Arequipa: Diosidencias y sueños, así es mi vida

Soy Verónica, me gusta la música, el canto y la guitarra. Trabajo como abogada en Arequipa. San Josemaría decía “soñad y os quedaréis cortos” así siento que es mi vida, tras conocer el Opus Dei.

Convivencia de supernumerarias en Saxum

Trabajo como abogada canonista en las causas de declaración de nulidad matrimonial, como parte del elenco de abogados del Tribunal eclesiástico de Arequipa, labor que me facilita ayudar, acompañar y dar consejería a muchas personas.

En enero del 2018 cuando el Papa Francisco vino al Perú, lo vi de cerca con mi cuñada, mi sobrina y Martha, una amiga mía. Siempre rezaba para que mi sobrina conozca la Obra, y ese día llegó el momento. Un año después, ella pidió la admisión en el Opus Dei como supernumeraria.

Inicialmente, pensé que era una “coincidencia”, pero luego me di cuenta de que era una “diosidencia”, palabra que según el diccionario, evoca una sutil participación de Dios en ese asunto.

El Papa Francisco sale al balcón de la Nunciatura en el Perú en enero 2018.

El escapulario: un “fotocheck” para ir al cielo

Los días del viaje del Papa Francisco al Perú fueron muy felices y me preguntaba qué me pediría el Señor. Cuando retorné a Arequipa, mi esposo enfermó gravemente y aunque no me dijeron cuánto tiempo viviría, sabía que sería corto.

Siempre le he pedido al Señor que quienes están cerca de mí, sean amigos suyos, así que animé a mi esposo a que acudiera al sacramento de la confesión y accedió. El primer viernes de marzo, el padre Jorge Putnam, lo confesó, le administró la unción de los enfermos y la sagrada comunión. Mi esposo animó también a mi hijo a seguir sus pasos.

En otra ocasión, el padre Miguel impuso el escapulario de la Virgen del Carmen a mi familia; allí le expliqué a mi esposo que era como su “fotocheck” para el cielo.

El proceso de su enfermedad fue doloroso, y yo pasaba días en el hospital. Mi hermana me ayudó mucho. Fue un aprendizaje agridulce, con la felicidad de saber que se iría directo al cielo, pero con la tristeza por su partida.

Mi esposo falleció un 1 de junio, primer viernes del mes del Sagrado Corazón de Jesús, a cuya intercesión acudimos constantemente, y esa fue otra “diosidencia”, pues su confesión fue también un primer viernes. El 01 de junio de 2019, recordamos el año de fallecimiento de mi esposo con una misa. Esa misma tarde, pedí la admisión a la Obra como supernumeraria. Otra “diosidencia”.

Tras la muerte de mi esposo, me tocó cuidar de dos tíos, hermanos de mi madre. Uno de ellos tenía una enfermedad terminal. Así empezó nuevamente el trajín de idas y venidas al hospital. También ambos recibieron los sacramentos.

En el 2020, mi papá enfermó gravemente y asumí su cuidado, y con el favor de Dios, recibió todos los auxilios espirituales.

Para mi familia, lo más importante es estar listos para “ganar la última batalla”, como decía san Josemaría, al referirse a estar preparados para ir al Cielo.

Para mi familia, lo más importante es estar listos para “ganar la última batalla”, como decía san Josemaría, al referirse a estar preparados para ir al Cielo. En el 2023, atendí a otra hermana de mi mamá, que tenía 97 años. Solo le pedía a Dios una pausa para poder procesar cada duelo.

En medio de todo, una historia simpática

Como mencioné al inicio del artículo, la frase de san Josemaría: “Soñad y os quedaréis cortos”, ha marcado mi vida. Y uno de mis sueños era que el Prelado de la Obra, viniera al Perú, en concreto, a Arequipa, y me encantó que conociera nuestra ciudad —justo hace ya un año— en agosto de 2024.

Apenas se confirmó que el Padre vendría a Arequipa, pensamos en cantar una canción durante la tertulia con familias: Anita Bello compuso la letra y me encargué de la música. A menudo, hago oración tocando canciones al Señor. Me inspiré en algo típico de nuestra tierra: la música del carnaval arequipeño. Desde ese momento, empezamos a ensayar.

Enseguida, me contacté con Lorena, quien toca instrumentos, pues hacía falta dar ciertos matices a la canción. Ella aceptó sumarse tocando el charango, un complemento perfecto. Además, sugirió incluir un bombo. Charito es una muy buena amiga con quien estudié música, y me ayudó con ese instrumento. La canción cada vez tomaba mejor forma.

Ensayo en el centro cultural Wayrana

Convocamos luego a Luciana, Majo, Vale, Mica y Adri del club Fogaril de Arequipa. Se sumaron también Tani así como otras señoras amigas que cantan y formamos un coro. El papá de Lorena toca guitarra y fue matizando la canción. El hermano menor de Majo se acopló con unos —egg shaker o ganzá— dándole armonía a la canción.

Surgió la idea que, en la tertulia con el Prelado en Arequipa, el público usara pañuelos blancos, mientras cantábamos. Sthefani, quien lleva el arte de la costura en las venas, confeccionó los pañuelos. Caro, preparó los banderines para las preguntas en la tertulia. Mónica, elaboró un pasaporte arequipeño para el Padre. Todo iba quedando a punto.

El día de la tertulia, las niñas asociadas del club Fogaril entregaron al Padre, algunos regalos típicos de Arequipa: chocolates de “La Ibérica”, el “characato” de oro, la moneda de la ciudad; el pasaporte, entre otros obsequios.

Las chicas del club Fogaril saludaron al Prelado en la tertulia de Arequipa.

Antes de la canción, tomé el micro y le conté al Padre con frases muy arequipeñas, algo que rimaba: “Padre, dicen que los arequipeños hablamos cantando, y es que cantando se alegra la vida, pero también dicen que cuando estamos de mal humor es que estamos con “La nevada”. Con esta erupción de alegrías: ¿Qué nos dice a los arequipeños en este día?”

El Padre respondió diciendo “que estéis contentos”, y nos habló de la alegría. A continuación, cantamos y nuestra canción: era muy alegre y gustó mucho a todos; otra “diosidencia”.

¡Gracias Padre, por venir a Arequipa!

Otra “lanzada” mía, como llamamos aquí a esa mezcla de intrepidez y temeridad, fue ir con unas amigas y algunas asociadas del club, Fogaril a recibir al Padre al aeropuerto con pancartas y globos, apenas llegó a Arequipa.

Al vernos le cantamos: “Bienvenido, bienvenido Padre, bienvenido a Arequipa”, se acercó y nos dijo que estaba muy contento de visitar nuestra ciudad.

El Prelado a su llegada al aeropuerto de Arequipa.
Mis amigas quedaron removidas por el mensaje cristiano de la Obra, y como el Padre lo transmite de manera serena, pausada y con alegría.

Invité a varias amigas a la tertulia del Padre en el Centro de Convenciones del Club del Colegio de Abogados de Arequipa. Mis amigas quedaron removidas por el mensaje cristiano de la Obra, y como el Padre lo transmite de manera serena, pausada y con alegría.

Finalmente, en la línea de la frase con la que inicié este artículo, sigo soñando: me gustaría asistir a las futuras canonizaciones de fieles del Opus Dei, con un buen grupo de arequipeñas. Tengo muchas amigas mías, que van conociendo el carisma de la Obra. Por lo pronto, varios de mis sueños ya se han cumplido al estar de convivencia en Saxum, en Tierra Santa; en el santuario de Torreciudad, una de las últimas locuras de san Josemaría; visitar el centro de la cristiandad, Roma y haber recibido al Prelado de la Obra en nuestra tierra, Arequipa.  

Una foto con el Padre al terminar la tertulia en el centro cultural Wayrana.

Como nos dijo el Padre en su viaje a la “ciudad blanca” a pesar de que san Josemaría nunca visitó Arequipa físicamente, sí fuimos parte de su oración y pensamientos por la labor que la Obra haría al servicio de la iglesia y de las almas en Arequipa. ¡Gracias Padre, por venir a Arequipa!

Verónica Castro