La caridad cristiana en el modo de hablar
Murmurar, criticar o difundir rumores puede ser ocasión para faltar gravemente a la caridad. Este editorial se hace eco de la invitación de Papa Francisco para no hablar el "idioma de la hipocresía".
Formación de la personalidad (III): el recto amor de sí mismo
Nuevo texto de la serie centrada en la formación de la personalidad. En esta ocasión, se reflexiona sobre el conocimiento de uno mismo, con virtudes y defectos, necesario para ser feliz.
Formación de la personalidad (II): protagonistas de nuestra vida
Cuando explicamos el por qué de nuestras reacciones espontáneas, más que decir "es que soy así", muchas veces tendríamos que admitir: "me he hecho así". Editorial sobre la forja del carácter en la vida del cristiano.
Las virtudes, regalos de Dios
Necesitamos más fe, más esperanza, más caridad, asegura Mons. Álvaro del Portillo.
Formación de la personalidad (I): Una personalidad que se identifique con Cristo
Comenzamos una serie de editoriales sobre la formación del carácter y la madurez cristiana. ¿Cómo influye la personalidad en la vida diaria? ¿puede cambiar una persona? ¿qué papel desarrolla la gracia?
El milagro de la fe
Dios quiere operar milagros constantes —resucitar muertos, dar oído a los sordos, vista a los ciegos, posibilidades de andar a los cojos...—, a través de tu actuación profesional santificada, convertida en holocausto grato a Dios y útil a las almas.
Paul, Estados Unidos
Paul vive en Sherborn,Massachusetts. Estudia composición musical y tiene 20 años: "Espero que mi futuro trabajo como compositor me permita dar alegría a otras personas"
La humildad
Jesucristo, Señor Nuestro, con mucha frecuencia nos propone en su predicación el ejemplo de su humildad: aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Para que tú y yo sepamos que no hay otro camino.
Generosidad
Cuanto más generoso seas, por Dios, serás más feliz. ¡Qué gustoso resulta el sacrificio gaudium cum pace, alegría y paz, si la renuncia es completa!
La esperanza
A mí, y deseo que a vosotros os ocurra lo mismo, la seguridad de sentirme —de saberme— hijo de Dios me llena de verdadera esperanza. Estoy feliz con la certeza del Cielo que alcanzaremos, si permanecemos fieles hasta el final.