1. Introducción. Los sueños de Dios para cada persona.
2. Meditación I. La parábola de los talentos.
3. Meditación II. El paralítico de la piscina.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.
Introducción. Los sueños de Dios para cada persona
El lema que nos acompaña en este retiro —“Los sueños de Dios para cada persona”— nos invita a mirar la vida con fe. No hemos venido al mundo por casualidad: desde toda la eternidad Dios ha pensado en cada uno de nosotros, y en su corazón late un proyecto lleno de amor. Nuestra vida es misión, y en esa misión Dios confía en nosotros como un Padre que pone tesoros en manos de sus hijos.
Así nos lo recuerda el Señor en la parábola de los talentos. A cada uno, según su capacidad, le entrega dones, cualidades, amistades, oportunidades. Son suyos, pero nos los confía para que los hagamos crecer. No importa tanto la medida de lo recibido, sino la ilusión y la fidelidad con que lo trabajemos. Todo puede dar fruto, si lo vivimos con amor y gratitud.
El Evangelio también nos muestra al paralítico de Betesda. Un hombre paralizado en su debilidad, sin nadie que le ayude, hasta que Cristo se acerca y le pregunta: “¿Quieres curarte?”. El Señor no se cansa de tendernos la mano. Quiere levantarnos, sanarnos, hacernos capaces de caminar y de servir. Y así descubrimos que sus sueños no se reducen a nuestros talentos, sino que también abarcan nuestras fragilidades: Él quiere transformarlas en ocasión de gracia, de apertura, de entrega.
Por eso, este retiro es un tiempo para abrir el corazón. Para reconocer con humildad lo mucho que hemos recibido; para pedir luz que nos haga valorar los talentos ajenos sin envidias, ayudando a que otros también den fruto; para dejarnos corregir y acompañar; para aprender a tratar con delicadeza y cariño a nuestros amigos, rezando por ellos y respetando siempre su libertad.
Dios sueña en grande. Sueña con nuestra vida puesta a su servicio y al servicio de los demás. Sueña con un corazón agradecido, humilde y generoso. Sueña con hacernos santos. Pidámosle que este rato de oración y silencio nos ayude a entrar en sus sueños y a vivirlos con alegría.
Primera meditación
Opción 1: Meditación. La parábola de los talentos
Opción 2: Hacer fructificar los talentos
Segunda meditación
Opción 1: Meditación. El paralítico de la piscina
Opción 2: Jesús viene a librarnos de nuestras parálisis personales, a alzarnos y levantarnos del pesimismo y la desesperanza. Papa León, Audiencia 18 de junio de 2025.
Charla
La libertad de los hijos de Dios: responsabilidad personal, libertad de espíritu y en lo opinable, iniciativa. Mons. Fernando Ocáriz, Carta del Prelado (9 enero 2018).
Lectura
Nuestra vida no es casualidad: es misión, encargo de Dios para hacer presente su Reino. La misión de un cristiano. Papa Francisco, Ex. Ap. Gaudete et exultate, nn. 19-24.
Examen de conciencia
Acto de presencia de Dios
Consiste en ponernos bajo su mirada amorosa que nos acompaña y protege. Invocamos al Espíritu Santo para entender cómo hacer nuestra vida más grata a Jesús.
1. «Con frecuencia nos enorgullecemos neciamente de los dones y talentos recibidos (…) ¿qué posees tú que no hayas alcanzado de Dios? Y si lo que tienes, lo has recibido, ¿de qué te glorías como si no lo hubieses recibido?» (Amigos de Dios, n. 112). Movido por una verdadera humildad, ¿cultivo en mi interior un profundo agradecimiento al Señor por todo lo que he recibido?
2. «Llamó a sus servidores y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno solo: a cada uno según su capacidad» (Mt 25, 14-15) ¿Me ilusiona desarrollar los talentos recibidos para llevar a cabo la misión que él me ha confiado?
3. «Yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor» (Mt 25, 23). Veo a mi alrededor personas que tienen talentos que, puestos al servicio del Señor, rendirían mucho. ¿Sé valorar, sin envidias ni comparaciones, los talentos de los demás? ¿Cómo les ayudo a mejorarlos y a ponerlos al servicio de Dios y del prójimo?
4. «“Quieres curarte?”. El enfermo contestó: “Señor no tengo a nadie que me meta en la piscina”» (Jn 5, 7). ¿Deseo que el Señor me haga un instrumento de su gracia para sanar y curar a muchas personas?
5. «Quienes han encontrado a Cristo no pueden cerrarse en su ambiente: ¡triste cosa sería ese empequeñecimiento! Han de abrirse en abanico para llegar a todas las almas» (Surco, n. 193).
6. ¿Trato a mis amigos como lo haría Jesucristo, con gran delicadeza, respeto y cariño? ¿Rezo por ellos y busco abrirles horizontes en su vida, respetando su libertad?
7. «Le dijo Jesús: “Levántate, toma tu camilla y ponte a andar”» (Jn 5, 8). ¿Cómo me dejo ayudar, de manera que mis amigos, compañeros y familiares puedan corregirme o darme un buen consejo?
8. «La esperanza no defrauda» (Rm 5, 5). En este Año Jubilar de la Esperanza, ¿cómo renuevo mi confianza en que Dios guía mi vida y la historia, incluso cuando no veo resultados inmediatos?
9. Al retomar la rutina de septiembre, ¿deseo descubrir a Cristo en mi trabajo concreto —con sus dificultades y monotonías— y convertirlo en lugar de encuentro con Él?
Acto de contrición
