Camino a Pachacútec

La devoción a San Josemaría Escrivá se sigue extendiendo por el Perú. Recientemente en el Asentamiento Humano Balnearios, dentro de los arenales de la ciudadela de Pachacútec, Mons. Miguel Irízar, Arzobispo de El Callao, inauguró una capilla bajo la advocación de este santo.

Un largo camino, casi interminable, conduce a Balnearios, un asentamiento humano en los áridos terrenos de la ciudadela Pachacútec. Balnearios se encuentra ubicado en el distrito Ventanilla, a dos horas de Lima. Hace más de tres años, cerca de 10 mil hombres y mujeres, con sus familias, llegaban a estos inmensos eriales en camiones atiborrados de esperanza. Pachacútec nació en un gran arenal de 532 hectáreas, donde se asentaron más de 40,000 habitantes distribuidos en un total de 10,469 lotes de vivienda.

Las necesidades son muchas y los pobladores trabajan coordinadamente para poder vencer los obstáculos que se les presentan en sus vidas cotidianas. A pesar de ello, el interés por cultivar su vida espiritual no ha flaqueado; muestra de ello es la acogedora capilla San Josemaría Escrivá, construida a base de material prefabricado, con el aporte de la mano de obra de muchos de los pobladores. Y es que en Balnearios, todos apoyan de una u otra manera.

“Mi capilla es hermosa, yo la veo en el futuro más grande, con todas las comodidades”, comenta Uber Yajahuanca, joven de 28 años que dedica la mayor parte de su tiempo libre a impulsar el coro de la capilla. Junto con él, su hermana Norma y otros amigos, planifican diferentes actividades que les permita obtener algo de dinero para seguir mejorando la capilla. En junio, por ejemplo, tienen pensado organizar alguna actividad, barajándose las posibilidades de vender pollo a la brasa, tener un bingo o una rifa, con el fin de comprar instrumentos para el coro. Por los cancioneros ya no se preocupan: el señor Jorge Ocupa, vecino y trabajador de una imprenta del centro de Lima, donó 500 ejemplares, los cuales llevan impresa al reverso la imagen de San Josemaría. Además, el mismo señor Ocupa obsequió una gigantografía de un metro de altura de San Josemaría, que da la bienvenida en la entrada de la capilla.

¿Qué saben de la vida de San Josemaría?, pregunto a Norma. Sin vacilar contesta que es un santo que enseñaba que siempre hay que poner fe en Dios, y agrega: “Él (San Josemaría) quería mucho a los niños, decía que tenemos que rezar el rosario y querer a la Virgen María”. Cerca del altar, resalta una imagen de la Virgen de Guadalupe. Si se dirige la mirada hacia abajo, las flores frescas y el mantel blanco del altar llaman la atención por la delicadeza con que están dispuestos.

Es jueves por la tarde, y en el interior de la capilla madres de familia, niños, adolescentes y jóvenes están sentados ensayando las canciones que entonarán el día domingo. Es un día especial porque una vecina ha donado un crucifijo para el altar. El padre Richard Córdova, gestor de la construcción del templo pide bendiciones para la gentil señora, quien con mucha humildad responde tímidamente con una sonrisa.

El padre Richard guarda también una gran devoción a San Josemaría Escrivá. Comenta que la capilla pudo comenzar a construirse gracias a una donación que hiciera un sacerdote americano. Sin embargo, su perspectiva apunta hacia convertirla en toda una parroquia de 1,564 metros cuadrados, en la cual, además de la capilla, se contaría con una casa parroquial y varios salones para actividades pastorales. En sus manos ya tiene un anteproyecto, que espera poder ejecutarlo pronto buscando apoyo de entidades y personas, y sobre todo el de los pobladores del segundo sector del Asentamiento Humano Balnearios.