Cómo aprovechar la juventud

Has de tener la mesura, la fortaleza, el sentido de responsabilidad que adquieren muchos a la vuelta de los años, con la vejez. Alcanzarás todo esto, siendo joven, si no me pierdes el sentido sobrenatural de hijo de Dios.

¡Eres tan joven! —Me pareces un barco que emprende la marcha. —Esa ligera desviación de ahora, si no la corriges, hará que al final no llegues a puerto.

Camino, 248

Eres calculador. —No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que puede: se da ella misma sin tasa.

Camino 30

Conviértete ahora, cuando aún te sientes joven... ¡Qué difícil es rectificar cuando ha envejecido el alma!

Surco, 170

Has de tener la mesura, la fortaleza, el sentido de responsabilidad que adquieren muchos a la vuelta de los años, con la vejez. Alcanzarás todo esto, siendo joven, si no me pierdes el sentido sobrenatural de hijo de Dios: porque El te dará, más que a los ancianos, esas condiciones convenientes para hacer tu labor de apóstol.

Forja 53

Amar es ser continuamente joven

Insisto, querría grabarlo a fuego en cada uno: la libertad y la entrega no se contradicen; se sostienen mutuamente. La libertad sólo puede entregarse por amor; otra clase de desprendimiento no la concibo. No es un juego de palabras, más o menos acertado. En la entrega voluntaria, en cada instante de esa dedicación, la libertad renueva el amor, y renovarse es ser continuamente joven, generoso, capaz de grandes ideales y de grandes sacrificios. Recuerdo que me llevé una alegría cuando me enteré de que en portugués llaman a los jóvenes os novos. Y eso son. Os cuento esta anécdota porque he cumplido ya bastantes años, pero al rezar al pie del altar al Dios que llena de alegría mi juventud, me siento muy joven y sé que nunca llegaré a considerarme viejo; porque, si permanezco fiel a mi Dios, el Amor me vivificará continuamente: se renovará, como la del águila, mi juventud.

Amigos de Dios 31

¡Has rejuvenecido! Efectivamente, adviertes que el trato con Dios te ha devuelto en poco tiempo a la época sencilla y feliz de la juventud, incluso a la seguridad y gozo —sin niñadas— de la infancia espiritual... Miras a tu alrededor, y compruebas que a los demás les sucede otro tanto: transcurren los años desde su encuentro con el Señor y, con la madurez, se robustecen una juventud y una alegría indelebles; no están jóvenes: ¡son jóvenes y alegres!

Esta realidad de la vida interior atrae, confirma y subyuga a las almas. Agradéceselo diariamente «ad Deum qui laetificat iuventutem» —al Dios que llena de alegría tu juventud.

Surco, 79

La juventud del Amor

Mira si entiendes esta aparente contradicción. —Al cumplir los treinta años, escribió aquel hombre en su diario: "ya no soy joven". —Y, superados los cuarenta, volvió a anotar: "permaneceré joven hasta que llegue a octogenario: si muero antes, creeré que me he malogrado".

—Andaba siempre, a pesar de los años, con la juventud madura del Amor.

Forja, 493

Jesús tenía, al morir en la Cruz, treinta y tres años. ¡La juventud no puede servir de excusa! Además, cada día que pasa, ya vas dejando de ser joven... aunque con El tendrás su juventud eterna.

Forja, 878

Decisiones

¡Cómo te reías, noblemente, cuando te aconsejé que pusieras tus años mozos bajo la protección de San Rafael!: para que te lleve a un matrimonio santo, como al joven Tobías, con una mujer buena y guapa y rica —te dije, bromista.

Y luego, ¡qué pensativo te quedaste!, cuando seguí aconsejándote que te pusieras también bajo el patrocinio de aquel apóstol adolescente, Juan: por si el Señor te pedía más.

Camino 360

Estoy persuadido de que Juan, el Apóstol joven, permanece al lado de Cristo en la Cruz, porque la Madre lo arrastra: ¡tanto puede el Amor de Nuestra Señora!

Forja 589

¿Crees que los demás no han tenido nunca veinte años? ¿Crees que no han estado nunca copados por la familia, como menores de edad? ¿Crees que se han ahorrado los problemas mínimos o no tan mínimos con los que tropiezas?... No. Ellos han pasado por las mismas circunstancias que tú atraviesas ahora, y se han hecho maduros con la ayuda de la gracia, pisoteando su yo con perseverancia generosa, cediendo en lo que se podía ceder, y manteniéndose leales, sin arrogancia y sin herir con serena humildad, cuando no se podía.

Surco 715