Dos aprendizajes marcaron un antes y un después en mi vida: el primero fue descubrir que hacer oración, escuchar mi propio corazón, era lo mismo que escuchar a Dios. Si es Dios quien me ha creado, quien ha creado mi corazón, Él sabe cómo funciona, qué le hará feliz.
El segundo aprendizaje fue descubrir mi vocación. Entender para qué estoy en el mundo y qué huella quiero dejar. Siempre quise que mi vida sirva, acompañar a las personas a encontrar a Dios en su vida, como me enseñaron a mí. Así descubrí mi vocación como numeraria del Opus Dei.
Con mi trabajo quería crear, quería comunicar y hacer a las personas mejores
En la elección de mi camino profesional hubo tres intuiciones que me guiaron: sabía que quería desplegar mi creatividad, quería comunicar un mensaje que trascendiera y quería que mi trabajo mejorara la vida de las personas.
He aprendido mucho de las numerarias auxiliares, tienen una sensibilidad especial
Durante una temporada me dediqué al marketing. Disfrutaba ese trabajo, pero hubo un momento en que sentí que me estaba faltando algo, algo fallaba. Necesitaba trabajar con y para las personas. En ese momento me vino a la cabeza la administración del Opus Dei.