Con motivo de la edición número 100 en castellano de Camino, de san Josemaría Escrivá de Balaguer, el pasado 24 de noviembre tuvo lugar en el Ateneo Jovellanos de Gijón, en la antigua Escuela de Comercio, una mesa redonda en la que distintos especialistas analizaron el alcance espiritual y literario de esta obra. El acto estuvo moderado por la periodista Patricia Álvarez y contó con las intervenciones de Armando Menéndez, Lucía Fuego y Ángel Arias Urrutia.
Armando Menéndez, médico, escritor y presidente de la Fundación DAF —con amplia experiencia en proyectos humanitarios en la India—, ofreció un testimonio personal sobre la vigencia de Camino en la actualidad. Señaló que la obra sigue siendo luz para quienes buscan orientación y sentido en medio de la dispersión contemporánea. A su juicio, los breves puntos del libro actúan como “coordenadas espirituales” que ayudan a ordenar la conciencia y encauzar inquietudes profundas, a veces percibidas como rarezas. Para Menéndez, Camino “libera, revela, eleva, estructura y transforma”, y constituye una invitación a redescubrir la vida cotidiana como espacio de encuentro con Dios.

Por su parte, Lucía Fuego situó su intervención en torno al misterio de la Encarnación, núcleo de la espiritualidad propuesta por san Josemaría. Explicó que Camino no presenta un plan de perfección, sino un itinerario hacia el Amor, donde la vida ordinaria, la entrega y el sacrificio diario se convierten en cauce de unión con Cristo. Subrayó que los santos —y especialmente san Josemaría— se han dejado atraer por la humanidad de Jesús, y que cada punto del libro nace de esa contemplación y del deseo de configurarse con Él. En esta línea, describió Camino como una senda de fraternidad, servicio y santidad en medio del mundo.
Desde una perspectiva literaria, Ángel Arias Urrutia, profesor de Literatura en la Universidad San Pablo CEU, explicó el proceso de gestación de la obra. La edición actual, preparada por el filólogo Fidel Sebastián Mediavilla, permite comprender cómo Camino nació a partir de apuntes, cartas, conversaciones y experiencias personales de san Josemaría, sin la intención inicial de elaborar un texto clásico. Arias destacó su estilo claro, directo y dialogado, que enlaza con la tradición de la literatura espiritual española —como la de Santa Teresa, San Juan de la Cruz o Fray Luis de Granada— y mantiene una notable actualidad. Los aforismos de Camino, afirmó, abren un espacio de reflexión donde el lector puede dejarse interpelar por la llamada de Dios.
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Al término del encuentro, quedó de manifiesto que Camino continúa siendo una obra viva: un texto que acompaña a quienes desean vivir la fe en lo cotidiano y que ofrece claridad, hondura y orientación espiritual. La celebración de su edición centenaria en castellano, y actos como el de Gijón, ponen de relieve la actualidad de sus 999 puntos y su capacidad para iluminar la búsqueda de una vida coherente y abierta a la acción de la gracia.
