Papa Francisco
Con ocasión del Congreso dedicado al Venerable Obispo Mons. Álvaro del Portillo, primer Canciller de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en el centenario de su nacimiento, el Sumo Pontífice Francisco dirige su pensamiento de buen augurio, con la esperanza de que se ponga en evidencia como es oportuno el precioso ejemplo de vida del fiel seguidor y primer sucesor del santo fundador del Opus Dei y promotor de esta Universidad Pontificia para el servicio de la Iglesia, sacerdote celoso, que supo conjugar una intensa vida espiritual fundada sobre la fiel adhesión a la roca que es Cristo, con un generoso empeño apostólico que lo convirtió en peregrino por los cinco continentes, siguiendo las huellas de San Josemaría, merecedor de la frase bíblica del Libro de los Proverbios: "Vir fidelis multum laudabitur" (28,20).
Su Santidad exhorta a imitar la vida humilde, alegre, escondida, silenciosa, pero también decidida en el testimonio de la perenne novedad del Evangelio, anunciando la llamada universal a la santidad y la colaboración con el trabajo cotidiano a la salvación de la humanidad.
El Santo Padre, mientras pide una oración por Él y por su ministerio, invoca la luz del Espíritu Santo para una fructífera reflexión e imparte de corazón a vuestra excelencia, al rector magnífico y a los profesores la implorada bendición apostólica, extendiéndola a los presentes y a los que frecuentan la Pontificia Universidad. (Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de Su Santidad)
Madre María de Jesús Velarde, Fundadora del Instituto Religioso Hijas de Santa María del Corazón de Jesús (España):
"Don Álvaro manifestó su decisión firme de ayudarnos (...). Mantuve 24 encuentros en un arco de nueve años, casi todos de una hora de duración, conservo más de 10 cartas y tres documentos que me dirigió (...). Por teléfono mantuvimos más de 100 conversaciones. Me impresionaba ver con qué amabilidad y espíritu sobrenatural respondía a mis llamadas".
"Me complace poder afirmar que, en mi Instituto, don Álvaro es considerado como un intercesor al que acudimos con frecuencia, confiándole favores pequeños o grandes, de carácter material y, también, muchas gracias espirituales".
"Álvaro del Portillo es, a mi parecer, la persona más santa que he conocido en mi larga vida de 88 años. Es una declaración y a la vez un canto de Acción de Gracias a Dios, por el inmenso don de haberme permitido conocerle, sentirme aconsejada, querida, y muy ayudada por él".
Mons. Massimo Camisasca, obispo de Reggio Emilia-Guastalla, de 1985 al 2012 Superior General de la «Fraternità Sacerdotale dei Missionari di San Carlo Borromeo» de Comunión y Liberación (Italia):
Tuve la suerte de ser uno de los sacerdotes que acompañar a don Giussani durante una visita que quiso hacer al obispo Álvaro del Portillo, en su residencia de Roma. Otro de los sacerdotes presentes era Angelo Scola, futuro arzobispo de Milán.
Monseñor Álvaro sentía el deber eclesial de apoyar a don Giussani en momentos que no fueron fáciles para él. Me refiero especialmente a los años ochenta del siglo pasado, cuando la vida de Comunión y Liberación contaba con el soporte del Papa Juan Pablo II, pero no era siempre bien vista por otros obispos y laicos. El sucesor de Monseñor Escrivá de Balaguer escuchaba muy atentamente y, luego tenía siempre expresiones de aliento, confianza y esperanza.
Lo que más me impresionaba de don Álvaro era la calma, la serenidad, la dulce confianza en Dios, la libertad de juicio.
Seiko Kondo, profesora de idiomas (Japón)
“En un país de 125 millones de habitantes donde menos del 0,5% son católicos, los mensajes de la predicación de don Álvaro durante su viaje a Japón en 1987 incidieron en dos aspectos: el deseo de salvación para toda la humanidad y la convivencia con personas de otras religiones. Nos pedía que fuéramos humildes y que aprendiéramos de los no católicos. Que no se trataba de dar lecciones, sino de hablar con honradez y con delicadeza, pero también con claridad. Así lo hizo él”.
Para la profesora, "las palabras de don Álvaro en mi país no son sólo un buen recuerdo, sino que tienen gran actualidad en esta época de evangelización y nueva evangelización. Fueron palabras de firmeza y fortaleza en la fe, conjugándolo con un respeto palpable a la libertad de las conciencias".
Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal (España): El iniciador del Camino Neocatecumenal destacó “su amor a la Iglesia y a todo lo que el Espíritu Santo promueve en ella, para ayudarla en su misión a favor de la salvación de todos los hombres”.
“Tuve ocasión de conocer a Mons. Álvaro del Portillo en dos de las Asambleas Generales del Sínodo de los Obispos a las que he asistido como Auditor. Su trato conmigo siempre fue muy entrañable, lleno de dulzura y afabilidad, y más de una vez me manifestó su profunda admiración por todo lo que el Camino Neocatecumenal está haciendo en la Iglesia. Pido al Señor, mediante la intercesión del muy pronto Beato Álvaro del Portillo, por la Iglesia, por el Opus Dei y por el Camino Neocatecumenal”.
Leon Tshiolo, director médico del Hospital Monkole (República Democrática del Congo)
“El origen del hospital Monkole se remonta al viaje pastoral de Mons. del Portillo al Congo en agosto de 1989. Por eso, a nosotros nos gusta decir que es un regalo de don Álvaro. Actualmente está concluyendo la fase de construcción de la nueva ala con 160 camas. Uno de los centros de Monkole, el CTA, tiene la misión específica de luchar contra el virus del SIDA/AIDS, desde la prevención hasta la atención de las personas afectadas por el HIV”.
Helena Pratas, profesora del Instituto Superior de Educação e Ciências (Brasil)
“Don Álvaro era como un río de paz: llenaba a todas las personas de serenidad”.
Cardenal Carlo Cafarra, Arzobispo de Bolonia (Italia)
“Para mí, don Álvaro ha sido un testimonio de la vida de la Iglesia, de cómo ese misterio implica la relación entre el presbiterio y el obispo”.
“Cuando el Beato Juan Pablo II me pidió fundar el Instituto de Estudios sobre Matrimonio y Familia, probablemente viendo mi temor o turbación delante de esta tarea, me dijo: -Ve a hablar con don Álvaro del Portillo; encontrarás en él un apoyo, como en mí. Le contesté: -Santo Padre, no lo conozco, no lo he visto nunca. Respondió: -Ve, dile que te manda el Papa. Estas palabras me permitieron intuir que había sido enviado a una persona que vivía profundamente enraizada en la Iglesia y en íntima sintonía con el sucesor de Pedro. Yo no conocía a don Álvaro, pero la indicación de un Papa me permitió tratarlo”.
“A veces, se dice que don Álvaro era la sombra de Josemaría Escrivá. Es una metáfora estupenda: pone de relieve la unidad de don Álvaro con el fundador, ya que no oponía ningún obstáculo al carisma fundacional, y solo así el carisma de san Josemaría podía encontrar su lugar definitivo en la Iglesia”.
Sharon Hefferan, directora de Metro Achievement Center de Chicago (Estados Unidos)
"Metro es una institución que procura ayudar, sostener y acompañar a familias necesitadas de Chicago, la mayoría de ellas compuestas de inmigrantes. Nació en 1985 alentada por Mons. Álvaro del Portillo, que comprendía la importancia de poner el corazón y el alma en el empeño social. En 1988, Álvaro del Portillo visitó Chicago y se reunió con los promotores. Al hablar del esfuerzo para educar a los pequeños dentro de esta ciudad, recordó un proverbio chino que dice ‘si das un pez a una persona, les quitas el hambre por un día; si le enseñas a pescar, les quitas el hambre para siempre’. Don Álvaro continuó con esta comparación: -Esto es lo que hacéis aquí: ayudar a muchas personas para que puedan ganarse la vida de la forma más digna posible y mejorar su nivel social y espiritual”.
Conchita Barros Carou, enfermera (Italia)
Concepción Barros trabajó largos años en la Clínica Universitaria de Navarra y, posteriormente, en el Campus Biomédico de Roma. Trasmitió sus experiencias personales de don Álvaro: "he podido atender como enfermera a un santo". Recuerda como “en diversas estancias de don Álvaro en la Clínica de Navarra, las enfermeras sufríamos por él, pero siempre nos recibía con una sonrisa, y nos quitaba toda preocupación".
Recuerda también que "no quería que hiciésemos con él ningún extraordinario, o una atención especial que no diésemos a otros enfermos. Era un enfermo al que daba gusto atender. Pensaba siempre en los demás y, en cuanto podía, iba a visitar a otros enfermos, especialmente a niños. Sufría por ellos, rezaba por ellos. Les decía: 'Puedes rezar por mí? Porque yo rezo por ti'. Su agradecimiento era continuo. Y su alegría. Siempre le vimos tranquilo y contento".
La enfermera también ha manifestado que "don Álvaro era un ejemplo de unidad de vida. Daba un sentido sobrenatural a la enfermedad. Estaba habitualmente en presencia de Dios. Animaba a otros enfermos a ofrecer todo el dolor al Señor, y a nosotras nos exhortaba: 'No paséis indiferentes junto al dolor ajeno'".
Barros Carou añade que don Álvaro "nos animaba a formar, a las enfermeras jóvenes, con conocimientos profesionales y una buena preparación, pero, sobre todo, a trasmitir un estilo propio de curar a la persona. También nos animaba a estar muy al lado de las familias. Especialmente junto a las madres de los enfermos. Vuestra labor es como un sacerdocio, nos decía".
Catalina Bermúdez Merizalde, profesora de filosofía (Colombia)
“Don Álvaro daba enorme importancia a nuestra formación. Nos animaba a todos a formarnos en las ciencias eclesiásticas para estar unidos al Papa y a la Iglesia como la Iglesia desea ser servida, y para vivir con unidad de vida”.
Antonio Argandoña, economista y escritos (España)
"Para los que hoy escribimos sobre la crisis, don Álvaro en sus escritos nos da la fórmula para resolverla: que cada uno viva su vocación cristiana de la mejor manera posible. No se trata tanto de cambiar estructuras, de leyes, cuanto de cambiar a las personas, una a una. Que cada uno asuma su responsabilidad personal y vea qué puede hacer".
Alice Ramos, Saint John’s University (Estados Unidos)
“La fe de Álvaro del Portillo en Dios nutría su magnanimidad. Buscaba darse a los demás tomando ejemplo del modo en que Dios se nos da”.
Mons. Anthony Muheria, obispo de Kitui (Kenia):
"En los más de seis años que tuve la suerte de convivir bastante de cerca con don Álvaro, he tenido la oportunidad, como tantos otros, de aprender, a través de su ejemplo y de su vida, qué significa exactamente amor por la Iglesia".
“El consejo que solía darme don Álvaro, si me veía tenso, era: ‘haz las cosas cara a Dios y no te preocupes’. Nunca me pedía eficiencia, sino piedad y amor de Dios".
"Cuando del Portillo nos comunicó que iba a comenzar la actividad apostólica en Kazajistán, un país en el que los católicos representan una minoría realmente exigua, nos pareció una iniciativa irracional, hasta que no supimos que se trataba de una intención del Papa".
“Durante sus encuentros con sacerdotes, don Álvaro siempre insistió en la necesidad de encontrar cada día un poco de tiempo para dedicarlo al estudio teológico y doctrinal. Es lo que él siempre hizo, y que, confieso, es difícil conciliar con un trabajo apostólico intenso".
Anastassia Asimakópulos, abogado (Chile):
"En el pensamiento de Don Álvaro sobre la participación de los laicos en la vida universitaria, la propuesta de que el derecho eclesiástico reconozca la capacidad de los laicos de crear universidades de inspiración católica, es coherente con toda su enseñanza sobre el papel de los laicos en la Iglesia. Porque son los laicos los que tienen en sus manos la capacidad de entusiasmar a un mundo cansado".
Roberto Ueda, director de Centro Educacional Assistencial Professionalizante Pedreira de Sao Paulo (Brasil)
“Pedreira es una escuela profesional para padres y alumnos, en una de las zonas más necesitadas de São Paulo. Cuando empezamos en 1985 la región presentaba bastante parecido con los suburbios madrileños en los que Don Álvaro, siendo un joven estudiante de 20 años, colaboró en una labor social de carácter cristiano".
"Teniendo en cuenta las principales carencias que se advertían en el entorno, desde el principio se decidió comenzar una escuela de formación profesional, ya que estábamos convencidos de que solamente con una formación humana y técnica adecuada se podrían mejorar las duras condiciones en vivían las familias del barrio. Fue llamativa la rapidez con la que el Centro Educacional conquistó el cariño y el aprecio de los vecinos: por ejemplo, nunca tuvimos ningún problema de robos o de vandalismo contra las instalaciones. Cada uno de los alumnos y sus familias consideraban y sentían Pedreira como algo muy suyo”.
Giuseppe De Virgilio, teologo (Italia):
“Lo que me ha sorprendido más de las reflexiones de don Álvaro sobre el ministerio sacerdotal ha sido su connotación ecuménica y misional”.
Dorothy Jeanne Lacson, profesora de Economía de la University of Asia and the Pacific (Filipinas)
"En la University of Asia and the Pacific desarrollamos un programa de asesoramiento en el que los profesores de forma voluntaria ayudan a los alumnos en su aprendizaje y en su formación en valores. Esto se inspira en don Álvaro que, desde joven, ya cuando era un estudiante en Madrid, demostró ser un buen asesor. En la universidad se afrontan los problemas reales de la sociedad y se buscan las soluciones que el mundo necesita y para eso el papel de los laicos en fundamental como explica el Concilio Vaticano II y como don Álvaro nos explicó en sus visitas a la University of Asia and the Pacific".
"Durante los estudios de la Licenciatura de Derecho Canónico en la Universidad de Santo Tomas (entonces Angelicum), comencé a darme cuenta del afecto y del prestigio de que gozaba aquel sacerdote de 38 años entre los profesores de aquel Ateneo Pontificio y entre no pocos prelados de la Curia Romana".
Cardenal Julián Herranz (Vaticano)
"Del Papa Emérito Benedicto XVI permitidme un breve recuerdo. He estado con él hace algunos días en su retiro en el monasterio de los Jardines Vaticanos. Sabía ya de la próxima beatificación de don Álvaro y me ha dicho: "¡Qué bonito! Yo lo he tenido como colaborador durante años como Consultor en la Congregación para la Doctrina de la Fe: ¡Qué buen ejemplo para todos nosotros!".
"Hubo días, no pocos, en los que la jornada de trabajo de don Álvaro, y con el la de sus colaboradores más estrechos en la Comisión, finalizaba bastante después de la medianoche. A esas horas intempestivas, cerrados todos los despachos de los Dicasterios de la Santa Sede, nos debíamos reunir en una de las residencias de los Padres y Peritos conciliares (...) para terminar la preparación de las propuestas de los textos del Decreto".
"Pienso que el Papa Pablo VI, promulgador del Decreto del Concilio y buen conocedor de Mons. del Portillo, habrá gozado en el cielo viendo con que exquisita sensibilidad don Álvaro acogió este deseo del Concilio, por otra parte ya presente en la mente y en la oración de Mons. Escrivá. De hecho el 9 de enero de 1985 fue erigido este centro superior de estudios eclesiásticos en el que hoy nos encontramos. Desde entonces miles de sacerdotes de todo el mundo se han formado en esta Universidad Pontificia".
Gloria María Tomás y Garrido, profesora de bioética en la Universidad de Murcia (España)
"En mi recuerdo queda la intensidad con que don Alvaro vivía el presente, sin preocuparse de los problemas futuros ni las cosas que tuvo que soportar en el pasado, estaba en lo que vivía y con frecuencia decía: ‘a lo que estamos’".
"Don Álvaro supo integrar en su vida las características del sacerdocio común y del sacerdocio ministerial sin perder su mentalidad laical".
"Mons. del Portillo como fruto de su intensa vida interior desplegó un espíritu apostólico enorme en el que siempre se reflejó su cariño y fidelidad a las enseñanzas de San Josemaría".
"A partir de enero de 1978, en sus escritos subrayaba en la fecha el número 78 y lo hacía para recordar que era un año mariano. Tenía así un detalle de cariño con la Virgen María y le servía de recuerdo de ese tiempo especial dedicado a Ella".
María Teresa Russo, Università degli Studi Roma Tre (Italia)
“Álvaro del Portillo pide al intelectual que no se limite al análisis, a ser una 'antena sociológica', sino que se convierta en servidor de los demás” (…) “El estilo del trabajo intelectual de Álvaro del Portillo era ordenado, metódico, atento a las opiniones de los demás. Tomaba la palabra solo para hacer aportaciones concretas que pensaba que podían ser de ayuda; no interrumpía por cuestiones secundarias que solo habrían prolongado la duración de la reunión (...) Un estilo que en parte se debe a ser ingeniero y, en parte, surge a pesar de ser ingeniero.
Jaime Cárdenas Del Carre, consultor de conflictología (España)
"Álvaro del Portillo vivió inmerso en la lógica del perdón, que puede revelarse como una experiencia límite de desprendimiento de uno mismo. Testimonios y documentos en un arco de sesenta años, muestran una invariable intención de responder a las ofensas (Guerra Civil española, agresiones físicas y psíquicas, calumnias) con el estilo evangélico de amar a quién ofende. Mons. del Portillo decía que hay que perdonar 'todo a todos'".
María Pía Chirinos, Vicerrectora de Investigación de la Universidad de Pira (Perú)
“Don Álvaro seguirá todas estas iniciativas [en favor de la gente del campo] con especial atención y hablará en Estados Unidos de empezar también con ‘promociones urbanas’ en los suburbios pobres de las metrópolis, tal y como se comienza a llevar a cabo en las grandes ciudades americanas de New York, Chicago, Los Ángeles, y en otras de Europa: por ejemplo, en Londres o Barcelona”.
"En esos años don Álvaro centra el esfuerzo de la Nueva Evangelización en los países de la Europa Occidental, como se conoce habitualmente a la Europa libre del dominio comunista -la "Vieja Europa"- y añade a esta zona geográfica otras os naciones más: Estados Unidos y Canadá".
"Don Álvaro había manifestado al Santo Padre los planes del Opus Dei de comenzar a trabajar en China, pero la respuesta del Papa -su preocupación por la situación de las naciones escandinavas- es interpretada inmediatamente como un imperativo por cambiar la ruta de la expansión apostólica (…) En relación con la familia la acción de don Álvaro fue sin duda precursora".
Ruben A. Laraya, director del Center for Industrial Technology and Enterprise (Filipinas)
“En 1987, durante una visita pastoral a las Filipinas, don Álvaro se quedó muy dolido por la situación socio-económica que padecía el país, y por la enorme división social y disparidad entre ricos y pobres, que derivaba de un estado con corrupción crónica. Nos animó a activarnos, con una idea de fondo: para reducir la pobreza no es una solución suficiente trabajar a corto plazo, sino que era necesario partir de la educación. De aquellas reuniones con don Álvaro nació lo que hoy es el CITE, en Cebu, dirigido a la formación profesional de las personas más necesitadas”.
Lluis Clavell, Presidente de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (Italia)
"Su punto fuerte es la lealtad a Dios, y al carisma sembrado en el corazón de San Josemaría. Se trata de una fidelidad dinámica, inteligente, apasionada".
"Como universitario con un doctorado científico en ingeniería, otro humanístico en Filosofía y Letras, y otro eclesiástico en Derecho Canónico, Mons. del Portillo es particularmente consciente de la importancia de la formación profunda de las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, valoraba la actividad investigadores del cuerpo docente como fuente de la enseñanza, y animaba a atender a los estudiantes uno a uno. Obviaente, esto se aplica a toda la sociedad, pero de una manera peculiar a la Iglesia".
"Ahora que nos preparamos para la beatificación de Don Álvaro del Portillo viene espontáneo pensar qué alegría experimentará al contemplar en Dios la fidelidad dinámica de sus hijos. Desde hace varios años, diversas actividades para estudiantes han generado el Centro de Formación Sacerdotal, con cursos sobre el Ars Celebrandi, Ars praedicandi, así como semanas de estudio para los educadores de los seminarios y masters para formadores dirigidos a los estudiantes ya sacerdotes".
Josep-Ignasi Saranyana, teólogo y miembro del Pontificio Comité de Ciencias Históricas (España):
"El Venerable Álvaro del Portillo fue no sólo amante de la libertad, sino muy libre en su actuar, desprendido y generoso, tolerante y tenaz defensor de los derechos y libertades ajenas. Por ello, entiendo que liberalidad significa lo mismo que largueza. Liberal, pues, como sinónimo de liberador, de quien no retiene, sino que se desprende de algo o de alguien".
"La novedad más relevante de don Álvaro [en el ámbito canónico] ha sido haber formulado por vez primera un elenco de derechos propios de todos los fieles y haberlos descrito".
Alfredo Méndiz, historiador (Italia):
"Entre las personas involucradas en la cascada de nombramientos que provocó la elección de Juan XXIII, se encuentra don Álvaro, elegido para la Congregación del Concilio. Se da la circunstancia de que ahora la Iglesia es testigo de algo similar, pero a otro nivel: tras la próxima "promoción" de Juan XXIII a la "cumbre" del santoral, debe ser la de Don Álvaro a un rango intermedio (y temporal, esperamos), la de los beatos".
José Luis Gutiérrez, canonista (Italia):
"La tesis que defendió Mons. del Portillo sobre los laicos fue realmente innovadora para la ciencia canónica. Mientras que antes las personas en la Iglesia estaban ‘a radice’ divididas en tres categorías -clérigos, religiosos y laicos- él hizo notar que, como dato previo, todos los bautizados tienen en común la condición de fiel cristiano, todos participan activamente en la misión de la Iglesia -ninguno puede ser considerado un elemento puramente pasivo- y todos están llamados a la santidad".
“Su portación supuso una revolución decisiva en lo que se refiere a la distinción de los conceptos ‘laico’ y "fiel", que permitió precisar en el Derecho Canónico lo que concierne a los laicos en virtud de su común condición de fieles y cuál es su específica participación en la misión de la Iglesia".
"Las consideraciones presentadas por Mons. del Portillo ocupan un total de 838 páginas mecanografiadas con un interlineado de 1,5 en folios DIN-A4, todas en Latín. Los más voluminosos corresponden a los años 1966-1970, es decir, el periodo en el que se estudiaban las cuestiones generales y se procedió a la primera redacción de los esquemas para el futuro Código".
"Para don Álvaro como para cualquier fiel del Opus Dei, era obvio que la misión apostólica y pastoral de la Obra debía ser realizada en mutua e intima cooperación entre sacerdotes y laicos, desarrollando cada uno la propia función, todos con el mismo grado de compromiso y, como todos los fieles cristianos, con la misma llamada a la santidad".
Alberto Michelini, periodista (Italia):
"Mis encuentros más simpáticos y divertidos, precisamente porque eran inesperados, fueron aquellos que tuvieron lugar por casualidad en el Vaticano (...). Recuerdo el abrazo y el beso de don Álvaro en medio del Cortile di San Dámaso. Me sorprendió el hecho de que el Padre no tuviese rémoras a abrazarme a un hijo suyo en ese corazón ‘observante’ de la Santa Sede".
John F. Coverdale, profesor de Derecho en Seton Hall University
"Después de haber ayudado al fundador a preparar los documentos necesarios, aceptó con alegría dirigirse a Roma para ocuparse de las gestiones oportunas. Era un laico en un ambiente en el que un arzobispo no era nadie, pero desarrolló de modo rápido y eficaz una misión fundamental para el desarrollo del Opus Dei".
"Las gracias muy especiales que Dios concedió a Escrivá reclamaban un confesor dotado de una profunda vida interior, alguien que tuviera una vida espiritual en armonía con la suya, y que tuviese la inteligencia y la humildad para guiarlo ya sea en las tareas cotidianas como en la recepción de las gracias místicas que Dios le había concedido. La autobiografía de Santa Teresa de Ávila demuestra lo difícil que es encontrar un confesor así: San Josemaría lo encontró en don Álvaro (...)".
Monserrat Gas Aixendri, profesora de Derecho Canónico en la Universitat Internacional de Cataluña
"Para Mons. Álvaro del Portillo la vida familiar, el amor, la generación y educación de los hijos, son parte y parte primordial de la misión cristiana de los que reciben la vocación matrimonial".
"Consideraba el hogar de la Sagrada Familia en Nazareth como paradigma del ambiente que debe reinar en cualquier familia cristiana. Exhortó a aceptar con generosidad a los hijos, que son "un maravilloso don de Dios" y una prueba de su confianza e invitó a rechazar con decisión "la propaganda del miedo a los hijos" propia de la búsqueda de un bienestar egoísta".
"Mons. del Portillo muestra el amor familiar como base y punto de partida para comprender las relaciones familiares y la misión de la familia en la Iglesia y en la sociedad".
María Ángeles Vitoria, profesora de Filosofía de la Naturaleza en la Universidad de la Santa Cruz
"Don Álvaro era, por temperamento, un defensor de las libertades individuales y de los derechos subjetivos. Además, había aprendido de san Josemaría que nunca se puede maltratar a una persona con el pretexto de un supuesto derecho de la religión".
"En continuidad con la tradición cristiana y con el espíritu de San Josemaría, pensaba en la educación desde su perspectiva más profunda y radical, la de la vocación personal que cada uno ha recibido y tiene que realizar".
"Don Álvaro nos ayudó a entender eficazmente y de modo operativo la transcendencia que tiene la labor educativa que puede realizar un profesor".
"Con don Álvaro aprendimos no sólo a poner en relación los saberes particulares con los más universales, sino también que toda una constelación de detalles, como son llegar con puntualidad al aula, exponer los contenidos de modo amable y con afabilidad, rezar por las personas que asistían a las clases, atender con solicitud las dudas y preguntas de las alumnas, dar relieve a sus comentarios, todo ello era relevante y tenía gran transcendencia educativa".
"En lo que se refiere a la enseñanza de la filosofía y la teología, don Álvaro veló para que se siguiesen las orientaciones del Magisterio (...). Concretamente nos estimuló a estudiar la doctrina de Santo Tomás".
"Aproveché para agradecerle la posibilidad de colaborar en la formación de tantas personas de diversos países. Sin detenerse, me dijo: "A trabajar con garbo, a trabajar con garbo". En la reiteración de la frase percibí inmediatamente que se trataba de algo que me debía quedar bien grabado".
Amelia Marti, investigadora del Departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Navarra
"La visión de Mons. del Portillo de la Universidad y del universitario está inspirada en el magisterio del Concilio vaticano II del que fue además un activo colaborador. Al mismo tiempo, su pensamiento tiene una profunda relación con las enseñanzas de san Josemaría".
"Mons. del Portillo alerta de algunos escollos que se pueden encontrar en la enseñanza universitaria, por un lado la "racionalización del hedonismo" cuando todo el saber se centra en conseguir el propio bienestar, y por otro lado, el "individualismo egoísta", que desconoce la verdadera dignidad de la persona humana".
"En sus discursos a la comunidad universitaria Mons. del Portillo invita a vivir en coherencia con la fe. En unos, estimula al ejercicio personal de la vida de fe. Y en otros escritos, enfatiza el influjo que ha de tener la vida de fe sobre toda la realidad, a la vez que expone con belleza la maravilla de la fe".