​Un error de cálculo bienvenido

Hace unas semanas llegó a mis manos una estampa de Laurita. Yo no la conocía pero sí a su marido de oírlo en la Clínica Universidad de Navarra donde ejerció como médico. Soy ginecóloga y tenía a mi secretaria embarazada.

Tiene 40 años e iba a ser su tercera cesárea. La verdad es que el embarazo iba bien pero en el 2º trimestre empezaron a aparecer imágenes en la cabeza del feto en la ecografía que me ha hecho controlarlo con más frecuencia.

Estaban en el límite de considerarse patológicas, pero ya había cierta inquietud con respecto a su salud. Al final del tercer trimestre empezó a hacer un crecimiento intrauterino retardado. Entonces apareció “Laurita”. Pensé que, como acababan de publicar su estampa y era madre de familia, podía ser una buena intercesora que no estuviera “muy ocupada”.
Tengo bastante experiencia en ecografía y muy buen aparato (normalmente el error de peso estimado lo suelo tener en + 100 gr.) pero como el caso era muy cercano, le pedí a una compañera con mucha práctica que le hiciera otra ecografía con su aparato que es de alta resolución también. En una semana 37 (que ya es un embarazo a término) yo le estimé 2.300 gr. de peso. Y tres días después, esta compañera, entre 2.300 y 2.500 gr. como máximo. Decidimos hacer la cesárea ya, aunque hubiera que pasar al niño a la UCI pediátrica por bajo peso. Mientras tanto encomendaba el caso a Laurita. (No hubiera sido un caso grave o difícil, pero había sido un embarazo costoso en muchos sentidos y me parecía que convenía que saliera todo muy bien).
Nos dio una alegría grandísima, porque pesó 2.800 gr. y estaba perfecto. Para muchos compañeros esto puede ser un error de cálculo nuestro sin más, algo frecuente y sin importancia. Para mí, ha habido desde luego una ayuda del cielo, pues tengo que reconocer, aunque suene un poco pedante, en mis quince años de experiencia ecográfica nunca había tenido un error de cálculo de esta envergadura y a la vez que haya sido tan bienvenido.
Es algo sencillo pero se lo quiero agradecer a Dios y a la intervención de esta buena madre de familia, Laurita (pues conociendo la actividad de su marido en la CUN) debió ser una madre fantástica y muy sacrificada.
M.R.P., Pamplona