Reportaje publicado en Mundo Cristiano.
Las cifras del INE demuestran que el auge de este nombre propio masculino empieza en los años 70. Casualmente, en esa década, en 1975, Álvaro del Portillo fue nombrado primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei. En los años 80, la tasa de Álvaros por España casi se duplica. Y la progresión sigue creciendo en los 90 y en los primeros años 2000. Las estadísticas particulares señalan que en los 90 Álvaro era el noveno nombre masculino más frecuente en España, y desde el 2000, es el séptimo. En 2013, Álvaro era el quinto nombre más común entre los hombres del país.
Sobre el significado del nombre, la gran mayoría de las fuentes consultadas señalan que Álvaro es un nombre masculino de origen germánico, derivado de "alwar", donde "all" significa "todo" y "wers" significa "prudencia", o de "warja", que significa "defensa o protección". Álvaro o Alvar será "Aquel que es todo prudente" o "Aquel que es el defensor de todos".
A Álvaro del Portillo, el origen de su nombre le cuadra sin calzador. Así lo avala su biografía, y así lo cuentan también algunos Álvaros de todo el mundo que se llaman así porque sus padres decidieron bautizarles con un homenaje al futuro beato español.
Lanzamos la red, y nos encontramos las siguientes historias de Álvaros por el mundo:
Un mexicano "igualado"
Las carambolas de la vida le ofrecieron la posibilidad de saludar varias veces a Mons. Del Portillo. Los recuerdos están frescos: "En una ocasión en Guadalajara, cuando yo tenía 12 años, después de que mi mamá le comentó que la bendición de 1970 no había funcionado, y le pidió que me la volviera a dar... Al despedirse de mí me dijo: "¡Adiós tocayo!", y yo le dije igual, por lo que mi mamá me dio un pellizco y me regaño por igualado"...
Un onubense sano "como una pera"
Así narra los orígenes de la elección de su nombre: "A mi madre, María José, la operaron de cáncer de tiroides en el año 2000. Unos meses después le dieron un tratamiento de yodo radiactivo y al año siguiente le dieron una nueva dosis. Como este tratamiento tiene muchos efectos secundarios y puede provocar malformaciones en el feto, le dijeron a mi madre que no debía tener niños hasta un año después. Sin embargo, a los dos meses mamá estaba embarazada de mí. Al principio, mis padres estaban un poco asustados por todo lo que los médicos les decían. Entonces decidieron encomendarme a don Álvaro del Portillo con el propósito de ponerme su nombre si llegaba a nacer. Y el 4 de diciembre de 2002, con dos semanas de adelanto, nací yo... y gracias a la intercesión de D Álvaro ante Dios, sano como una pera.... Si Dios quiere, el 27 de Septiembre estaremos toda la familia en Madrid en su beatificación".
Modelo de fidelidad
Para él, Mons. del Portillo es, sobre todo, "un ejemplo a seguir por su fidelidad".
Un cordón de unión a don Álvaro
En Tucumán, Argentina, nos encontramos con Álvaro Javier María Minchilli. Ha cumplido 17 años. Es huérfano de padre y de madre, y tiene cuatro hermanos. "Mis padres eran del Opus Dei antes de que yo llegara a este mundo. Cuando nací, me presenté con el cordón umbilical atado en el cuello y eso me obstruía una alimentación adecuada. Entonces mis padres empezaron a rezar a Álvaro -así de confiadamente le llama- y desde entonces llevo su nombre".
Un nombre, un empleo
Álvaro Palma Lerones es el más joven de esta saga elegida al tun-tun. Vive en Jaén y tiene 22 meses.
Un beso en la frente
Álvaro José Camacho Sotela nació en Guatemala, pero vive en Costa Rica. Tiene 30 años y es administrador de un centro de acopio. Sus raíces nominales las cuenta así: "Según mi mamá, la historia de mi nombre arranca a los pocos días de nacer. Por esas fechas, don Álvaro llegó a Guatemala y mis papás fueron a estar con él en una tertulia. Al final, mi mamá se acercó a don Álvaro y le dijo: "Él se va a llamar Álvaro José por usted.." y él contesto: "yo me llamo Álvaro Mariano". Sonrió y me dio un beso en la frente".
Un encuentro en Tajamar
Según él, "mi madre me puso Álvaro por devoción a D. Álvaro del Portillo y llevo treinta años esperando para poder cambiar el día de mi celebración real de santo...
Tengo la suerte de haber recibido una carta de D. Álvaro el día de mi nacimiento, que conservan mis padres como uno de sus mejores tesoros. También hay filmada una tertulia multitudinaria en el Colegio Tajamar, en Madrid, en la que, teniendo yo dos meses, mi madre le dice a don Álvaro que acababa de nacer su undécimo hijo y que se llamaba Álvaro. Don Álvaro, con sentido del humor y muchos reflejos, le preguntó si se lo había puesto por él, y mi madre le dijo, que por supuesto que sí".
El regalo de otro hijo
Las historias de estos Álvaros es parecida a las de Álvaro Valdez, Álvaro Galindo, Álvaro Ruy-Pérez, Álvaro González, Álvaro Plasencia, Álvaro Luque... Y bastantes de los 139.423 Álvaros registrados en la última remesa del INE... Llamar Álvaro, para muchos padres, ha sido la mejor muestra de cariño, de agradecimiento, y de petición de intercesión que han podido mostrar. En el nombre iba el interés por que la biografía de sus hijos estuviera siempre pegada al "ejemplo precioso de vida"-como ha dicho el Papa Francisco- de Álvaro del Portillo.
Yo me llamo Álvaro por don Álvaro
Este sencillo reportaje tiene un detonante. El pasado 19 de febrero, la página web del Opus Dei en España publicó un divertido vídeo en el que 22 niños que se llaman Álvaro por Mons. Del Portillo contaban sus historias animadas. Las jóvenes generaciones de españoles también optan por Álvaro, y por lo que se aprecia en esta pieza audiovisual, lo llevan muy a gala.