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«Seré un delincuente o moriré»

Tomando las manos de su abuela y mirándola a los ojos, Harouna Garba le espetó estas palabras para explicarle por qué había decidido marcharse de Togo: “Seré delincuente o moriré”. Tenía 14 años y la seguridad de que solamente alcanzaría un futuro mejor fuera de las fronteras africanas. En Togo el horizonte al que los jóvenes miraban era un desierto donde la vida se esfumaba y en el que la violencia y el trapicheo eran la única salida.

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