Club Fogaril: reinventarse para llegar a más

El Club Fogaril es una iniciativa juvenil en Arequipa. Con ocasión de la cuarentena, surgió la idea de dar formación humana y cristiana a un grupo de universitarias que frecuentaron el club en su niñez, a fin de poder transmitir luego esa formación a las más pequeñas.

Mi nombre es Verónica. En el año 2010 me invitaron colaborar en el club Fogaril, dirigido a niñas de cuarto a sexto grado de primaria, y en estos diez años he venido apoyando en la organización de diversas actividades, con la oportunidad de conocer a muchas familias de las niñas que se inscribían en el club.

Este año teníamos proyectado trabajar con chicas universitarias que pertenecieron al club, para que apoyaran como monitoras en las actividades programadas, a iniciarse en la segunda quincena de marzo, pero se decretó el estado de emergencia en el país por el COVID-19.

Vimos que teníamos que reinventarnos, así que lo primero que hicimos fue capacitarnos en el uso de las redes sociales y aprender a utilizar las plataformas virtuales, e invitamos a un grupo de universitarias que quisieran formarse como monitoras del club, para que sean ellas quienes puedan dar la formación a las niñas y les enseñen virtudes, velando para cumplir el plan de normas de convivencia del club, llevando a cabo sesiones de trabajo donde puedan enseñar a poner en práctica las virtudes a las más pequeñas, y conversando con cada una mediante la preceptoría.

Verónica, colaboradora en el club Fogaril, en una de las reuniones de capacitación.

“HABER SIDO PARTE DE FOGARIL HA SIDO UNA DE LAS MEJORES EXPERIENCIAS QUE HE PODIDO TENER EN LA VIDA...”

A través de facebook me contacté con Daniela y le comenté de este proyecto.Ella ha participado desde pequeña en el club así que le encantó la idea.Ahora se prepara para estudiar medicina.Hace unos días me decía: “haber sido parte de Fogaril ha sido una de las mejores experiencias que he podido tener en la vida. En el club aprendí muchas cosas que he ido desarrollando para lograr ser la persona que soy ahora. Ya tengo 17 años y me emociona mucho el hecho de poder ayudar a muchas niñas tal como hacían conmigo cuando era pequeña”.Además, animó a su hermana gemela, Natalia, para que formara parte del grupo de monitoras.

Claudia también participó cuando era pequeña en las actividades del club, cuando cursaba quinto de secundaria, organizó los juegos para las niñas.Cuenta que se divertía con todo lo que aprendía en los talleres y le gustaba mucho escuchar las pláticas del sacerdote.Alguna vez trajo a una amiga al club, y como para ella era natural saludar al Señor en el Sagrario, le dijo: “no has saludado al Señor”, su amiga la miró sorprendida pero también aprendió a hacerlo. Ahora Claudia estudia el tercer año de psicología en la universidad y se mostró muy entusiasmada con la idea de seguir apoyando al club, esta vez como monitora.

Francesca tocando el piano

Francesca, es hija de Mónica, que nos apoya con todos los diseños de los folletos del club. Desde muy pequeña frecuentó el club y no se perdía ninguna de las actividades.Ahora se prepara también para ser monitora y es muy constante a las reuniones de capacitación.

Nat estudia quinto de secundaria, ha crecido en el club, y se ha sentido siempre parte de la casa.Se puso feliz cuando Maríamarta le propuso ser parte del equipo de monitoras. Belén está en cuarto de secundaria, ella es hija de Soraya, quien es una amiga que me escuchó hablar del club y le interesaba mucho que su hija reciba formación cristiana y que lo pasara bien conociendo a otras chicas de su edad.

A lo largo de las semanas de confinamiento tuvimos reuniones de capacitación los domingos para las monitoras.Los temas han sido variados: liderazgo, educación de la afectividad, la libertad, valores como honestidad y generosidad, entre otros, y esa formación se la pudimos dar a través de cine – fórums, juegos y clases con personas invitadas, desde otras ciudades, y especializadas en esos temas. Nos ha sorprendido positivamente la puntualidad y la ilusión de cada monitora.

Una de las actividades con las que todas disfrutamos mucho fue hacer una visita virtual a Aleja, una persona de la obra, que es Numeraria y vive en Lima. Nos encantó verla tan alegre con nuestra visita. Francesca tocó virtualmente unas piezas de piano, Daniela hizo una sesión de maquillaje a su mamá, Belén presentó una demostración de postres elaborados por ella, y con Maríamarta le cantamos una canción.

Belén con el postre que enseñó a Aleja

Luego nos llegó el siguiente mensaje de parte de ella: “Muchas gracias a todas, estoy muy contenta y agradecida”. Aleja sigue cantando la canción que le cantamos, quiere el postre tan rico que le hicimos, le encantaron las piezas de piano, le gustaría que la maquillaran para las fiestas y también escuchar el ukelele, instrumento musical que le tocamos desde Arequipa. Y sabemos que tiene presente en sus oraciones a cada una de las monitoras del club Fogaril, para que, con iniciativa, buen ejemplo y espíritu de servicio puedan llegar a más niñas ayudándolas en su formación humana y cristiana y pasándola muy bien en el club.