Entrevistamos a Patricia Debeljuh, directora del Centro Walmart Conciliación Familia y Empresa del IAE Busines School, quien ha presentado el primer informe global de una investigación acerca de la valoración y repercusión del trabajo doméstico en las personas y en la sociedad.
¿Por qué una escuela de negocios se ha embarcado en un estudio sobre el trabajo del hogar?
Entendemos que cuando pensamos en la sostenibilidad de nuestros países, en la sostenibilidad de nuestras empresas, tenemos que trabajar en la construcción del capital social de nuestros países, que son las familias.
Cuando se descuida a la familia, una sociedad se empieza a derrumbar. Forma parte de la responsabilidad social de un empresario plantearse que los trabajadores que están ocho o nueve horas al día, tienen vida fuera del trabajo y para la mayoría de las personas, esa vida fuera, pasa por la construcción de una familia.
En Argentina, hemos medido en todas las clases sociales que la primera motivación por la que la gente sale a trabajar, es su familia. Pero es una paradoja pensar que al final del día, a cada familia, le toca recibir lo peor de cada uno, porque el día ha sido demasiado largo o porque las preocupaciones del ámbito del trabajo se llevan a casa e impactan negativamente en la familia.
Hemos medido en todas las clases sociales que la primera motivación por la que la gente sale a trabajar, es su familia
En las escuelas de negocios, se comienza a asumir que forma parte de nuestra responsabilidad formar a los empresarios, a esos líderes de nuestros países, para que hagan el cambio cultural necesario que les lleve a pensar que su función no es solo ganar dinero, sino sobre todo, apoyar un desarrollo sostenible de su país que priorice por encima del desarrollo económico, el desarrollo humano de las personas.
Según el estudio realizado, ¿qué se entiende por trabajo del hogar?
El trabajo del hogar muchas veces es identificado con tareas específicas que hacemos para sacar adelante una casa. Pueden ser: hacer la limpieza, el orden, el mantenimiento, las compras, la cocina. Pero si bien el trabajo del hogar comprende esos aspectos, siempre se habla del trabajo del hogar asociado a las tareas del cuidado de las personas: esa es su finalidad.
Las personas tenemos necesidades físicas que se satisfacen con una buena alimentación o con horas de sueño, etc. Pero también tenemos necesidades afectivas, que están vinculadas a las físicas, porque la materialidad de poner la mesa, hacer la comida, no se limita sólo a eso… sino que también es demostración de esas otras necesidades de afecto, de cariño, de servicio, que las personas tenemos.
¿Qué aportan, por tanto, estas tareas?
A las tareas del hogar les pasa lo mismo que al aire: uno se da cuenta de lo importante que es cuando falta. Cuando nadie se ha ocupado de hacer la comida, de hacer las compras o de acomodar una habitación, uno dice "acá ha pasado algo, falta algo".
Cuando todos los días se hace, damos por hecho que se tiene que hacer automáticamente. Detrás de la materialidad de esas tareas, que pueden dar la impresión de ser rutinarias, o incluso monótonas porque todos los días se hace lo mismo, hay que descubrir esos otros valores que van unidos a esas tareas y que pasan por el cariño, el servicio, la entrega, la donación, la generosidad. Valores que llevan una lógica totalmente diferente de la lógica que abunda en el mundo de la empresa, en la vida social.
Es una paradoja pensar que al final del día, a cada familia, le toque recibir lo peor de cada uno
¿Qué diferencias lo distinguen de otros trabajos?
En el trabajo, cada uno es valorado por lo que hace. Si uno hace un buen trabajo, a fin de mes, te pagan un sueldo, a fin de año te dan un premio, un bonus, o cierto prestigio profesional entre tus pares. Todo fruto de lo que uno hace. Fruto de lo que uno hace, es lo que recibe y eso que recibe, también te da nivel de vida. Ese hacer conecta directamente con un tener. Cuanto más reconocimiento tienes, premios o sueldo recibes, te podrás dar el lujo de tener más cosas, porque materialmente las podrás adquirir. Esa es la lógica del mercado, de la economía, de la vida social: valorar a las personas por lo que hacen y en consecuencia, también por lo que tienen.
En cambio la lógica del hogar, es completamente diferente, es la lógica del ser. Porque en el hogar cada persona es querida por lo que es y no por lo que hace o por lo que tiene, y es querida de manera incondicional, para siempre. En ningún trabajo te quieren para siempre. En cambio en la familia, las personas somos queridas por lo que somos.
¿Qué conclusiones han obtenido en su institución?
En el Global Home Index hicimos una pregunta que salió muy alta, que la gente dice o considera que se valora más el éxito profesional que las tareas del hogar. Esa mayor relación del éxito profesional está directamente relacionado con que socialmente se reconoce más el hacer y el tener, que el ser.
Trabajando estos temas en las escuelas de negocios queremos hacer este cambio que la gente primero descubra que tiene que ser, y en la medida en que es, va a hacer y consecuentemente, tener. Con este propósito trabajamos junto a Home Renaissance Foundation: renovar la cultura del hogar, hacer ver que eso es lo más valioso de la persona.
Ha mencionado que falta un reconocimiento social. ¿Sería necesario promocionarlo?
Sin duda, y a eso se dirige también este tipo de estudios. Son la base para la proyección de nuevas políticas laborales, fiscales, familiares, que favorezcan la dedicación a los trabajos domésticos, a la atención de las personas en el hogar: a los niños, a los ancianos, a los enfermos, a quienes pasan una situación de vulnerabilidad.
El Estado actualmente tiende a suplir a la familia, pero esto es un error que será insostenible a mediano y largo plazo. Al mismo tiempo, hay que facilitar que la familia se encuentre protegida para poder asumir esas cargas, sin que supongan un deterioro de quienes lo hacen.
¿Y la cualificación profesional? ¿La retribución económica?
Es imprescindible dar pasos de gigante para aprovechar, al servicio de las personas, todos los conocimientos que contribuyen a un mejor cuidado: desde la tecnología, la nutrición, aspectos psicológicos. La retribución es un desafío que hay que promocionar en cada país según las propias circunstancias. Por lo que he visto en mis recientes viajes, algunos lo están afrontando muy bien.
En cambio la lógica del hogar, es completamente diferente, es la lógica del ser. Porque en el hogar cada persona es querida por lo que es y no por lo que hace o por lo que tiene
¿Cuál es la contribución del trabajo del hogar al desarrollo sostenible, a la erradicación de la pobreza?
Estos temas están directamente relacionados con el cuidado de la ecología humana. Nuestra sociedad ha sido consciente que hemos descuidado durante muchos siglos la naturaleza y la naturaleza se ha quejado por medio de un terremoto, de un tsunami, etc. y como consecuencia, ahora somos conscientes del cuidado del medioambiente.
Ahora bien, estamos bajo los efectos de otro tipo de contaminación: la que afecta a la ecología humana, ese hábitat natural que necesitan las personas para nacer, crecer y desarrollarse. De lo que uno reciba, sobre todo en los primeros años de vida, depende el futuro de esa persona.
En este momento, en la tierra estarán naciendo un montón de animales de distintas especies. Cualquier animalito que nazca va a sobrevivir por sí mismo, de cualquier especie que sea. En cambio, cualquier ser humano que nazca hoy necesitará de alguien que lo acoja y lo reciba, lo alimente, lo cobije si hace frío, etc. El ser humano necesita de otro.
Al pensar en países con altos índices de pobreza, tenemos que ser conscientes de que es urgente cuidar esa ecología humana, sobre todo en esas familias donde por falta de medios económicos no pueden dar a cada persona que reciben, a cada niño que nace, las condiciones mínimas para que pueda crecer y desarrollarse, física y emocionalmente.
Al hablar del cuidado del hogar hay que pensar en trabajar para fortalecer lo más valioso que tienen las personas, que son sus afectos
La pobreza no es sólo material, muchas veces la pobreza es afectiva. A veces parece más urgente la pobreza material y hay que atenderla, porque sabemos que cuando no se alimenta bien a un niño en los primeros dos años, luego no puede desarrollar su cerebro… Pero también hay que considerar la pobreza de afecto, que se da generalmente en países donde están cubiertas las necesidades materiales. Esa pobreza de afecto es la que lleva a que muchas veces los niños y los ancianos estén desatendidos o no estén cuidados o estén desprotegidos por más que vivan en una linda casa.
¿Puede poner algún ejemplo?
En algunos países de primer mundo, se ve el fenómeno de los “niños llave”. Los chiquitos van al colegio con una cinta y las llaves de su casa que cuelgan. Van y vuelven solitos. En ciudades muy vigiladas con cámaras, seguras, el chiquito sale de su casa, camina una cinco o seis cuadras, asiste a la escuela y regresa. Abre solo la puerta de casa, y del otro lado le espera una pantalla, una o varias… Sabemos lo que supone esa pobreza de vínculos. Al hablar del cuidado del hogar, del cuidado de la ecología humana, hay que pensar en trabajar para fortalecer lo más valioso que tienen las personas, que son sus afectos y sus relaciones interpersonales, que es lo que nos hace ser mejores personas. Uno puede tener un celular mejor pero eso no nos hace mejores personas, en cambio interactuar con otros, aprender de otros, enriquecerse con el otro, es lo único que nos hace ser cada vez mejores. Al trabajar estos temas, estamos en la lógica del ser.