Ordenaciones sacerdotales en Torreciudad

Mons. Javier Echevarría ha conferido la ordenación sacerdotal a 37 diáconos del Opus Dei de catorce países en el santuario de Torreciudad (España). El prelado del Opus Dei ha pedido a los ordenados que en su vida sacerdotal “sigan los pasos” del beato Josemaría ahora que se acerca su canonización.

Jean Philippe Huet con su familia en la explanada del santuario.

La ceremonia, que tuvo lugar el 1 de septiembre, se celebró por vez primera en la explanada del santuario, ante la imposibilidad de acoger en el templo a los más de siete mil participantes, familiares y amigos de los nuevos presbíteros.

Los nuevos sacerdotes proceden de Argentina, Ecuador, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia , Holanda, Italia, México, Nigeria, Nueva Zelanda, Perú, Portugal y Venezuela. El más joven es el mexicano Mario Arroyo, de 28 años, y el de más edad es el español Eduardo Martínez, de 57.

En la homilía, mons. Javier Echevarría destacó la coincidencia de la ordenación con el centenario del nacimiento y la próxima canonización del fundador del Opus Dei. “Por vosotros —dijo a los candidatos— rezó muy especialmente (el beato Josemaría), al encomendar la santidad de sus hijos sacerdotes y de todos los presbíteros del mundo”. Pidió a todos los fieles su oración por los ordenados “para que sean, como quería el beato Josemaría, piadosos, doctos, alegres, deportistas en el terreno sobrenatural y en lo humano”.

“Acudamos a la Virgen en este tiempo de preparación para el 6 de octubre” —exhortó el prelado del Opus Dei —. “En la conversión diaria, que considero como un requisito imprescindible para recibir con fruto tanta gracia de Dios, nuestra Madre del Cielo juega un papel preponderante. Supliquémosle esa gracia para cada una y cada uno de los que asistirán a la canonización en Roma, y para los que se unirán espiritualmente a ese acto desde sus casas”.

Monseñor Echevarría pidió al final de su homilía la oración diaria de todos para que haya “muchas vocaciones de sacerdotes con hambre de santidad, indispensable para administrar el perdón divino, y para saciar las necesidades de todas las almas con el pan de la palabra de Dios y con el Pan eucarístico”.

Una bendición para la familia

Tras la ceremonia, Martin Miller, de Illinois (EE.UU.), declaró sentirse deseoso de “predicar el Evangelio y dar esperanza a la gente. Deben saber que la santidad está al alcance de las personas corrientes, de aquellos que se levantan pronto para ir a trabajar, que vuelven a casa y han de ayudar a sus hijos con las tareas, que han de hacer cuentas para llegar a fin de mes... El beato Josemaría Escrivá, pronto santo, dijo a esas personas que el Cielo no está tan lejos de sus afanes diarios”.

La familia de Laurence vino desde Filipinas.

Jude Idahosa, nuevo sacerdote de Nigeria, ingeniero agrónomo, expresó “el deseo de trabajar como sacerdote en mi país”. Su padre, Atkinson Egharevba, de religión edoo, acudió a la ceremonia con el atuendo propio de su tribu: "África necesita muchos y muy buenos sacerdotes. Necesitamos cientos de ellos", dijo. La madre de Jude, Janette, considera "una bendición de Dios que haya llamado a un hijo mío a su servicio. Nunca lo hubiera imaginado, sólo Él puede hacerlo".

Le vemos feliz

Actualmente significa mucho que una familia holandesa tenga un hijo sacerdote. “Hace treinta años, era bastante normal que las familias católicas de nuestro país tuvieran algún hijo sacerdote. Ahora esto, desgraciadamente, no ocurre, lo que nuestra alegría por este don es enorme”, dijo Wil, madre de Wilhemus Veth. La representación holandesa, más de cincuenta personas, estaba compuesta, aparte de los familiares, por amigos y compañeros del nuevo presbítero. “Todos tenemos muchas esperanzas en él, y deseamos que, si Dios quiere, dé muchos frutos en Holanda”, señalaron.

De la región francesa de Bretaña también vino una representación numerosa para acompañar a Jean Philippe Huet. Su madre dijo estar “muy contenta del camino que ha elegido nuestro hijo, porque le vemos feliz. También se alegraron mucho nuestros familiares y amigos, cuando les dijimos que se iba a ordenar”.