Durante la homilía, el prelado del Opus Dei recordó la necesidad de que todos los cristianos sean —como le gustaba decir al beato Josemaría— sembradores de paz y de alegría, de la paz y la alegría que Jesús nos ha traído. “Una necesidad que se ha manifestado de forma evidente desde que, en las semanas pasadas, hemos asistido a trágicas acciones terroristas que han turbado al mundo y que desgraciadamente, en diversa medida, se repiten en otros lugares donde ya no son noticia”.
“A los sacerdotes, en cuanto mediadores entre Dios y los hombres, —dijo el prelado del Opus Dei— corresponde especialmente difundir esta paz y este júbilo sobrenaturales en el mundo entero. Podréis hacerlo especialmente en el sacramento de la Penitencia, donde Cristo, sirviéndose del sacerdote, se inclina sobre cada alma para curarla y devolverle la paz”.
Mons. Javier Echevarría invitó a los asistentes a rezar por la paz, una de las intenciones que el Papa alberga en estos momentos en lo más profundo de su corazón; “os recuerdo, que el Santo Padre ha invitado recientemente a los católicos a rezar cada día el Rosario, durante el mes de octubre, por la paz del mundo”.
“Cuando se lo dije a mi madre, se puso a bailar”
Una mañana de febrero, Innocent tomó el autobús que lo llevaría a Ndiokpalaeze, su pueblo natal, al sureste de Nigeria, para decir a su madre que iba a hacerse sacerdote. "Yo sabía que cuando le dijera a mi madre que me iba a ordenar se emocionaría... Y, efectivamente, cuando se lo comuniqué, dejó todo lo que estaba haciendo y se puso a bailar. Luego, se fue por el pueblo para compartir la alegría con la familia".
Innocent Okwudilichukwu nació en Ndiokpalaeze, un pueblo de 5000 habitantes, en 1967. Terminada la educación escolar, recibió una beca para ir a estudiar a Budapest, pero su tío, Jefe del pueblo, no vio con buenos ojos ese desplazamiento y le convenció de que se fuera a Lagos. Allí Innocent estudió Zoología. Se especializó en entomología, con un trabajo de investigación sobre las termitas. En Lagos conoció personas del Opus Dei que, según dice él mismo, "me ayudaron a comprender que se puede encontrar a Dios en la vida ordinaria y en las actividades normales de cada día, que se puede rezar por la calle".
Una nueva iglesia para el pueblo
La semilla del catolicismo arraigó en la familia de Innocent, gracias a la evangelización de los Padres Blancos, hace ya algunas décadas, después del fallecimiento de su abuelo, que también había sido Jefe de pueblo. El padre de Innocent fue uno de los primeros que abrazó el Evangelio en Ndiokpalaeze. "Los misioneros se fijaron en mi padre", explica Innocent, "y lo instruyeron para ser profesor de primaria y de catecismo. Estará muy contento en el cielo con mi ordenación, porque era un hombre de fe. Gracias a él empezó a haber Misa en el pueblo todos los domingos. Rezó mucho por la conversión de mi familia: alrededor de 200 personas".
La familia de Innocent y muchas otras familias católicas de Ndiokpalaeze se han propuesto construir una iglesia. "A mediados de los años 70 nos expropiaron la iglesia para hacer una escuela. Desde entonces, sólo hemos tenido una habitación dedicada al culto, pero sin sagrario". Ahora ya han conseguido un terreno para la nueva iglesia y han empezado a excavar los cimientos. También han realizado varias colectas para recaudar fondos. Queda mucho por hacer, pero están convencidos de que el proyecto saldrá adelante.
Nigeria en pequeñito
El nuevo sacerdote trabajó durante unos años en la dirección de Irawo University Center, una residencia universitaria impulsada en Ibadan por fieles y cooperadores de la Prelatura del Opus Dei. Dice Innocent que Irawo es "como una Nigeria en pequeñito", porque bajo su techo viven universitarios de casi todas las etnias y religiones del país: católicos, cristianos de diversas confesiones, musulmanes, etc. "Muchos piensan que esta convivencia no es posible, pero el clima allí es de estudio y de amistad y no se plantean problemas de incompatibilidad entre unos y otros. Yo creo que este espíritu de comunión, de fraternidad, que predicaba el fundador del Opus Dei, es lo que realmente necesita mi país". Recordando los años pasados entre universitarios, Innocent dice también que "en Nigeria tenemos que invertir en formación: es un gran país, con una enorme fuerza; pero para que esa fuerza sea útil hay que dedicar tiempo a enseñar a trabajar bien".