"¿Qué tengo que hacer para que mi vida tenga sentido?"

"Cuando os miro, jóvenes, asumo la mirada de Cristo, con la certeza de que habéis encontrado el camino verdadero". El Papa ha dado ánimos para luchar por los ideales a los 350.000 jóvenes que acudieron a Sao Paulo. Informamos también del encuentro con los obispos brasileños.

Poco antes de las 18,00 (23,00 de Roma) Benedicto XVI llegó al estadio municipal Paulo Machado de Carvalho de Pacaembu, donde fue recibido por más de 40.000 jóvenes, mientras decenas de miles seguían el acontecimiento a través de pantallas gigantes fuera del estadio. El Papa presidió una Liturgia de la Palabra, durante la cual se leyó el Cántico de las Criaturas mientras se proyectaban imágenes del paisaje brasileño.

El Papa se dirigió a los participantes en el encuentro citando las palabras de Juan Pablo II durante su visita al Mato Grosso en 1991: "Los jóvenes son los primeros protagonistas del tercer milenio, trazarán el destino de esta nueva etapa de la humanidad".

¿QUÉ HACER PARA CONSEGUIR LA VIDA ETERNA?

El tema central de la homilía papal fue el diálogo entre Jesús y el joven rico que narra el Evangelio de San Mateo y cuyo punto clave es la pregunta ¿"Qué hacer para conseguir la vida eterna?".

"La pregunta del Evangelio -explicó el Papa- no se refiere solo al futuro. Ni tampoco solamente a lo que sucederá después de la muerte. Por el contrario, exige un compromiso con el presente, aquí y ahora, que debe garantizar la autenticidad y, en consecuencia, el futuro. Pone en cuestión el sentido de la vida. Por eso, se podría formular así: ¿Qué tengo que hacer para que mi vida tenga sentido?".

"CUANDO OS MIRO..."

"¡No derrochéis vuestra juventud, no intentéis escapar de ella. Consagradla a los altos ideales de la fe y la solidaridad humana!".

Cristo, "un maestro que no engaña, nos invita a ver a Dios en todas las cosas, incluso donde la mayoría ve solo la ausencia de Dios" y alienta al joven rico a "seguir los mandamientos, en cuya base se encuentran la gracia y la naturaleza que nos estimulan a hacer algo para realizarnos" y "realizarse por medio de la acción es hacerse reales".

"Oímos hablar de los miedos de la juventud de hoy que nos desvelan una carencia enorme de esperanza -dijo Benedicto XVI-, miedo de morir, de fracasar por no haber encontrado el sentido de la vida, miedo de quedarse fuera, frente a la rapidez desconcertante de los hechos y las comunicaciones. Pero cuando os miro, jóvenes aquí presentes asumo la mirada de Cristo, una mirada de amor y confianza, con la certeza de que habéis encontrado el camino verdadero. ¡Sois los jóvenes de la Iglesia! ¡Sed los apóstoles de los jóvenes!".

"Hay, en último análisis, un inmenso panorama de acción -observó el Papa- donde las cuestiones de orden social, económico y político adquieren un relieve particular, siempre que su fuente de inspiración sean el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia. La construcción de una sociedad más justa y solidaria, reconciliada y pacífica, el compromiso para frenar la violencia, las iniciativas de promoción de la vida plena, del orden democrático y del bien común y, especialmente las que se proponen eliminar determinadas discriminaciones existentes en las sociedades latinoamericanas no son motivo de exclusión sino de enriquecimiento recíproco".

EL ENAMORAMIENTO, EL NOVIAZGO, EL MATRIMOINO

El Papa pregunta: "¿Qué tengo que hacer para que mi vida tenga sentido?". Y responde: "La juventud se presenta como una riqueza porque lleva al descubrimiento de la vida como entrega y como tarea".

El Santo Padre invitó también a los jóvenes a tener "un gran respeto por la institución del sacramento del matrimonio" y "al respeto mutuo durante el enamoramiento y el noviazgo, pues la vida conyugal, que por disposición divina está reservada a los casados, será fuente de felicidad y de paz en la medida en que sepáis hacer de la castidad, dentro y fuera del matrimonio, un baluarte de vuestras esperanzas futuras". El Papa recordó que algunos "están llamados a una entrega total y definitiva para consagrarse a Dios en la vida religiosa, testimoniando la esperanza en el reino celestial entre los seres humanos".

"La juventud se presenta como una riqueza -dijo Benedicto XVI retomando el diálogo entre Jesús y el joven rico- porque lleva al descubrimiento de la vida como entrega y como tarea", pero el joven del Evangelio, "en el momento de la gran opción, no tuvo el valor para apostar todo por Jesucristo, entendió que le faltaba generosidad y así no pudo llegar a la plena realización".

"No derrochéis vuestra juventud, no intentéis escapar de ella. Consagradla a los altos ideales de la fe y la solidaridad humana. Jóvenes, vosotros no sois solamente el futuro de la Iglesia y de la humanidad, como si se tratase de una fuga del presente. Al contrario: sois el presente joven de la Iglesia y de la humanidad. Sois su rostro joven; sin él, la Iglesia estaría desfigurada". 

MEDIO AMBIENTE

El Papa también habló del valor de la ecología: "La caridad de Dios es infinita y el Señor nos pide, o mejor nos exige que abramos nuestros corazones, para que contengan cada vez más amor por nuestros semejantes y por los problemas que atañen no solo a la convivencia humana sino también a la defensa y la custodia del ambiente natural del que todos formamos parte".

"Nuestros bosques tienen más vida": no dejéis que se apague esta llama de esperanza que el himno nacional pone en vuestras bocas -exclamó el Santo Padre- La devastación ambiental de las Amazonas y las amenazas a la dignidad humana de sus poblaciones exigen un compromiso más decidido en todos los ambientes sociales".

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ENCUENTRO CON LOS OBISPOS BRASILEÑOS

La catedral da Sé (abreviación de sede episcopal) en Sao Paulo fue esta tarde escenario del encuentro de Benedicto XVI con los obispos de la Conferencia Episcopal de Brasil. La monumental iglesia neogótica, dedicada a Nuestra Señora de la Anunciación, es una de las más grandes del mundo: puede acoger a 8.000 personas. Surge sobre el Trópico de Capricornio, en el mismo lugar de la antigua catedral de 1745 y en su cripta reposan los restos del jefe Tibiriçá, el primer indígena catequizado por el padre José de Anchieta, en el siglo XVI.

El Santo Padre llegó al templo poco antes de las 16,00 y saludó a los 430 obispos allí reunidos, manifestando su alegría por encontrarse con "un episcopado prestigioso que preside una de las poblaciones católicas más numerosas del mundo"·.

"La misión que se nos ha confiado como maestros de la fe -dijo el Papa en su homilía- consiste en recordar que nuestro Salvador quiere que "todos los seres humanos se salven y lleguen a conocer la verdad". (...) De aquí el mandato de evangelizar, (...) la obligación de predicar la verdad de la fe, la urgencia de la vida sacramental, la promesa de la ayuda continua de Cristo a su Iglesia".

"Allí donde Dios y su voluntad no se conocen, donde no existe fe en Jesucristo y en su presencia en las celebraciones sacramentales, falta también lo esencial para resolver los urgentes problemas sociales y políticos. La fidelidad al primado de Dios y de su voluntad, conocida y vivida en comunión con Cristo, es el don esencial que nosotros, obispos y sacerdotes, debemos ofrecer a nuestra gente".

Benedicto XVI habló después de la dificultad de los tiempos presentes para la Iglesia, ya que "la vida social atraviesa momentos de extravío desconcertantes. Se ataca impunemente la santidad del matrimonio y de la familia comenzando a hacer concesiones frente a presiones capaces de incidir negativamente sobre los procesos legislativos; se justifican algunos derechos contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual; se atenta contra la dignidad del ser humano; se difunden las heridas del divorcio y de las uniones libres".

Además, prosiguió el pontífice, "cuando dentro de la Iglesia se pone en cuestión el valor del compromiso sacerdotal como entrega total a Dios mediante el celibato apostólico y como disponibilidad total al servicio de las almas y se da la preferencia a cuestiones ideológicas y políticas, incluso de partidos, la estructura de la consagración total a Dios comienza a perder su significado más profundo".

El Papa abordó después "la cuestión de los católicos que abandonan la vida eclesial", cuya causa principal estriba en "la falta de una evangelización donde Cristo y su Iglesia sean el centro de cualquier explicación". "Las personas más vulnerables al proselitismo agresivo de las sectas (...) son, en general, los bautizados no suficientemente evangelizados, fácilmente influenciables porque poseen una fe frágil y, a veces, confusa, vacilante e ingenua, si bien conservan una religiosidad innata".

Recordando su encíclica "Deus caritas est", donde escribe que "al inicio del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con (...) una Persona", el Papa subrayó que era necesario para la iglesia de Brasil "considerar la actividad apostólica como una verdadera misión, (...) promoviendo una evangelización metódica y capilar que lleve a una adhesión personal y comunitaria a Cristo".

"En este esfuerzo evangelizador -subrayó-, la comunidad eclesial debe promover iniciativas pastorales, enviando sobre todo en las casas de las periferias urbanas y del interior a sus misioneros, laicos o religiosos, que intenten dialogar con todos, en espíritu de comprensión y de delicada caridad. (...) Si las personas viven en condiciones de pobreza, hay que ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad para que se sientan realmente amadas. Los pobres (...) necesitan sentir la cercanía de la Iglesia, sea como ayuda para sus necesidades más urgentes, como en la defensa de sus derechos y en la promoción común de una sociedad fundada en la justicia y la paz".

Tratando de la importancia de la vida sacramental, el Papa se refirió al Sacramento de la Reconciliación y pidió a los obispos que prestasen atención a que "la acusación y la absolución de los pecados" fueran "de ordinario, individuales, así como el pecado es también un hecho profundamente personal". Benedicto XVI recalcó que el obispo es "el primer responsable de la catequesis diocesana" y por lo tanto debía rodearse de "colaboradores competentes y dignos de confianza", porque "la fe es un camino guiado por el Espíritu Santo que se compendia en dos palabras: conversión y seguimiento", que indican "que la fe en Cristo implica una praxis de vida fundada en el doble mandamiento de amar a Dios y al prójimo y expresan también la dimensión social de la vida".

"Precisamente porque fe, vida y celebración de la liturgia (...) son inseparables -agregó- es necesaria una aplicación más correcta de los principios del Concilio Vaticano II relativos a la Liturgia de la Iglesia, (...) con el propósito de restituirle su carácter sacro. (...) La liturgia no es jamás propiedad privada de alguno, ni del celebrante, ni de la comunidad donde se celebran los santos misterios".

Después, el Papa recordó a los obispos su tarea de "fieles servidores de la Palabra, sin visiones limitadas, ni confusión en la misión que se nos ha confiado. No basta observar la realidad a partir de la fe, es necesario trabajar con el Evangelio en la mano y anclados en la herencia auténtica de la tradición apostólica, sin interpretaciones motivadas por ideologías racionalistas. (...) El deber de conservar el depósito de la fe y de mantener su unidad requiere una estrecha vigilancia para que "se mantenga y transmita fielmente y que las posiciones particulares se unifiquen en la integridad del Evangelio de Cristo".

El ecumenismo, "en una época de encuentro de culturas y de retos de la secularización", es "una tarea siempre urgente en la Iglesia Católica" y "el gran campo de la colaboración común tendría que ser el de la defensa de los valores morales fundamentales, transmitidos por la tradición bíblica, contra su destrucción en una cultura relativista y consumista, además de la fe en Dios Creador y en Jesucristo, su Hijo encarnado".

Por último, Benedicto XVI habló del "vasto contingente de brasileños que viven en la indigencia" y de "la desigualdad de la distribución de la renta", recordando que "una visión de la economía y de los problemas sociales desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, lleva siempre a considerar las cosas desde el punto de vista de la dignidad del ser humano, que trasciende el mero papel de los factores económicos".

"Es necesario formar en las clases políticas y empresariales un espíritu genuino de veracidad y honradez. Los que asumen un liderazgo en la sociedad deben prever las consecuencias sociales (...) de sus decisiones, y actuar siguiendo los principios del bien común, en vez de buscar el provecho personal".

VIS