Strathmore College nació en Nairobi en 1961 en un contexto de inminente independencia y de fuerte segregación racial en la educación. Impulsado por una petición del delegado apostólico a san Josemaría Escrivá, se convirtió en la primera institución multirracial en Kenia.
Carlos Sotz cuenta con una amplia trayectoria en educación superior, habiendo sido Coordinador de Proyectos, Principal y Secretario de la Universidad de Strathmore. Es Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Navarra y, actualmente,es Canciller de la Universidad de Kigali y combina su labor académica con actividades de voluntariado en Nyali Study Centre.
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En el Nairobi de los años 50 del siglo XX se percibía un ambiente de cambio. Tras décadas de colonialismo británico, el clamor por la independencia era imparable. Como casi todo en la colonia de Kenia, las escuelas seguían divididas por razas: africanos, europeos, asiáticos y árabes no estudiaban juntos. No era solo una cuestión educativa, sino el reflejo de la distribución del poder político en la sociedad.
En 1957, cuando la independencia ya se intuía, el delegado apostólico en Kenia —Mons. Gastón Mojaisky-Perrelli— escribió una carta a un sacerdote español poco conocido en África: Josemaría Escrivá. Le pedía algo grande: fundar en Nairobi una universidad católica, multirracial.
Esa petición sería el punto de partida del Strathmore College, la primera escuela de nivel A en el país que rompió las barreras raciales. Su historia nos habla no solo de educación, sino de una visión diferente y de una forma nueva de estar en el mundo.
Hasta entonces, el sistema educativo en el país estaba organizado según las razas, emulando en cierta forma la distribución de tierras y las zonas residenciales. La mayoría de las escuelas de Kenya, al igual que en otros países de África, estaban dirigidas por misioneros. La decisión de tener escuelas según razas era una cuestión política y administrativa de la época.
La idea de tener un sistema multirracial de educación era nueva y parecía imposible.
Viaje exploratorio
La carta del delegado apostólico, monseñor Mojaisky-Perrelli, llegó a Roma a finales de octubre de 1957. Apenas una semana después, Josemaría Escrivá le respondió: enviaría a dos hombres del Opus Dei a Kenia para tantear el terreno.
A finales de febrero llegaron a Nairobi el joven abogado inglés Michael Richards y el padre Paul Cummings, un sacerdote irlandés con formación en ingeniería. Su objetivo era observar la situación educativa, escuchar a los interesados y, si se presentaba la oportunidad, abrir una brecha en el muro de la segregación.
Antes de su llegada, el delegado apostólico había enviado un cuestionario a los responsables de la educación católica en toda África Oriental. Las respuestas fueron concluyentes: fundar una universidad desde cero era, en ese momento, poco menos que una quimera.
El 1 y 2 de marzo, se reunieron en Mombasa con algunos de esos clérigos, entre ellos el benedictino Kominiak, que recomendaron comenzar por un modesto Certificado de Estudios Superiores. Otros recordaban que ni siquiera Sudáfrica o el Congo tenían universidades católicas comparables.
Y todos coincidían en la conveniencia de afiliarse a la Universidad de Londres o a cualquier otra universidad de renombre. Además, el obispo de Kampala (Uganda) había advertido que solo apoyaría el proyecto si superaba en calidad a la prestigiosa Makerere University College, que había costado al gobierno británico seis millones de libras.
Pero ¿cómo competir con eso sin presupuesto ni infraestructura? El propio Delegado Apostólico sugirió empezar sin pedir permiso, presentar los hechos consumados y luego... ya se vería.
Había muchas variables y opiniones. Por eso el padre Cummings estudió a fondo las leyes coloniales, se familiarizó con la normativa sobre transacciones de tierras e inmigración, y decidió que no tenía sentido enemistarse con las autoridades. Era partidario de plantear desde el principio las batallas estrictamente necesarias.
Al mes siguiente (abril de 1958), san Josemaría confió en Roma a Cummings empezar la labor del Opus Dei en Kenia. "Las circunstancias son tan singulares —le dijo— que no podemos decidirlo todo desde aquí. Tú tendrás que improvisar sobre la marcha."
El padre Cummings pasó los meses siguientes en Irlanda e Inglaterra, explorando posibles afiliaciones universitarias para el futuro College. Todos los clérigos con experiencia en África a los que consultó insistieron en que no debían alterar las ayudas de tierras o subvenciones que el gobierno colonial ya estaba otorgando a las instituciones eclesiásticas.
La Iglesia en África Oriental era tan pobre entonces que ninguna diócesis podía sobrevivir sin el apoyo de Propaganda Fide, por no hablar de las escuelas católicas patrocinadas.
En abril de 1958, el arzobispo de Nairobi, el irlandés John Joseph McCarthy de la Congregación del Espíritu Santo, escribió a san Josemaría desde una cama de hospital en Dublín, donde se había sometido a una operación médica. Su mensaje era claro al hablar de “la necesidad, urgencia e importancia de proceder vigorosamente con esta empresa”. Esas palabras fueron decisivas.
Días después, también llegaba una carta del arzobispo de Dar es Salaam, Mons. Edgar Aristide Marant, capuchino suizo. Y así, entre advertencias, esperanzas y convicciones, nacía el compromiso (y el sueño) del Opus Dei con empezar una institución educativa multirracial en el corazón de África.
Los cimientos de Strathmore: visión, alianzas y autonomía
A mediados del siglo XX, África Oriental vivía una transformación educativa sin precedentes. Algunos expertos británicos propusieron añadir en la enseñanza secundaria dos años de nivel avanzado o preuniversitario como paso previo a una universidad africana verdaderamente interracial e interterritorial.
En Kenia, el gobierno colonial lanzó en 1961 ese programa para las escuelas africanas, llamado Higher School Certificate (HSC), y ofreció subvenciones a las instituciones religiosas. Pero apenas existían espacios interraciales en la educación.
A pesar de que algunas instituciones (como Makerere University College y el Royal Technical College en Nairobi) daban pasos incipientes hacia una mayor integración, la educación interracial era una rareza, y el modelo de escuelas segregadas seguía siendo dominante.
Este rechazo al modelo multirracial se sentía especialmente entre los colonos europeos. En una carta publicada en el East Africa Standard, una señora expresaba el temor que muchos padres y madres tenían a que la normalización de las escuelas multirraciales les obligara a enviar a sus hijos al extranjero o, aún peor, les hiciera perder el entorno cultural que deseaban preservar. Este contexto de tensiones raciales y educativas fue el que afrontó el proyecto de Strathmore.
A pesar de estas dificultades, el arzobispo McCarthy decidió apoyar un nuevo proyecto del Opus Dei que, desde el principio, se concibió como un centro multirracial, con plena autonomía y orientación universitaria. Por eso, se presentó directamente como College, sin ofrecer el secundario de nivel ordinario.
El sistema de educación en Kenia después de la independencia era de 7-4-2-3. 7 años de primaria, 4 años de enseñanza secundaria (O nivel), 2 años de nivel avanzado (A nivel) y 3 años de universidad. Esto fue hasta 1985 cuando fue cambiado al 8:4:4 por el presidente Daniel Arap Moi, unificando los dos niveles de secundario, pero manteniendo el número total de años de escolaridad.
Antes de la independencia, la educación se basó en la raza y la calidad reflejaba el poder político de cada grupo étnico. Los africanos que podían ir a la escuela recibían una educación básica que les permitía acceder a la formación profesional y proveían la mano de obra para el trabajo manual o temporal.
En paralelo, África se abría al mundo. En 1959, el líder católico Tom Mboya organizó un proyecto que se conoció como Kennedy Airlifts, por el cual más de 800 jóvenes africanos —muchos de ellos kenianos— accedieron a becas en universidades norteamericanas, con el apoyo de figuras como John F. Kennedy, Martin Luther King, Harry Belafonte o Sidney Poitier.
El "vuelo de los 81", que aterrizó en Nueva York en septiembre de ese año con los primeros estudiantes, rompió barreras raciales y ejerció presión sobre el gobierno colonial. Esta apertura coincidió con el proyecto que el Opus Dei impulsaba en Kenia para crear una institución académica de alto nivel orientada a la inclusión racial.
El impulso definitivo vino de la Santa Sede. En 1959, Propaganda Fide, la llamada posteriormente Congregación para la Evangelización de los pueblos y ahora incluida en el Dicasterio para la Evangelización, acordó apoyar financieramente el proyecto, siempre que tuviera personalidad jurídica propia y autonomía de gestión.
El Delegado Apostólico confirmó su aprobación el 26 de agosto de ese año. El acuerdo se firmó el 14 de marzo de 1960: el Opus Dei construiría y gestionaría un colegio de nivel preuniversitario y una residencia estudiantil, ambos interraciales, con el respaldo de la jerarquía católica. Las obras comenzaron ese mismo julio y, en poco tiempo, Strathmore fue una realidad que abría camino hacia una futura universidad.
Cómo sostener el proyecto
La viabilidad económica del colegio era una preocupación constante. Los recursos que tenían no cubrían los gastos de un colegio de esas características, especialmente por las dificultades económicas de los estudiantes africanos para pagar las cuotas.
El apoyo de Propaganda Fide estaba asegurado… pero ¿durante cuánto tiempo contaría el proyecto con ese apoyo? ¿Cuál era la mejor manera de conseguir que Strathmore fuera sostenible sin renunciar a ser multirracial?
El asunto lo trató Cummings en varias reuniones con funcionarios del gobierno. Uno de los puntos más complicados era el tema de las tasas escolares. El gobierno quería dar subvenciones, pero solo para estudiantes africanos. Parecía así difícil integrar a estudiantes no africanos sin que esto afectara la financiación.
El padre Cummings siempre tuvo claro los criterios que deseaba Josemaría Escrivá para las empresas educativas en Kenia. Así, debían ser multirraciales y estar abiertas a personal y alumnos no católicos y no cristianos; ser una iniciativa profesional y laica, no una escuela misionera; y los alumnos debían pagar, aunque fuera una cantidad simbólica, "porque la gente no aprecia ni se toma en serio lo que recibe gratis y, además, puede humillarla o crearle complejos”.
Las conversaciones entre Cummings y el gobierno finalmente acordaron que Strathmore College ofrecería una educación multirracial, con una financiación adecuada a las necesidades de todos los estudiantes, africanos y no africanos. No existía un marco legislativo claro para esto, pero el proyecto se debatió en el parlamento colonial, la noticia saltó a la opinión pública y eso permitió implementarlo.
Finalmente, Strathmore College abrió sus puertas el 6 de marzo de 1961, dos años antes de la independencia de Kenia.
Integración racial
Strathmore College fue desde sus inicios un espacio de integración cultural en el contexto de una nueva nación a punto de independizarse. Su diseño fomentaba la convivencia estrecha: cada dormitorio, sin cerraduras ni habitaciones individuales, albergaba cinco estudiantes de distintos orígenes étnicos y raciales.
Cada unidad incluía una sala de estudio compartida y se conectaba con los baños y con la habitación de un profesor. El diseño evitaba cualquier intento de aislamiento, y la vida en comunidad ayudaba a los alumnos a aprender juntos desde el uso de los utensilios hasta normas básicas de higiene personal.
La mezcla racial se promovía activamente. Los directivos del colegio distribuían en cada dormitorio africanos de distintas tribus, junto con asiáticos y europeos. El uso del inglés y el suajili (lengua franca africana) era obligatorio, y se desalentaba la lengua vernácula para favorecer la comunicación común.
Esa integración no fue automática ni uniforme: los estudiantes africanos solían llegar por recomendación de sus directores escolares, mientras que los asiáticos y europeos venían de hogares que aceptaban participar de la experiencia que ofrecía Strathmore.
Las dinámicas entre los alumnos mostraban a la vez tensiones y logros. Algunos estudiantes africanos tendían a relacionarse con los de su tribu hasta que, progresivamente, se iban abriendo a los demás. Casos como el de Alfred Pondo, quien afirmaba entenderse mejor con su compañero europeo que con sus compañeros de habitación africanos, muestran la complejidad de las relaciones.
Deportes como el rugby, que se practicaba en las escuelas para blancos, facilitaron la integración: el trabajo en equipo que lo caracteriza exigía confianza mutua, más allá del color de piel, como lo ejemplifica la amistad entre Ray Stanley y Feroz Kassam. La vida compartida en el campus dio lugar también a vínculos profundos con los profesores, como en el caso de David Hogg, quien se casó con una chica goesa y bautizó a su hija en la capilla del colegio.
Conclusión
El antiguo College fue creciendo en los siguientes años hasta la actualidad. En 1993 se trasladó a un nuevo campus que se construyó con el apoyo del gobierno. En 2001 el gobierno autorizó que el College comenzara a dictar carreras universitarias y, en 2008, concedió los estatutos (charter) para que Strathmore University se gobernara de manera autónoma, como una universidad privada.
Actualmente, siguen siendo relevantes las palabras Ut omnes unum sint (“que todos sean uno” en Juan 17, 21) que san Josemaría sugirió para el escudo de Strathmore College. Kenia tiene 42 tribus. En esa nación, como en muchos países africanos, la unidad es un desafío permanente. Más aún en Strathmore University, que tiene alumnos de 26 países africanos.