En el día a día el doctor Cofiño es un gran ejemplo para mí. Es un amigo en el cielo, que ante cualquier dificultad, ante cualquier situación, siempre me aboco a él. En momentos de algún caso complicado, de alguna situación difícil o de algún paciente que no mejora, llevo siempre al paciente a la oración.
Soy Alberto, soy pediatra endocrinólogo, estoy casado y tengo tres hijos, y soy de Guatemala. Cuando tenía 10 años surgió en mí la intención de ser médico. Desde ese momento lo tuve muy claro: quería ser pediatra.
Lo que más me gusta de atender a niños es la oportunidad de interactuar con ellos, ya que es como entrar en otro mundo. Sus ilusiones y alegrías, propias de su edad, crean una realidad única en sus mentes, lo que me permite conectar con su universo. Son agradecidos, y la emoción con la que viven cada situación fue lo que me motivó a ser pediatra
La residencia es un proceso exigente: implica mucho esfuerzo físico, dedicación, turnos largos y noches en vela.
Quien me presentó al doctor Cofiño fue mi esposa. En ese momento éramos novios y yo estaba en formación como pediatra. Luego de completar la carrera de Medicina, realicé cuatro años de especialidad en Pediatría. La residencia es un proceso exigente: implica mucho esfuerzo físico, dedicación, turnos largos y noches en vela. En esas circunstancias, mi novia me habló del doctor Cofiño. Me dio una estampita y me sugirió que le encomendara cada turno, que rezara, pues él también había sido un médico guatemalteco, pediatra, y podía entender mis dificultades.
Desde entonces, comencé a rezarle cada mañana. Pensaba que él comprendía los retos diarios de un estudiante de Medicina y de Pediatría.
Recuerdo que el doctor Cofiño quiso ingresar a la Facultad de Medicina en París y no fue aceptado en el primer intento. Me impactó su perseverancia, su constancia para alcanzar su meta. Me identifiqué mucho con su historia, porque cuando terminé mi especialidad en Pediatría en Guatemala y quise hacer mi subespecialidad en el extranjero, tampoco fue fácil. Recibí varias negativas y pasé algunos años esperando una oportunidad. Hubo momentos en los que pensé en abandonar mi sueño, pero volvía a encomendarme al doctor Cofiño. Finalmente, lo logré.
Me inspiró que el doctor cofiño era un padre de familia
Por otro lado, me inspiró que él era un padre de familia. El ser un papá, un hombre que podía compaginar y llevar todo de la mejor manera siendo médico, profesional, esposo y padre, y que todo lo hacía con mucho amor a Dios y a la Virgen. Fueron ejemplos que me ayudaron a intentar imitarlo, sabiendo que compartimos la misma profesión.
Recuerdo que en el segundo año de la residencia estaba muy agobiado, muy cansado, preocupado por el hospital y la carga que suponía porque teníamos que rendir con la parte académica. Fue la primera vez que me encomendé mucho a él para poder superar esas pruebas académicas y continuar mi sueño con la vocación de ser pediatra.
Desde entonces, he vivido muchas circunstancias y eventos en los que su intercesión ha sido una fuente constante de fortaleza. Mi devoción por el doctor Cofiño sigue creciendo con los años.
► Rezar por intercesión de Ernesto Cofiño
También puede comunicar la gracia que se le ha concedido mediante correo postal a la Oficina de las causas de los santos de la prelatura del Opus Dei en España (Calle Diego de León, 14, 28006 Madrid) o Guatemala (5. Avenida 4-20, Zona 14, 01014, Guatemala), o a través de los correos electrónicos ocs.es@opusdei.org y ocs.gt@opusdei.org.