudad Blanca”, que ocasionó heridos y fallecidos en las vísperas del aniversario de esa ciudad. Nadie le era indiferente.

Mons. Javier Echevarría en su recorrido por el campus de la Universidad de Piura

“Somos los hombres más hombres, y las mujeres más mujeres, en la medida en que vivamos de acuerdo con la ley de Dios. No os desaniméis ninguno. Todos cometemos pecados y necesitamos de este sacramento”

La frecuencia de una vida sacramental en el cristiano era uno de los temas preferidos de su predicación sacerdotal. En una de las tertulias en el colegio Alpamayo dijo que la confesión no era un patrimonio solo de las mujeres, sino también de los hombres, y añadió: “Somos los hombres más hombres, y las mujeres más mujeres, en la medida en que vivamos de acuerdo con la ley de Dios. No os desaniméis ninguno. Todos cometemos pecados y necesitamos de este sacramento”.

Una anécdota que refleja su amor a este sacramento: en una tertulia por la noche del día 14 en el centro Puhirá donde se alojó en Piura, con algunos de sus hijos, pidió perdón por no haber hablado de la confesión durante la reunión en el campus de la Universidad de Piura. Realmente conmovía el pesar del Padre por no haber hablado de este tema.

Ante los concurridos encuentros que tuvo con numerosos fieles de la Obra, don Javier, no desaprovechaba ninguna oportunidad para poner a cada persona, frente a su responsabilidad de “ser Opus Dei”; así como de construir una sociedad más justa, solidaria y cristiana.

Mons. Javier Echevarría en su visita al Colegio Vallesol en Piura

En Puhirá, en un encuentro con los regidores de la municipalidad de Piura, llegó a decir sobre la Universidad: “Yo pido a estas primeras generaciones que se decidan a quemar gustosamente su personalidad y sus talentos, para que los que vengan detrás se encuentren un gran trecho recorrido y les resulte más fácil seguir el camino que ahora se ha empezado”.

En el mismo encuentro, hizo saber su amor por Piura, una herencia de san Josemaría y junto a eso, les sugería a los regidores, que en la vida pública pusieran en sus relaciones con los demás siempre el signo más, que es la Cruz: una Cruz que ata, que une, que no divide.

El 17 de agosto, camino ya de Brasil, donde le esperaban otras jornadas de intenso trabajo apostólico, aprovechó para enviar una carta al vicario regional, el Padre José Luis López-Jurado, dirigida a todos los fieles de la Obra, en la que concluía con su deseo de que llegásemos con nuestro apostolado “a cada rincón peruano”.