De los Andes a Kazajistán

Katty Villafuerte Palomino, numeraria auxiliar peruana, vive en Almaty, Kazajistán. Nacida en Abancay, en medio de los Andes, llegó a ese país hace 6 años para apoyar la labor del Opus Dei y participar en la gran aventura de formar a la mujer de todos los sectores de la sociedad kazaja.

Katty Villafuerte es la primera de la derecha

Katty, natural de Huayllabamba (Abancay), estudió la carrera de Hostelería en Condoray, labor corporativa del Opus Dei en Cañete (Lima). Luego de pasar algunos años en Roma, viajó a Almaty, donde actualmente vive y con otras personas del Opus Dei, desarrolla la labor apostólica en Kazajistán.

Además de español, habla quechua, ruso y está aprendiendo kazajo. “Para entender la gramática rusa he debido profundizar en la gramática española. La lengua fue al comienzo un impedimento para comunicarme y entender la cultura del país pero poco a poco fui aprendiendo el idioma y ahora puedo conversar con mis amigas, les explico las costumbres peruanas y ellas me cuentan lo suyo”.

Sus conocimientos de pastelería y de chocolatería adquiridos en Bélgica le dieron oportunidad de dar clases en algunos colegios de Almaty y organizar con otras amigas, el concurso de pastelería que cada año tiene lugar en Irtysh, Centro donde reside.

Primeras impresiones de Kazajistán

Katty nunca se imaginó que su vida cambiaría tanto. “De por sí soy muy aventurera y las palabras de San Josemaría ‘patos al agua’, así como el dicho ‘con este burro hay que arar’… me animaron a iniciar esta gran aventura apostólica. La confianza del Padre (el Prelado del Opus Dei) me ayudó en todo momento a enfrentar las dificultades normales de idioma, clima, costumbres, etc.”.

Katty señala: “Para una sudamericana procedente de una zona muy religiosa, me resultó muy fuerte el cambio: no podía hablar con mis amigas de temas de religión como estamos acostumbradas en nuestro pueblo. Incluso no solo eso, sino que te encuentras en un ambiente en el que se niega la existencia de Dios”.

“Cuando llegué me impresionó el frío, empezaba a nevar, todos los árboles pelados, la ciudad era gris. La naturaleza estaba muerta y triste pero al poco tiempo cambió. En primavera los árboles explotan y hay unos verdes diversos y con flores. El otoño también es muy bonito”.

Con un grupo de niñas kazajas en clases de repostería

“De las costumbres, el que la gente es muy acogedora y cuando vas a una casa te llenan la mesa de comida: panes (bauzaki), caramelos, etc. Pensaba que eran más fríos, pero no fue así”.

“Recuerdo que en una excursión a la montaña vi a los ganados comiendo por un huequito para coger el pasto porque todo estaba helado. Como nevaba el dueño de las vacas nos hizo pasar a su casa. Nos invitó té caliente y luego salchichones cortados”.

“Pero también tuvo otras vicisitudes en el mercado: las etiquetas estaban escritas en húngaro, eslovaco, sueco, lituano, kazajo, ruso y no las podía entender. Me fijaba en los componentes y preguntando, poco a poco pude lograr captar de qué producto se trataba. Lo que hice fue observar las costumbres, fui a las tiendas para poder variar el menú y aprender”.

Haciendo hogar

“Mi trabajo profesional lo desarrollo en la Administración de los Centros de la Obra. Me ocupo de la cocina, ropa y mantenimiento de la casa. Eso se alterna con clases de cocina y pastelería dirigidas a jóvenes que desean aprender estas especialidades”.

“Veo que estas tareas tienen gran influencia y ayudan a crear un ambiente de hogar; a través de los detalles se da alegría a las personas, se cuida su salud, se contribuye a que se lo pasen bien y se olviden de las dificultades; tienen la casa limpia, la ropa cuidada, la comida en su momento. Esto es más importante aquí porque hay gente que está en un país distinto. Es muy importante crear hogar, que las personas tengan un lugar acogedor de descanso”.

Preparando la Navidad

“También queremos transmitir este espíritu a la sociedad kazaja, a través de los programas y cursos: vamos enseñándoles técnicas de limpieza, de cocina, de nutrición, el valor del servicio, etc. Este trabajo requiere preparación profesional porque tiene una gran repercusión no sólo en la persona sino en la sociedad”.

“Es muy importante en un país donde no hay una tradición en este campo revalorizar esta profesión. La gente tiene muchas ganas de aprender a llevar su hogar con profesionalidad, alimentarse y cuidar que la dieta sea equilibrada. En este país tienen mente abierta para conocer otra gastronomía. Les gusta mucho lo europeo. La alimentación no es muy variada ni nutritiva: pasta, cordero, cebolla y ajo. Lleva mucha grasa por el frío y no hay tanta variedad de verduras y frutas. Últimamente están entrando productos de otros países”.

Sabores peruanos

Katty cuenta cómo ha conseguido difundir la gastronomía peruana: “En nuestro caso, comemos dieta mediterránea para todo tipo de gente. Pero también estamos introduciendo la comida peruana: sirvo arroz con pollo, lomito saltado, ají de gallina, arroz chaufa. El lomito saltado es lo que más les gusta. También he preparado arroz con leche y cheesecake de fresa. Nuestra gastronomía está presente en Kazajistán aunque debo adaptar algunos ingredientes”.

“He aprendido la cocina kazaja, rusa y coreana porque hay influencia de esos países. Hay platos diversos como una sopa rusa a base de col; el ‘plof’, una especie de chaufa que lleva carne, con zanahorias. Hay muchas etnias y cada una tiene su cocina”.

Katty desarrolló conocimientos de pastelería y chocolatería en Bélgica

Katty vino recientemente a visitar a su familia en Abancay y, como extraña especialmente “la canchita” (maíz tostado típico del Perú), su mamá le dio una bolsa grande de maíz para que pueda prepararla en Kazajistán, y también semilla de ají amarillo, “que espero prenda. La fruta variada que tenemos no se ve allí, ni los crotos, ni las flores como las cucardas, ni el romero fresco”, explica.

Señala que nuestra gastronomía todavía no se conoce mucho en Kazajstan. En general no conocen mucho la cocina de otros lugares del mundo. Sólo la pizza, lasagna, en general, la comida italiana. “Yo seré la embajadora de la cocina peruana”, promete.

Amigas de todos los credos y razas

Katty explica que el trato de amistad se consigue a travésdel trato en el trabajo, en el estudio, en actividades diversas. "Hay programas de voluntariado que hemos organizado. Esta navidad hemos tenido una experiencia bonita: a las profesionales les hemos propuesto ayudar a niños minusválidos de la ciudad y se apuntó un buen número. Estaban felices y quieren seguir. Han descubierto la alegría de dar. Existen también diversas actividades sobre la familia y sesiones de orientación familiar, cursos de formación para todo tipo de personas y religiones (musulmanes, protestantes, etc.)”.

Las excursiones a la montaña, las clases de cocinas, las convivencias de verano para practicar español y un club de niñas donde se les enseña clases de formación humana y habilidades manuales, son medios estupendos para entablar relaciones de amistad y conocer gente joven.

Durante un paseo en las montañas kazajas

“Todas mis amigas son musulmanas, ortodoxas y algunas incluso ateas. Tengo varias amigas: Saltanat, que acaba de estudiar la carrera de negocios; Indira, estudiante de secretariado; Nina, que ha estudiado para cocinera pero trabaja en un negocio de compra venta de casas. Olga, que acaba de bautizarse en la Iglesia ortodoxa”.

“El hecho de que sean de otra religión no es obstáculo. Tienen mente amplia y somos buenas amigas. Las he conocido en una academia de idiomas donde estudian más de 70 alumnas. Hacemos planes para ir a la montaña, o tomar un café a un restaurante o pasear por el parque. Hablamos de nuestras familia, lo que estudian, yo les cuento de mi país y lo que hago en mi trabajo”.

Katty agrega: “nos une el cariño. Se dan cuenta de nuestra sencillez, le abres el corazón, ven el desinterés. Saben que no las buscas por ningún motivo. Tienes que tener mucha confianza para que te cuenten sus cosas”.

“A las ortodoxas e incluso a las musulmanas, les impresiona cuando te cuentan un problema familiar y les prometes ‘voy a rezar’, lo entienden y lo agradecen mucho. Confían en la oración. Sí se dan cuenta de su valor y cuando tienen exámenes, te piden ellas mismas que reces”.

“Me ha servido lo que nos aconsejaba San Josemaría: querer de verdad y hacerles favores a nuestras amigas, por ejemplo: te enseño a preparar un plato peruano, o lo que te interesa: tartas, una decoración de postres, o te presto un libro. Compartiendo intereses, tiempo y a través del cariño sincero, nace la amistad”.